2 Corintios 3 – La gloria del Nuevo Pacto
A. La carta de recomendación de Pablo.
1. (1-2) ¿Necesita Pablo una carta de recomendación? Él tiene una: los corintios cristianos.
¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros? Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres;
a. Cartas de recomendación: Tales cartas eran comunes y necesarias en la iglesia primitiva. Un falso profeta o apóstol podía viajar de una ciudad a otra y decir fácilmente: «Pablo me envió, así que debes de apoyarme». Para cuidarse de problemas como este, a menudo se enviaban letras de recomendación con los cristianos mientras viajaban.
i. Pablo mismo envió cartas de recomendación en muchas ocasiones (Romanos 16:1-2, 1 Corintios 16:3, 16:10-11, 2 Corintios 8:16-24). Ahora Pablo describirá su carta de recomendación.
b. Nuestras cartas sois vosotros: Pablo tiene una carta de recomendación, pero no está escrita en papel. Pablo dice que la carta está escrita «en vuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres».
i. No había nada de malo con la carta de recomendación escrita en papel, pero ¡cuánto mejor era tener una carta de recomendación viviente! Los cristianos en Corinto, junto con los grupos de cristianos dondequiera que Pablo trabajara, eran la «carta viviente» para validar el ministerio de Pablo.
ii. La mejor analogía en el mundo de hoy puede ser un certificado de ordenamiento. Muchas personas piensan que un certificado de ordenamiento significa que tú tienes las credenciales para el ministerio. Mientras hay un propósito importante en una ordenación pública para el ministerio, un pedazo de papel en sí nunca es una credencial apropiada. Las verdaderas credenciales del ministerio son vidas cambiadas, epístolas vivientes. También podríamos decir: «Guarda tu papel para ti mismo y muéstranos las vidas cambiadas por tu ministerio».
iii. «Nada elogia a un ministro como la capacidad de su pueblo» (Poole). «La productividad del pueblo es el testimonio del predicador» (Trapp).
iv. Muchos piensan que la razón principal por la que Dios concedió señales milagrosas y maravillas entre los apóstoles en el libro de Hechos, fue que sirvieran como «carta de recomendación» hacia su ministerio apostólico. Si este fuera el caso, entonces tendría sentido que los dones milagrosos del Espíritu cesarían cuando los apóstoles ya no estuvieran en la escena, porque ya no habría un ministerio apostólico para autenticar. Sin embargo, es significativo que Pablo nodice: «los milagros son nuestra epístola de recomendación». Pablo aparentemente no creía que su principal «carta de recomendación» estaba en las señales milagrosas, sino que se encontraba en las vidas cambiadas milagrosamente.
2. (3) La escritura de la carta de recomendación de Pablo
[…] siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
a. Carta de Cristo: La carta de recomendación de Pablo tiene un autor: Cristo Jesús. Los corintios cristianos eran, ciertamente, la carta de recomendación de Pablo; pero él sabía que él no escribió la carta, Jesús lo hizo. Pablo no está intentando decir: «Yo hice de ustedes los cristianos que ahora son»; sino que está diciendo: «Dios me usó para hacer de ustedes los cristianos que ahora son».
b. Expedida por nosotros: La carta de recomendación de Pablo fue escrita con «pluma», y la «pluma» fue el mismo Pablo. Él «escribió» en las vidas de las personas a las que les sirvió.
c. Escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo: La carta de recomendación de Pablo estaba escrita con «tinta», y esa «tinta» era el Espíritu Santo.
d. En tablas de carne del corazón: La carta de recomendación de Pablo fue escrita en tablas, que eran el corazón de los corintios cristianos.
i. Los profetas del Antiguo Testamento miraban hacia el Nuevo Pacto, cuando la ley de Dios fuera escrita en nuestros corazones (Jeremías 31:33), y Dios daría corazones de carne para remplazar los corazones de piedra (Ezequiel 11:19 y 36:26).
