2 de Reyes 19




2 Reyes 19: Dios libra a Jerusalén de asiria

A. Las oraciones de Ezequías y las amenazas de Senaquerib.

1. (1-5) Ezequías busca a Isaías en el tiempo de gran angustia.

Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová. Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz, para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas. Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda. Vinieron, pues, los siervos del rey Ezequías a Isaías.

a. Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio: El rasgar sus ropas y usar cilicio (un material áspero, de tipo yute) eran expresiones de profundo luto, usualmente por la muerte de un ser querido. Ezequías recibió esta noticia sobre el Rabsaces con seriedad, sabiendo qué tan dedicado estaba este enemigo a conquistar por completo Jerusalén.

i. La reacción inicial de Ezequías fue buena. Vio la situación como realmente era. A menudo, cuando estamos pasando por algún tipo de prueba o dificultad, lo manejamos pobremente porque nunca vemos la situación con precisión. La situación de Jerusalén era desesperada y Ezequías lo sabía.

ii. Había una buena razón por la cual Ezequías era tan humilde delante de Jehová. «Ciudad tras ciudad había caído frente a Senaquerib y largas líneas de deportados serpenteaban ya su amargo camino al exilio — ¡y todo por culpa de Ezequías! Él siguió la lunática política de rebelión y fue hechizado por las promesas egipcias. Pero, incluso, cuando un asunto es culpa nuestra, podemos orar al respecto. Y siempre se puede confiar en que el señor se compadecerá de su pueblo». (Motyer, Comentario de Isaías)

b. Entró en la casa de Jehová: La segunda reacción de Ezequías fue aún mejor. No permitió que su duelo y su pena lo llevaran a rechazar el poder y la ayuda de Jehová. Él sabía que este era un tiempo aún más necesario que nunca de buscar a Jehová.

i. Cuando dice: «entró en la casa de Jehová», no debemos pensar que el rey Ezequías entró en el lugar santo, el cual estaba prohibido para todos menos para los sacerdotes. Simplemente, significa que Ezequías fue a los patios de la casa de Jehová para buscar a Dios en el lugar que estaba abierto para él como hombre de Israel.

ii. Un rey de Judá anterior, el rey Uzías, vio terminar trágicamente su reinado cuando rompió esta orden de Jehová de permanecer fuera del lugar santo del templo. Segunda de Crónicas 26:16 dice: «Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso». En respuesta, Dios golpeó a Uzías con lepra y fue un leproso aislado hasta su muerte.

c. Y envió a Eliaquim […] Sebna […] y a los ancianos de los sacerdotes […] al profeta Isaías: Lo tercero que hizo Ezequías también fue bueno. El rey buscó la palabra de Jehová, dada a través del profeta de Jehová.

d. Los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas: Ezequías puso estas palabras en la boca de sus mensajeros para expresarle a Isaías la calamidad total de la situación. Esta era una expresión proverbial para un desastre — una mujer tan exhausta por el parto que no puede completar el nacimiento, por lo que es probable que la madre y el niño mueran.

e. Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces: Ezequías sabía que su única esperanza era que Dios se ofendiera con las blasfemias del Rabsaces y se levantara contra él.

i. «La insolente blasfemia de este discurso es inigualable y Ezequías la trató como debía porque no fue precisamente hacia él, sino contra Jehová; por lo tanto, refiere el asunto al mismo Jehová, quien castiga esta blasfemia de la manera más llamativa». (Clarke)

f. Por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda: «Isaías, ora por nosotros. Nuestra nación está devastada por esta invasión asiria, y solo queda Jerusalén. Ora por el remanente que aún queda».

2. (6-7) El mensaje de confianza de Dios para Ezequías.

E Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.

a. Así ha dicho Jehová: Isaías estaba conciente de que hablaba como profeta de Jehová. Sin titubear, habló como si estuviera hablando por Jehová Dios del cielo. Podemos estar seguros de que Isaías no se tomó esto a la ligera. El destino de la nación, y toda su credibilidad como profeta, dependían de lo que dijo.

i. Isaías, hablando por Jehová, estaba por hacer una osada predicción. Su profecía sería totalmente «comprobable». Si sucedía o no sucedía, Isaías sería conocido como un verdadero profeta o como un falso profeta en poco tiempo.

b. No temas por las palabras que has oído: Tal vez podemos sentir una gentil reprimenda en estas palabras de Jehová: «Ezequías, es bueno que me busques con tanta pasión. Pero las palabras del Rabsaces son solo palabras. No tengas miedo de ellas».

c. Con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria: ¡Cómo deben de haber animado a Ezequías estas palabras! Antes tenía la esperanza: «Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios […] ha enviado para blasfemar al Dios viviente» (2 de Reyes 19:4). Ahora, Jehová habló a través del profeta Isaías y dijo que, ciertamente, había oído esas palabras. Era evidente que Dios había tomado esta ofensa como personal.

i. Los siervos del rey de Asiria: «Siervos» es «una expresión totalmente desacreditadora: “los chavales/lacayos del rey de Asiria”» (Motyer, Comentario de Isaías). «Él llama al Rabsaces y a otros oficiales del ejército esclavos o siervos —podríamos decir los recaderos— del rey de Asiria». (Bultema, Comentario de Isaías)

d. He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada: Aquí, Jehová Dios le aseguró a Ezequías que él lidiaría con el Rabsaces. Él había escuchado su blasfemia, y traería juicio contra el Rabsaces.

i. Significativamente, en este mensaje inicial del profeta, no había mención de la liberación de Jerusalén o de la derrota del ejército asirio. Dios enfocó este mensaje contra el Rabsaces personalmente.

ii. «El rumor era, que Tirhaca había invadido Asiria. El ángel del Señorfue el que mató a ciento ochenta y cinco mil de ellos en una noche (ver versículo 35)». (Clarke)

3. (8-13) La respuesta del Rabsaces al rey Ezequías y Jerusalén.

Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria combatiendo contra Libna; porque oyó que se había ido de Laquis. Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra. Entonces volvió él y envió embajadores a Ezequías, diciendo: Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú? ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar? ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?

a. Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria combatiendo contra Libna: Esto debió de haber parecido a Ezequías como el cumplimiento de la promesa de Jehová a través del profeta Isaías. El Rabsaces dejó Jerusalén y Ezequías debió haber pensado: «Ahora regresará a su propia tierra y será asesinado, tal como Jehová lo prometió. ¡Por fin! ¡Gracias Jehová!».

b. Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra: Mientras el Rabsaces estaba lejos, los asirios se enteraron de que las tropas egipcias (bajo las órdenes del rey de Etiopía) estaban avanzando por el sur. Esta sería la intervención egipcia que Asiria temía, y en la que muchos en Judá confiaban. Como Isaías profetizó, no resultaría en nada (Isaías 20:1-6 y 30:1-7).

i. «En realidad Tirhaca solamente era un príncipe en ese tiempo, pero como asumió el trono en el 690 a.C., el título “rey” es usado proféticamente». (Wolf, Comentario de Isaías)

c. No te engañe tu Dios en quien tú confías: El Rabsaces no estaba en Jerusalén, pero eso no lo detuvo de intentar provocar miedo, desánimo y desesperación en Ezequías. Él envió una carta al rey de Judá para atacarlo desde lejos.

d. ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones […] ?: Si leemos con un ojo de fe, estas palabras del Rabsaces a Ezequías debieron haber fortalecido la confianza del rey de Judá. Al contar al Dios de Israel entre los dioses de las naciones, el Rabsaces blasfemó contra Jehová e invitó a juicio.

i. El Rabsaces nombró varias ciudades que el ejército asirio había conquistado, destruido por completo: «La lista de ciudades-estado que habían sido expulsadas (hebreo herem: “exterminadas o completamente destruidas” [RSV]) le recuerda al lector que no solo Israel utilizaba este método en la batalla (ver Números 21:2-3; Josué 6:21)». (Wiseman)

4. (14-19) La oración de Ezequías.

Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová. Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios.

a. Subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová: Ezequías hizo exactamente lo que todo hijo de Dios debería hacer con ese tipo de carta. La llevó a la casa de Jehová (a los patios de afuera, no al Lugar Santo), y las extendió […] delante de Jehová. En esto, Ezequías osada y eficazmente cumplió el mandamiento que se daría después en 1 de Pedro 5:7: «echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros».

i. «Como un niño le lleva su juguete roto a su padre para que lo repare, así Ezequías puso sus problemas a la vista de Dios en busca de una solución». (Patterson y Austel)

ii. «En el versículo 14, Ezequías reaccionó a la segunda carta de una manera diferente. No fue con Isaías. Fue al templo y oró solo, llevando su suplica directamente al Señor. Ambos tipos de oración son apropiados para un creyente que está afrontando una crisis». (Dilday)

iii. «Cuando lleguen cartas a usted, anónimas o no, llenas de reproche amargo, cuando historias poco amables y malévolas son esparcidas respecto a usted, cuando toda esperanza de hombre ha perecido, entonces lleve su queja —la carta, el artículo, el discurso, el rumor— y preséntela delante de Dios. Deje que sus peticiones sean conocidas delante de Él». (Meyer)

iv. Un viejo predicador recibió una carta sin remitente o dirección de envío en un sobre. Cuando la abrió vio una sola hoja de papel con solo una palabra: «¡Tonto!». La llevó al púlpito el siguiente domingo y dijo: «Recibí una carta inusual esta semana. ¡Nunca antes había recibido una carta donde el remitente firmara con su nombre, pero olvidara escribir algo más!».

b. Dios de Israel: Este título de Dios le recordaba a Ezequías —y a Jehová también, en nuestra forma humana de entendimiento— que Jehová Dios era el Dios de pacto de Israel, y que no debía abandonar a su pueblo.

i. Como se registra en Isaías 37:16, Ezequías también usó otro título cuando se dirigió a Dios: «Jehová de los ejércitos». Este título de Dios básicamente significa: «Jehováde todos los ejércitos». Ezequías estaba en una crisis que era principalmente militar, por lo que tenía sentido para él dirigirse a Jehová primero según el aspecto de la naturaleza de Dios que era de más utilidad para él. «Jehová de los ejércitos, ¡envía algunas tropas a ayudarnos!».

c. Que moras entre los querubines: Aquí, Ezequías vio la gran majestuosidad de Dios. Ciertamente, el que mora entre los querubines nunca permitiría que las blasfemias del Rabsaces quedaran impunes.

i. «Él es nuestro juez, legislador, y rey, y está, por lo tanto, atado por la más solemne obligación de salvarnos, o su nombre será manchado». (Meyer)

d. Sólo tú eres Dios: Dios es un título sencillo para nuestro Jehová, pero tal vez el más poderoso. Si Él es Dios, entonces qué no puede hacer. Si él es Dios, qué puede estar más allá de su control. Ezequías se dio cuenta del hecho más fundamental de toda teología: Dios es Dios, ¡y nosotros no! Dios es Dios, y el Rabsaces y los asirios no.

e. Tú hiciste el cielo y la tierra: Al reconocer a Jehová Dios como Creador, Ezequías vio que Jehová tenía todo el poder y todos los derechos sobre toda cosa creada. ¡Casi podemos sentir la fe de Ezequías elevarse mientras oraba!

f. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira: Ezequías sabía muy bien que Jehová realmente había escuchado y visto las blasfemias del Rabsaces. Esta era una forma poética de pedirle a Dios que actuara en base a lo que había visto y escuchado, asumiendo que, si Dios había visto tales cosas, ¡ciertamente actuaría!

g. Oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente: En su oración, el rey Ezequías describió el contraste entre el Dios viviente y los dioses falsos de las naciones que los asirios ya habían conquistado. Esos dioses falsos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, así que no fueron capaces de salvarlos de los asirios. Pero Ezequías oró confiando en que el Dios viviente los salvaría, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios.

B. Dios habla acerca de la situación.

1. (20-21) Senaquerib es digno de menosprecio, no de miedo ni temblor.

Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído. Ésta es la palabra que Jehová ha pronunciado acerca de él: La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.

a. Lo que me pediste: La gloriosa respuesta que llena el resto del capítulo vino porque Ezequías oró. ¿Y si no hubiera orado? Entonces debemos pensar que no hubiera llegado ninguna respuesta, y Jerusalén hubiera sido conquistada. La oración de Ezequías realmente fue importante.

i. Deberíamos preguntarnos: ¿Cuántas bendiciones, cuántas victorias, cuántas almas salvadas por la gloria de Jesús, yacen sin ser reclamadas en el cielo hasta que Jehová pueda decir: «lo que me pediste»?

b. La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece: La idea es que los asirios habían venido a violar a la hija de Sion, la ciudad de Jerusalén. Pero Dios no iba a permitirlo. «Jerusalén es representada como una joven que rechaza con desprecio las insinuaciones de un patán». (Grogan, Comentario de Isaías)

i. Jerusalén podía ser llamada la virgen hija de Sion por varias razones:

·No estaba contaminada con la repugnante idolatría de los paganos.

·Dios la defendería del intento de violación de Senaquerib y los asirios.

·Nunca había sido invadida o conquistada por otro desde los días de David.

2. (22-28) El mensaje de Dios para el rey de Asiria y sus representantes.

¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel. Por mano de tus mensajeros has vituperado a Jehová, y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes, a lo más inaccesible del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses más escogidos; me alojaré en sus más remotos lugares, en el bosque de sus feraces campos. Yo he cavado y bebido las aguas extrañas, he secado con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto. ¿Nunca has oído que desde tiempos antiguos yo lo hice, y que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para hacer desolaciones, para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros. Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez. He conocido tu situación, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí. Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.

a. ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿Y contra quién has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel: Jehová, hablando a través de Isaías, simplemente le dijo al Rabsaces: «¿Sabes con quién estás tratando?». El Rabsaces, evidentemente, no lo sabía.

i. Curiosamente, esta profecía tal vez nunca haya llegado a los oídos del Rabsaces. Después de todo, Isaías no tenía exactamente libre acceso a él. Pero, quizás antes de su terrible final, Dios encontró una manera de hacerle llegar esta profecía. O, probablemente, Dios la tenía reservada a este blasfemo como un mensaje especial en el infierno. Pero, por lo menos, esta profecía debió haber sido de gran aliento para Ezequías y todo Judá, incluso si el Rabsaces nunca la escuchó en esta tierra.

ii. Algunas veces Dios habla al enemigo más por el bien de su pueblo que por el del mismo enemigo.

b. Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de los montes: Aquí, Jehová describió el gran orgullo que los asirios sentían por sus propias conquistas. Pero se olvidaron de que en realidad Jehová estaba a cargo (Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para hacer desolaciones, para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros. Sus moradores fueron de corto poder). Incluso, si los asirios no lo sabían, le debían su éxito a Jehová.

i. «Dios entonces confrontó a Senaquerib con aquello que al parecer él no había considerado: «los éxitos de Senaquerib habían sido predeterminados por Dios […]. Senaquerib no debía jactarse de que lo que había hecho había sido logrado por él». (Patterson y Austel)

ii. Esto era humillante para los asirios. Todo el tiempo, pensaron que había sido por su gran poder que habían logrado tanto. Aquí, Dios dejó claro que fue su poder el que lo hizo.

iii. «“Con las plantas de mis pies”, era el alarde de Senaquerib de que había comandado a tantos soldados de modo que cuando marchaban a través de los lechos de los ríos, literalmente, secaban los ríos». (Dilday)

c. He conocido tu situación, tu salida y tu entrada: Dios sabía cómo encontrar a los asirios. Y como Asiria había ido demasiado lejos en blasfemar al que había hecho todo su éxito posible, dijo: «yo pondré mi garfio en tu nariz […] y te haré volver por el camino por donde viniste. Esta era una afirmación especialmente dramática, porque esta es exactamente la manera en que los asirios hacían marchar cruelmente a los que forzaban a reubicarse de sus tierras conquistadas. Ellos alineaban a los cautivos, y atravesaban un anzuelo grande por la nariz o el labio de cada cautivo, los ensartaban todos juntos y los hacían marchar. Dios les dijo: «Voy a hacer lo mismo con ustedes».

i. «La práctica asiria de llevar a los príncipes extranjeros cautivos con un aro o gancho en la nariz se representa en la Estela de Esarhaddon en Zenjirli, que lo muestra sujetando a Tirhaca de Egipto y a Ba’alu de Tiro». (Wiseman)

3. (29-31) Dios prosperará a la herida Judá.

