Apocalipsis 1




Apocalipsis 1 – Introducción: Una visión de Jesús

A. La introducción y el prólogo al libro de Apocalipsis.

1. (1-2) El escritor del libro de Apocalipsis.

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

a. La revelación de Jesucristo: La antigua palabra griega traducida como revelación es apokalupsis (apocalipsis). La palabra significa: «revelar, quitar el velo». ¿Qué es lo que revela el libro de Apocalipsis? Es la revelación de Jesucristo. Este libro es la revelación de Jesús, en el sentido de que le «pertenece a Él», es Él quien hace la revelación. También es la revelación de Jesús, en el sentido de que «Él es el objeto revelado»; Jesús es la persona revelada por el libro.

i. Desde el inicio, se nos da la verdad más importante sobre el libro de Apocalipsis. Este libro nos muestra al Anticristo, nos muestra el juicio de Dios, la calamidad en la tierra y el misterio de Babilonia con todo detalle. Pero más que todo, es la revelación de Jesucristo para nosotros. Si atrapamos todo lo demás, pero fallamos en ver a Jesús en el libro, entonces no hemos visto el libro de Apocalipsis.

ii. ¡Cómo necesitamos una revelación de Jesús! «La gran falta de muchos profesores es que Cristo es para ellos un personaje más sobre el papel, ciertamente, más que un mito; pero aún una persona de pasado turbio, un personaje histórico que vivió hace muchos años, y que hizo muchas obras admirables, por el cual fuimos salvos, pero que está lejos de ser una realidad viva, presente y magnífica». (Spurgeon)

b. Que Dios le dio, para manifestar a sus siervos: Esta es una razón importante del «porqué» Dios dio esta revelación de Jesucristo. Él la dio para manifestarla a sus siervos. Dios dio esta revelación para que pudiera ser vista, no escondida. Es apocalipsis («una revelación»), no apocrypha («algo escondido»).

c. Cosas que deben suceder pronto: Esto describe «cuándo» los eventos de este libro deben suceder: se presentarán pronto, y deben suceder pronto. Esto quiere decir que el libro de Apocalipsis es un libro de profecía de predicción. Habla de cosas que sucederán en el futuro —al menos el futuro respecto al tiempo en que fue escrito.

i. No toda la profecía es de predicción. Pero este libro profético es claramente de predicción. Describe las cosas que deben suceder pronto. «El tiempo está cerca» (Apocalipsis 1:3) para el cumplimiento de estas cosas, pero el tiempo referido no era el tiempo presente en el momento en que fue escrito.

ii. Algunos podrían decir que no debemos estar preocupados por la profecía, que es un ejercicio frívolo; pero si Dios estaba lo suficientemente preocupado para hablar de ello, entonces deberíamos de estar lo suficientemente preocupados para escuchar. «Algunos nos dicen que lo que es futuro aún no debe de ser examinado, sino hasta que ya haya sucedido. Apenas puedo percatarme de que esto lo hayan querido decir en serio». (Seiss)

d. Deben suceder pronto: Cuando Juan dice que estas cosas deben suceder pronto, ¿qué es lo que quiere decir? ¿Qué tan pronto es pronto? ¿Qué tan cerca es cerca? «Pronto» y «cerca» son términos relativos, esta es la línea de tiempo de Dios, no la del hombre. Durante 2000 años, la historia ha estado al borde de la consumación de todas las cosas, corriendo de manera paralela a ese borde, no hacia una orilla distante.

i. «Pronto» proviene de la antigua frase griega «en tachei», que significa «algo que sucederá rápido o repentinamente, de golpe»; esto indica rapidez de ejecución después de que el inicio tenga lugar. La idea no es que el evento puede ocurrir pronto, sino que cuando suceda será repentino». (Walvoord)

e. La declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan: Esto describe el «cómo» el mensaje es enviado en el libro de Apocalipsis. Es un libro de señales: el ángel declaró este mensaje a Juan.

i. ¿Por qué Dios utiliza tantas señales en el libro de Apocalipsis? Después de todo, esto ha sido la causa principal de la dificultad del libro. ¿Está Dios jugando a que «adivinemos un misterio»? Para nada. Las señales son necesarias porque Juan expresa cosas del cielo, las cuales Pablo dijo que escuchó con «palabras indecibles» (2 Corintios 12:4). Juan describe cosas que ha visto, así que solamente puede utilizar imágenes simbólicas para explicarlas. Para nosotros, este libro es profecía. Pero Juan simplemente registró la historia que se desplegaba delante de él, mientras miraba. «Juan tuvo visiones del cielo; pero las describió a su manera y con su lenguaje». (Clarke)

ii. Las señales también son necesarias porque hay un poder tremendo en el lenguaje simbólico. Una cosa es llamar a alguien o a algo «malvado» o «malo»; pero es aún más vívido describir la imagen de una mujer «ebria con la sangre de los santos» (Apocalipsis 17:6).