3. (4-6) Ministros suficientes de un Nuevo Pacto
Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
a. Tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios: Pablo sabe que lo que ha escrito pudiera sonar como orgullo a los oídos de los corintios cristianos. Después de todo, no es algo pequeño lo que dice: «Vosotros son mi carta de recomendación», y «Soy una pluma en la mano de Dios». Pablo sabe que estas son grandes ideas; pero encuentra estas grandes ideas en Jesús, no en sí mismo.
b. No que seamos competentes por nosotros mismos: Pablo no se considera a sí mismo como competente para la gran obra de cambiar vidas para Jesús. Solamente Jesús es competente para hacer tal obra.
i. Algunas personas rechazan ser usadas por Dios porque piensan que no están «listos», pero en un sentido, nunca estamos listos ni somos dignos. Si lo estuviéramos, la competencia estaría en nosotros y no en Dios.
ii. «Hermanos, si Pablo no es competente en sí mismo, ¿qué somos tú y yo? ¿Dónde estás tú? ¿Te complaces en el sueño de que eres autocompetente? Ten vergüenza de tu disparate en la presencia de un gran hombre que sabía lo que decía, y que habló bajo la dirección del Espíritu de Dios cuando escribió deliberadamente: ‟no que seamos competentes por nosotros mismos”». (Spurgeon)
iii. «Nuestra competencia proviene de Dios; hay que disfrutar de una manera práctica esta verdad. Somos pobres vasos que gotean, y la única manera para mantenernos llenos es poner nuestro vaso bajo el perpetuo flujo de la gracia sin límites. Entonces, a pesar de su fuga, el vaso siempre estará lleno hasta el borde». (Spurgeon)
c. Ministros competentes de un nuevo pacto: La idea de un nuevo pacto fue profetizada en el Antiguo Testamento (Jeremías 31:31) y fue puesta en práctica por Jesús (Lucas 22:19-20).
i. La antigua palabra griega para «pacto» (diatheke) tenía el significado de «última voluntad y testamento». El uso de Pablo de la palabra refuerza la soberanía de Dios, porque no es un arreglo negociable, sino un decreto divino.
ii. La palabra pacto describe «un arreglo hecho por una parte con pleno poder, el cual la otra parte puede aceptar o rechazar, pero no puede alterar Un pacto ofrecido por Dios al hombre no fue un ‟convenio” entre dos partes que se unían en términos equitativos». (Moulton y Milligan)
iii. Este nuevo pacto representa los términos por los cuales podemos tener una relación con Dios, centrada en Jesús y su obra por nosotros.
d. No de la letra, sino del espíritu: Cuando Pablo contrasta la letra y el Espíritu, no está favoreciendo a la «experiencia» sobre «la palabra»; tampoco es que esté favoreciendo a las interpretaciones alegóricas sobre el entendimiento literal de la Biblia. Pablo muestra la superioridad del nuevo pacto por encima del antiguo pacto.
i. La «letra» es la «ley», en su sentido exterior, escrita en tablas de piedra. La letra de la ley vino por el Antiguo Pacto. Era buena en sí misma, pero no nos daba poder para servir a Dios, y no cambiaba nuestro corazón, simplemente nos decía lo que debíamos de hacer. Pablo puede decir que la letra mata, porque la ley, al exponer nuestra culpa, nos «mata» delante de Dios. La ley establece, exhaustiva y completamente, nuestra culpa.
ii. Pablo expresa bien este punto en Romanos 7:5-6: «Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra».
iii. El Espíritu que mora en el interior se convierte por nosotros en una ley escrita en nuestros corazones. Él está en nosotros para guiarnos y para ser nuestra «ley». No es que el Espíritu Santo remplace la ley, sino que acaba y cumple la obra de la ley escrita en nuestros corazones. El espíritu vivifica, y con esta vida espiritual podemos vivir la ley de Dios.
iv. Por lo tanto, no podemos deshacernos, ni descuidar nuestras Biblias (la cual algunos podrían decir que es la letra), porque ahora tenemos el espíritu; pues el espíritu nos vivifica para la letra, cumpliendo y completando la obra de la letra en nosotros. Tampoco debemos de pensar que este es un permiso para vivir nuestra vida cristiana mediante experiencias o interpretaciones míticas de la Biblia. Las experiencias y alegorías en la Biblia tienen su lugar, pero cada una debe ser probada como cierta, y debe ser apoyada al estudiar el significado literal de la Biblia. El espíritu y la letra no son enemigos, sino amigos. Ellos no trabajan el uno contra el otro, sino que uno está incompleto sin el otro.
