De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres (Hechos 5:13-14).
A veces pensamos que cuando la iglesia viva como debería, será un imán que atraerá a todos aquellos que aún no creen en Jesús. Verán la pureza, el poder y la santidad de Dios entre Su pueblo y dirán: “Quiero unirme a esa gente”.
Supongo que funciona así a veces y en algunos lugares. Pero ciertamente no siempre. Aquí, en Hechos 5:13-14 vemos que cuando la santidad y pureza de la iglesia fue evidente para el mundo, ninguno se atrevía a juntarse con ellos.
Cuando todos supieron cómo Dios trató a Ananías y Safira, y cuán celosamente Dios guardaba la pureza de su pueblo, lo pensaron dos veces antes de unirse a la comunidad del pueblo de Dios. Tenían una reputación tan maravillosa de integridad que todos sabían que ser un seguidor de Jesús era algo serio.
Cuando Dios limpia la iglesia de esta manera radical, se siente doloroso – incluso traumático. Sin embargo, una de las cosas buenas que se derivan de ello es que hay mucho menos compromiso casual entre los creyentes. Por tanto, es más probable que las personas calculen el costo como Jesús dijo que deberían (Lucas 14: 25-33).
A pesar de la vacilación de algunos, leemos que los que creían en el Señor aumentaban más. Leemos que se agregaban cada vez más creyentes al Señor. Aunque la gente sabía que ser cristiano era algo serio, el Espíritu de Dios seguía moviéndose con poder. Cada vez más personas se unían a la comunidad de los discípulos de Jesús.
De hecho, se agregaban en gran número. Leemos que se unían a los discípulos en gran número, así de hombres como de mujeres. Esta era la manera en que Lucas nos recordaba que la purificación de la iglesia relacionada con Ananías y Safira no causó ningún daño duradero. La obra de Dios siguió adelante.
Note la fraseología que el Espíritu Santo eligió para describir esto. Los que creían en el Señor aumentaban más. Esto significa que se agregaban nuevos creyentes, pero se agregaban al Señor, no principalmente a una “iglesia” o a una persona o incluso a un movimiento. Eran añadidos al mismo Señor Jesús.
Cristiano, por favor entienda: su identidad fundamental es quién es usted como alguien agregado al Señor Jesús.
– Usted tiene una raza y una etnia; ésas no son su identidad fundamental.
– Usted vive en una nación y quizás pertenece a un partido político; ésas no son su identidad fundamental.
– Usted tiene una educación y algún tipo de clase económica; ésas no son su identidad fundamental.
-Usted pertenece a una determinada iglesia o denominación; ésas no son su identidad fundamental.
Usted ha sido sido agregado al Señor Jesús; usted está “en Cristo”. Esta es la identidad más grande y gloriosa. Regocíjese en él, descanse en él – y recuerde que es algo serio estar entre los que se agregan al Señor Jesús.