iii. A pesar de que está lleno de señales, el libro de Apocalipsis es accesible a aquellos que tienen un entendimiento de los primeros 65 libros de la Biblia, especialmente un entendimiento de los primeros 39 libros de la Biblia; o sea, del Antiguo Testamento. El Libro de Apocalipsis está arraigado en el Antiguo Testamento. Contiene más de 500 alusiones al Antiguo Testamento, y 278 de los 404 versículos en Apocalipsis (eso es casi el 70%), hacen alguna referencia al Antiguo Testamento.

f. Por medio de su ángel a su siervo Juan: Esto nos dice «quién» escribió el libro de Apocalipsis. Fue su siervo Juan, y la mejor evidencia apunta a que sea el apóstol Juan, el mismo escritor del Evangelio de Juan y los libros de 1, 2 y 3 Juan.

i. Por medio de su ángel: Muchas de las señales y visiones del libro de Apocalipsis vinieron a Juan por medio de la supervisión de un ángel (Apocalipsis 5:2, 7:2, 10:8 a 11:1, 17:7, son algunos ejemplos).

g. Que ha dado testimonio de la palabra de Dios: En este prólogo, vemos que Juan sabía que este libro era escritura santa, la Palabra de Dios. Muy a menudo nos preguntamos si los apóstoles sabían que estaban escribiendo una escritura santa. Al menos, en este caso, Juan sabía.

i. Él sabía que era una escritura santa, porque la llama una revelación de Dios. Él sabía que venía del Padre, por medio de Jesús, y no de un simple humano.

ii. Él sabía que era una escritura santa, porque la llama Palabra de Dios, como un profeta del Antiguo Testamento lo diría. Él también lo llama el testimonio de Jesucristo.

2. (3) Una bendición para el lector y el que «guarda» este libro

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

a. Bienaventurado el que lee […] y guardan las cosas en ella escritas: El libro de Apocalipsis ofrece una particular y única bendición a aquel que lee y guarda su mensaje. Esta es la primera de siete beatitudes de Apocalipsis (Apocalipsis 1:3, 14:13, 16:15, 19:9, 20:6, 22:7, y 22:14).

i. Debido a que descuidan el estudio del libro de Apocalipsis, muchas personas pierden la bendición. Por ejemplo, la Iglesia anglicana omite Apocalipsis de su itinerario regular de lecturas, tanto en la adoración pública como en las devociones privadas. Esta es una actitud típica hacia el libro de Apocalipsis. Muchas personas creen que solamente los fanáticos quieren profundizar en este libro. Pero, en realidad, este es un libro para cualquiera que quiera ser bienaventurado.

ii. Afortunadamente, Juan no dijo que debíamos de entender todo en el libro de Apocalipsis para ser bienaventurados. Hay ciertas cosas difíciles en este libro, las cuales solamente pueden ser entendidas mientras miramos hacia atrás a las profecías cumplidas. Pero podemos ser bendecidos al leer y escuchar, aun cuando no entendamos.

b. Esta promesa nos da más razones para saber que Juan creía que este libro era una escritura santa. Primero, las palabras «el que lee, y los que oyen» nos muestran que este libro era para ser leído de manera pública, justo como cualquier otra escritura aceptada. Segundo, la promesa de bendición en sí misma nos muestra que Juan tenía a este libro como una escritura santa. En el mundo judío, tal bendición nunca podría ser pronunciada en un simple libro humano.

i. Todas estas cosas en conjunto muestran que, más allá de cualquier duda, el libro de Apocalipsis reclama ser una escritura santa. Un crítico puede estar de acuerdo o en desacuerdo con ese reclamo, pero no se puede negar que Apocalipsis hace el reclamo.

c. Guardan las cosas en ella escritas: El libro de Apocalipsis nos da mucha información, no solamente información para especulación profética. Nos da cosas para guardar. Si entendemos al libro de Apocalipsis, este «cambiará la manera en que vivimos».