B. Un contraste entre el Antiguo y el Nuevo Pacto
1. (7-11) La gloria excedente del Nuevo Pacto
Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundara en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.
a. El ministerio de muerte: ¿Estuvo mal llamar al Antiguo Pacto «el ministerio de muerte»? No, porque eso es lo que la ley nos hace; nos hace morir como culpables delante de Dios para que podamos ser resucitados por el Nuevo Pacto. El problema no estaba en la ley, sino en nosotros:«las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte» (Romanos 7:5).
Trapp dice al referirse al «ministerio de la muerte»: «David era la voz de la ley al conceder muerte por el pecado: ‟Él seguramente morirá”. Natán era la voz del evangelio al conceder la vida ante el arrepentimiento del pecado: ‟Tú no morirás”».
b. Fue con gloria: Había gloria asociada con la promulgación de la ley y el Antiguo Pacto. En aquel tiempo, el Monte Sinaí estaba rodeado de humo; había terremotos, relámpagos, truenos, un estruendo de trompeta desde el cielo, y la voz de Dios (Éxodo 19:16-20:1). La perfección del Antiguo Pacto fue mostrada en el rostro de Moisés y la gloria de su rostro.
i. «Y aunque el evangelio no vino al mundo como la ley, con truenos, relámpagos, y terremotos; a pesar de todo, hizo su entrada con ángeles, que predijeron el nacimiento y ministerio de Juan el Bautista, y de Cristo; con la gran señal de la concepción y el alumbramiento de la virgen; con una voz del cielo proclamando a Cristo como el Hijo unigénito del Padre, en quien Él se complacía». (Poole)
c. El rostro de Moisés: Éxodo 34:29-35 describe como Moisés se puso un velo sobre su rostro después de hablar con el pueblo. Tan glorioso como fue el rostro radiante de Moisés, aun así era una gloria que se desvanecía (la cual había de perecer). La gloria del Antiguo Pacto, que era mostrada a través del brillo del rostro de Moisés, era una gloria que desaparecía; pero la gloria del Nuevo Pacto dura sin desvanecerse.
d. ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?: Si el Antiguo Pacto, el cual trajo muerte tuvo su gloria, debiéramos de esperar una gloria más grande en el Nuevo Pacto, el cual trae el ministerio del espíritu y vida.
i. El Antiguo Pacto era un ministerio de condenación, pero el Nuevo Pacto es el ministerio de justificación. El Antiguo Pacto es el que perece, pero el Nuevo Pacto ha de permanecer. ¡No es de extrañar que el Nuevo Pacto tiene una gloria más eminente!
ii. El Antiguo Pacto fue glorioso, pero la gloria del Nuevo Pacto la supera por mucho, de la manera en la que el sol supera el brillo de la luna. Comparado con el Nuevo Pacto, el Antiguo Pacto no es glorioso debido a la gloria más eminente del Nuevo Pacto.
2. (12-16) El carácter abierto y franco del Nuevo Pacto
Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.
a. Así que, teniendo tal esperanza: Ya que nuestra esperanza está en un pacto más glorioso, podemos tener una esperanza más gloriosa. Debido a esta esperanza, Pablo puede hacer uso de mucha franqueza. El Antiguo Pacto restringía y separaba a los hombres de Dios; el Nuevo Pacto nos acerca a Dios y nos habilita para venir con franqueza a Él.
b. No como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro: Aun Moisés no tenía una verdadera franqueza bajo el Antiguo Pacto. Un velo no es algo que se usa para permitir una verdadera «franqueza»; es una barrera, algo que oculta lo que está detrás. A Moisés le faltaba franqueza (comparado con Pablo), porque el pacto que él ministraba estaba pereciendo, y pereciendo en gloria.