Y esto te daré por señal, oh Ezequías: Este año comeréis lo que nacerá de suyo, y el segundo año lo que nacerá de suyo; y el tercer año sembraréis, y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis el fruto de ellas. Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado de la casa de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto arriba. Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

a. Este año comeréis lo que nacerá de suyo: «La invasión no permitió la siembra en el 702 a.C., pero cuando la amenaza se fue en el 701 ellos encontrarían suficiente crecimiento para preservar la vida; en el 701 los asirios que se retiraban aún inhibían la agricultura; sin embargo, en el 700, habría suficiente a través del “crecimiento accidental”. Así el Señor confirmaría que fue su mano la que dispersó el ataque». (Motyer, Comentario de Isaías)

i. «Cuando en la cosecha del tercer año el pueblo comiera en abundancia, sabrían con toda certeza que Dios había estado en toda la crisis». (Patterson y Austel)

b. Porque saldrá de Jerusalén remanente: Por más que los asirios quisieran destruir a Jerusalén y Judá, no podrían hacerlo. Dios preservaría a su remanente.

i. «La doctrina del remanente (versos 4, 30) dejado por la gracia de Dios a través de los tiempos de pruebas, fue demostrada por Isaías, cuyo hijo fue llamado Sear-jasub, “el remanente regresará” (Isaías 7:3, 37:30-32). Los israelitas huyeron a Judá para que en un sentido Judá también incluyera al remanente de Israel para continuar con el nombre y la obra de Dios». (Wiseman)

4. (32-34) Dios defenderá a Israel por amor a su nombre.

Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte. Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.

a. No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella […]. Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla: Dios clara y sencillamente trazó una línea. Aunque la máquina militar de asiria estaba a punto de sitiar a Jerusalén y finalmente destruirlos, no lo harían. El rey de asiria no entraría a esta ciudad porque Dios prometió defenderla.

i. Es difícil para las personas modernas entender el antiguo horror de los sitios, cuando una ciudad era rodeada por un ejército hostil y atrapada dentro de una lenta y dolorosa inanición. El rey Ezequías y el pueblo de Jerusalén vivían bajo la sombra de esta amenaza; pero la promesa de Dios a través de Isaías les aseguraba que Senaquerib y el ejército asirio no solo fallarían en tratar de conquistar la ciudad, sino que ni siquiera dispararían una saeta o sitiarían Jerusalén. Dios les prometió que ni siquiera iniciarían el sitio.

b. Por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo: Esto explica por qué Dios prometió defender Jerusalén. Dios defendería su propia gloria. A menudo, innecesariamente, pensamos que debemos defender la gloria de Jehová. Pero no es realmente el caso. Dios es más que capaz de defender su gloria.

i. Dios también lo hace «por amor a David». El rey David había muerto hacía casi 300 años, pero Dios aún honraba su promesa a David (2 de Samuel 7:10-17). Dios defendió a Jerusalén, no por amor a Jerusalén —¡Jerusalén merecía juicio! —; sino que lo hizo por amor a sí mismo y por amor a David. De la misma manera, Dios el Padre nos defiende y nos bendice; no por amor a nosotros —a menudo merecemos su juicio—, sino por amor a sí mismo, y por amor a nuestro Señor Jesucristo.

ii. Yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo: «Jeremías después sostuvo que los que interpretaron esta profecía como que significaba que el templo de Jerusalén nuca sería tomado fueron supersticiosos y presuntuosos (Jeremías 7:1-15)».

C. Dios defiende Jerusalén.

1. (35) Dios ataca al poderoso ejército de asiria.

Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.

a. Salió el ángel de Jehová: Simple y poderosamente, Dios destruyó su poderoso ejército en una noche. Murieron 185 000 hombres a manos del ángel de Jehová. Contra todas las probabilidades, y contra toda expectativa a excepción de la expectativa de la fe, el ejército asirio fue regresado sin siquiera haber disparado una sola flecha sobre Jerusalén. El incontenible fue contenido, el invicto fue derrotado.

i. El profeta Oseas hizo esta misma predicción: «Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes» (Oseas 1:7).

ii. «Heródoto, el historiador griego, registró que una noche el campamento del ejército de Senaquerib fue infestado con ratones (o ratas) que destruyeron las flechas y los escudos de los soldados. Probablemente, obtuvo este relato de fuentes egipcias, y bien podría ser una versión de alguna forma distorsionada de lo registrado aquí». (Grogan)

b. Todo era cuerpos de muertos: Esto no era algo difícil de hacer para Dios. Por así decirlo, fue mucho más difícil para Jehová poner el corazón y las mentes de su pueblo en el lugar correcto. Una vez que estuvieron ahí, no era nada para Dios enviar a un ángel a hacer esto.

i. Algunos han especulado que el ángel utilizó un medio natural. «Se ha pensado que fue una disentería bacilar, la cual tenía un periodo de incubación de tres días». (Wiseman)

2. (36-37) El derrotado Senaquerib es juzgado en Nínive.

Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó. Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.

a. Se fue, y volvió a Nínive: Esto sucedió exactamente como Dios dijo que sería. Pero aun así él se fue lleno de orgullo. Después de su retirada de Judá, Senaquerib comisionó un registro, el cual es preservado en los espectaculares Anales de Senaquerib (el Prisma Taylor), el cual puede ser visto en el Museo Británico. Muestra lo lleno de orgullo que estaba el corazón de Senaquerib, incluso sin ni siquiera haber podido afirmar que había conquistado Jerusalén.

i. «Ataqué a Ezequías de Judá quien no se había sometido a mí, y tomé cuarenta y seis fortalezas, fuertes y pequeñas ciudades. Me llevé cautivos a 200 150 personas, pequeños y grandes, hombres y mujeres, una multitud de caballos, toros jóvenes, burros, camellos y bueyes. Al mismo Ezequías hice prisionero en Jerusalén como a un pájaro en una jaula, lo rodeé de terraplenes. Las ciudades que había saqueado las separé de su país y se las entregué a Mitini, rey de Ashdod; Padi, rey de Ecrón; y Silibel, rey de Gaza. Reduje así su reino. Y le agregué otro tributo al que ya le había impuesto antes». (Citado en Bultema, Comentario de Isaías)

ii. «El relato bíblico termina con la muy debatida afirmación de que el ejército asirio fue golpeado de alguna manera durante la noche con pérdidas de vidas considerables, a lo que le siguió la suspensión del sitio. Los Anales asirios tácitamente están de acuerdo con la versión bíblica al no afirmar que Jerusalén haya sido tomada y solo describir el tributo de Ezequías». (T.C. Mitchell, La Biblia en el Museo Británico)

iii. «Dios perdonó a Senaquerib, no por misericordia; sino por ira, reservándole una muerte aún más terrible y vergonzosa, a manos de sus propios hijos». (Poole)

b. Y aconteció: Entre 2 de Reyes 19:36 y 2 de Reyes 19:37, pasaron 20 años. Tal vez Senaquerib pensó que había escapado del juicio de Dios, pero no. Se encontró con una amarga muerte a manos de sus propios hijos.

i. Una antigua leyenda judía —y nada más que una leyenda— dice cómo fue que los hijos de Senaquerib llegaron a matarlo. Senaquerib estaba afligido por la manera en que Dios parecía bendecir a los judíos, e intentó descubrir la causa de tal bendición. Alguien le dijo que era porque Abraham había amado tanto a Dios que estuvo dispuesto a sacrificar a su propio hijo para Jehová. Senaquerib pensó que podía ser aún más favorecido por Dios que Abraham y sus descendientes, y decidió matar a dos de sus hijos como sacrificio para Jehová. Pero sus dos hijos se enteraron del plan y lo mataron antes de que él pudiera matarlos a ellos, cumpliendo así la palabra de Jehová.

©2022 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com

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