c. Para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido: Al leer el hecho en Éxodo 34:29-35, uno podría tener la primera impresión de que Moisés utilizó el velo después de encontrarse con Dios para que el pueblo no tuviera miedo de acercarse a él; pero el velo era para protegerlos de ver el rostro resplandeciente de Moisés. Pablo aquí explica el verdadero propósito del velo: no para ocultar el resplandor del rostro de Moisés, sino para ocultar la gloria que «perecía» de su rostro debido a que esa gloria estaba desvaneciéndose. La gloria del Antiguo Pacto quedó abolida en contraste con la gloria duradera del Nuevo Pacto.
d. No fijaran la vista: Ya que el velo escondía el rostro de Moisés, los hijos de Israel no podían ver nada de la gloria de su rostro. Por lo tanto, el contraste no solamente está en lo «abolido» de la gloria y lo «duradero» de la gloria; sino también entre lo «oculto» de la gloria y lo «revelado» de la gloria.
e. porque hasta el día de hoy […] les queda el mismo velo no descubierto: Pablo dice que la mayoría de los judíos de su época no podían ver que la gloria del ministerio de Moisés se desvaneció en comparación al ministerio de Jesús. Debido al velo no descubierto, ellos no pueden ver que la gloria de Moisés ha perecido y que ahora deben mirar hacia Jesús. Ya que el mismo velo que ocultó el rostro de Moisés está puesto sobre el corazón de ellos, ellos aún piensan que hay algo superior o más glorioso en el ministerio de Moisés.
f. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará: Pablo pudo decir de sus compañeros judíos que un velo está puesto sobre el corazón de ellos; pero también pudo decir que el velo puede ser quitado en Jesús. Pablo sabía esto bien, porque él una vez tuvo ese velo que le impedía ver la gloria y superioridad de Jesús.
i. Muchos cristianos con un corazón inclinado a predicar a sus amigos judíos se preguntan por qué en pocas ocasiones es simple mostrarles que Jesús es el Mesías. Esto es porque un velo está puesto sobre el corazón. A menos que Dios haga una obra en ellos para que puedan voltear hacia el Señor, y para que su velo sea quitado, ellos nunca verán la gloria perecedera del pacto de Moisés, y la gloria incomparable de Jesús y del Nuevo Pacto.
ii. Por supuesto, se puede decir que los judíos no son los únicos con un velo […] puesto sobre el corazón. Los gentiles también tienen «velos» que les impiden ver a Jesús y su obra claramente, y Jesús es más que capaz de quitar esos velos. Esto señala la necesidad esencial de la «oración» en el evangelismo. Se ha dicho correctamente que es más importante hablar con Dios acerca de los hombres, que hablar a los hombres acerca de Dios; pero nosotros podemos hacer estos dos trabajos tan importantes.
3. (17) La libertad del Nuevo Pacto
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
a. Porque el Señor es el Espíritu: Del contexto de Éxodo 34:34, vemos que cuando Pablo dice que el Señor es el Espíritu, quiere decir que el Espíritu Santo es Dios, de la misma manera que Jesús y el Padre son Dios.
b. Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. La forma de pensar de Pablo es la siguiente: cuando Moisés fue a la presencia de Dios, tenía la libertad de quitarse el velo, la presencia del Señor le daba esta libertad. Tenemos el Espíritu Santo, quien es el Señor. Vivimos en la presencia del Espíritu porque Él nos la ha dado bajo el Nuevo Pacto. Así que, de la manera que Moisés tenía la libertad de relacionarse con Dios sin usar el velo en la presencia del Señor, así nosotros tenemos la libertad debido a la presencia del Espíritu Santo.
i. También debemos de considerar lo que Pablo «no» está diciendo. Él no está dando una licencia para un excesivo Pentecostés debido a que donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Tenemos una gran libertad en nuestra relación con Dios por medio de lo que Jesús hizo y por medio de lo que está haciendo el Espíritu Santo, pero nunca tenemos la libertad para desobedecer lo que el Espíritu dice en la Palabra de Dios. Esa es una perversión de la verdadera libertad, no una libertad guiada por el Espíritu.
c. Hay libertad: Lo que Pablo tiene en mente, es en realidad la libertad de acceso. Él está colocando los cimientos de lo que escribió en 2 Corintios 3:12: «usamos de mucha franqueza». Franqueza es una palabra relacionada con libertad. Debido a la gran obra del Espíritu Santo en nosotros, por medio del Nuevo Pacto, tenemos una relación franca y libre con Dios.
i. «Una libertad del yugo de la ley, del pecado, de la muerte, del infierno; pero la libertad aquí se refiere, principalmente, a la libertad de la ceguera y dureza que está sobre los corazones de los hombres hasta que reciben al Espíritu Santo». (Poole)
4. (18) La gloria transformadora del Nuevo Pacto
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
a. Nosotros todos, mirando a cara descubierta: Pablo invita a cada cristiano a una intimidad especial y gloriosa con Dios. Esta es una relación y un poder transformador que no son propiedad de algunos cristianos privilegiados. Les puede pertenecer a todos, a todos los que tienen una cara descubierta.
i. ¿Cómo hacemos para tener una cara descubierta? «Cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará» (2 Corintios 3:16). Si nos volvemos al Señor, Él quitará el velo y nosotros podremos llegar a ser parte del «nosotros todos» al que pablo se refiere.
b. Como en un espejo la gloria del Señor: Podemos ver la gloria del Señor, pero no podemos ver su gloria perfeccionada. Un espejo en el mundo antiguo no nos daba un reflejo tan bueno como los espejos de hoy. Los espejos antiguos eran hechos de metal pulido, y daban una imagen nublada, borrosa, y algo distorsionada. Pablo dice: «Podemos ver la gloria del Señor, pero todavía no la podemos ver de una manera perfecta».
i. Puede también haber otra idea aquí: «Como los espejos entre los judíos, los griegos y los romanos eran hechos de metales muy pulidos, especialmente en una luz fuerte, el rostro podía ser grandemente iluminado por esta fuerte luz reflejada; quizás a esto es a lo que el apóstol alude». (Clarke)
c. Somos transformados: Mientras miremos la gloria de Dios, seremos transformados. Dios cambiará nuestras vidas y nos cambiará de adentro hacia afuera. Aunque el Antiguo Pacto tuvo su gloria, nunca la ley pudo transformar nuestras vidas. Dios usa el Nuevo Pacto para hacernos personas transformadas, no solamente buenas personas.
i. Todos quieren saber: «¿Cómo puedo cambiar?». O, todos quieren saber: «¿Cómo pueden ellos cambiar?». La mejor y más duradera oportunidad viene a nuestra vida cuando somos transformados por el tiempo que pasamos con el Señor. Hay otras cosas que coadyuvan al cambio, como la culpa, la coerción, la fuerza de voluntad; pero ninguno de estos métodos nos trae una oportunidad que sea profunda y que dure tanto como la transformación que viene del Espíritu de Dios, mientras pasamos tiempo en su presencia.
ii. Paro aún se requiere algo: «mirando». La palabra significa más que una mirada casual, significa «hacer un estudio cuidadoso». Todos tenemos algo que mirar, algo que estudiar. Podemos ser transformados por la gloria del Señor, pero solamente si la estudiamos cuidadosamente.
d. En la misma imagen: Al estar mirando el «espejo de Dios», somos cambiados a la misma imagen del Señor. Cuando pasamos tiempo mirando la gloria del Dios de amor, gracia, paz, y justicia, veremos un crecimiento en amor, paz, gracia y justicia.
i. Por supuesto, es de esta forma que puedes saber si alguien está pasando en realidad tiempo con el Señor: ellos son transformados […] en la misma imagen. Sin embargo, cuando miramos hacia el «espejo de Dios», mucho de lo que «vemos» depende de la imagen que tenemos de Dios. En esta analogía, el «espejo de Dios» no es un espejo que nos muestra tanto lo que somos, sino lo que seremos, y en lo que nos convertiremos en base a nuestra imagen de quién es Dios. Si tenemos una imagen falsa de Dios, veremos una imagen falsa en el «espejo de Dios», y seremos transformados en la misma imagen, mucho de ello para nuestro daño, tanto ahora como para la eternidad.
ii. No todos ven la verdad cuando ven hacia el espejo. David, a sus treinta años, se levanta cada mañana, y su rutina matutina solo se extiende hasta el espejo de la recámara, donde ve una horrible cara distorsionada, una nariz torcida y ensanchada, lleno de cicatrices y con un ojo hinchado. El dolor de sus deformidades lo hizo renunciar al colegio y mudarse con sus padres hace diez años. Desde entonces, en raras ocasiones sale del cuarto, con el temor de que alguien lo vea. Sus cuatro cirugías cosméticas no han hecho nada para ayudar su condición, porque los problemas de la apariencia de David únicamente están en su mente. Los expertos lo llaman un trastorno dismórfico corporal (TDC). Ocasiona que las personas se imaginen como deformadas y feas cuando en realidad tienen un aspecto normal. Los psiquiatras lo llaman una epidemia escondida. Un psiquiatra dijo: «Los pacientes virtualmente están saliendo de la carpintería. Me estoy encontrando con un paciente cada semana». La mayoría de los que sufren TDC están convencidos de que el problema está en su rostro. Los afligidos por esta enfermedad viven con un sentido tan abrumador de vergüenza que apenas pueden ser funcionales. Una joven profesora en Boston intentó continuar con su trabajo, pero muy a menudo salía en medio de la clase, con el miedo de que su horrible apariencia se mostrara a través de su grueso maquillaje. Un comerciante de Denver llamó a su madre desde su oficina 15 veces al día para que le asegurara que no se veía grotesco, y pasaba horas en el baño con un espejo de bolsillo intentando buscar formas de mejorar su apariencia. Algunos le hacen frente con rituales dañinos, como cortarse para hacer sangrar el área afectada. Los que sufren de TDC están usualmente convencidos de que el problema está en su cuerpo, pero no en su mente. Ellos no quieren ver a nadie que no sea un cirujano plástico o un dermatólogo para que atienda su problema.
iii. Podemos estar agradecidos de que no tenemos que estar bajo la servidumbre de una imagen falsa de nosotros, ni de Dios. Si miramos la imagen de Dios como Él es, en verdad seremos transformados a su imagen. Este es el gran diseño de Dios para nuestra salvación: «porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo» (Romanos 8:29). Calvino habla de este gran diseño de Dios: «Que la imagen de Dios, la cual ha sido desfigurada por el pecado, sea reparada dentro de nosotros […]. El progreso de esta restauración es continuo a través de toda la vida, porque es poco a poco que Dios usa su gloria para que brille en nosotros».
e. Somos transformados: Esta obra de transformación es un proceso. Somos transformados, la obra aún no está completa, y nadie debería de esperar que estuviera completa ni en él mismo ni en otros. Nadie sale de un tiempo increíble con el Señor perfectamente transformado.
f. De gloria en gloria: El trabajo de la transformación es un proceso continuo. Es una obra de gloria en gloria. No es ir de la apostasía a la gloria y reincidir en la apostasía. La obra de Dios en nuestras vidas puede ser un proceso continuo, de gloria en gloria.
g. Por el Espíritu del Señor: Con estas últimas palabras, Pablo enfatiza dos cosas: primero, este acceso a Dios y a su presencia transformadora es nuestro por el Nuevo Pacto, porque es a través del Nuevo Pacto que se nos da el Espíritu del Señor; segundo, esta obra de transformación en realidad es la obra de Dios en nosotros. Esto sucede por el Espíritu del Señor, no por la voluntad o el esfuerzo del hombre. Nosotros no alcanzamos o nos ganamos la transformación espiritual al mirar en un espejo la gloria del Señor. Simplemente, nos ponemos en el lugar en donde el Espíritu del Señor pueda transformarnos.
©2020 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com