d. La expresión «el que lee» está en singular. Esto habla de una persona que lee. «Los que oyen» está en plural. Esto habla de muchas personas escuchando. La idea probablemente alude a la costumbre de la iglesia primitiva, donde se prestaba atención a la lectura pública de las Escrituras, la cual muy a menudo era explicada. En nuestra manera moderna de hablar, Juan pudo decir: «Bienaventurado es el pastor que enseña el Apocalipsis, y bienaventurada es la congregación que lo escucha». Pero más que todo, pastor o congregación, bienaventurado aquel que guarda las cosas en él escritas.

i. «Tampoco nosotros debemos de vivir solamente en las palabras de esta profecía, sino morir también, y estar contento al ser quemado por ello, si así somos llamados; como aquel santo mártir, que cuando vio la Revelación fue arrojado al fuego, y clamó: “Oh, bendita Revelación, ¡qué feliz estoy al ser quemado en tu compañía!”». (Trapp)

3. Ya que mucha controversia se ha levantado sobre la interpretación del libro de Apocalipsis, es muy útil comprender las cuatro aproximaciones básicas hacia el entendimiento de este libro. A través de los siglos, las personas se han aproximado a Apocalipsis, básicamente, en una de estas cuatro maneras:

a. El enfoque preterista: Esta aproximación cree que Apocalipsis trata solamente con la iglesia de los días de Juan. Según este punto de vista, el libro de Apocalipsis no predice nada. Juan, simplemente, describe los eventos de sus días actuales; pero los expresa en un «código» simbólico, así que aquellos fuera de la familia cristiana no podían entender su crítica al gobierno romano. En el enfoque preterista, el libro de Apocalipsis es para el momento en que fue escrito.

b. El enfoque historicista: Esta forma de aproximación cree que Apocalipsis hace referencia a un panorama amplio y difuso de toda la historia de la iglesia. En el enfoque historicista, Apocalipsis predice el futuro; pero el futuro de la «era de la iglesia», no el futuro del final de los días. En el enfoque historicista, Apocalipsis está lleno de símbolos que describen el ahora.

i. Por ejemplo, muchos de los reformadores llamaron al Papa la bestia de Apocalipsis capítulo 13; pero esto no indica que, necesariamente, creyeron que el final estaba muy cerca. Así que creían que Apocalipsis hablaba de su tiempo, no del final de los tiempos.

c. El enfoque poético: Esta forma de aproximación cree que el Apocalipsis es un libro lleno de imágenes y símbolos intencionados para animar y dar consuelo a los cristianos perseguidos en los días de Juan. Según este punto de vista poético o alegórico, el libro de Apocalipsis no es literal ni histórico. Apocalipsis es un libro de significado personal.

d. El enfoque futurista: Esta manera de aproximarse cree que al empezar el capítulo cuatro, Apocalipsis trata sobre el final de los tiempos, el periodo que predice directamente el retorno de Jesús. En el enfoque futurista, Apocalipsis es un libro que, principalmente, describe el final de los tiempos.

e. ¿Cuál es el enfoque correcto? Cada uno tiene un poco de veracidad en algún aspecto. El libro de Apocalipsis sí habla de los días de Juan, y también dice algo de la historia de la iglesia y tiene significado para nuestra vida personal. Pero, aunque elementos de los primeros tres enfoques son válidos, no podemos negar el lugar del enfoque futurista. Podemos saber que el libro de Apocalipsis habla con claridad sobre el final de los tiempos, debido a dos principios centrales traídos de Apocalipsis 1:1-3:

i. Primero, creemos que el libro de Apocalipsis debe significar algo. Este es un libro que Jesús dio para mostrar algo a sus siervos. No es un libro de disparates sin sentido. Es una promesa de bendición, no una promesa de confusión.

ii. Segundo, creemos que el libro de Apocalipsis definitivamente reclama tener profecía de predicción. Juan lo puso en claro: «las cosas que deben de suceder pronto […] el tiempo está cerca». Juan escribe sobre eventos que aún eran futuros para él.

B. Saludos

1. (4-5a) Un saludo de gracia y de paz

Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra.

a. A las siete iglesias que están en Asia: Esta carta fue originalmente dirigida a estas siete iglesias selectas de Asia. Esta era la provincia romana de Asia, la cual es la parte oeste del Turquía moderno.

b. Del que es y que era y que ha de venir: Juan trae un saludo de Dios el Padre, quien es descrito con este título: «del que es y que era y que ha de venir», lo que habla de la naturaleza eterna de Dios. Tiene la idea de un ser sin tiempo, y está conectado con el nombre Yahveh, encontrado en el Antiguo Testamento (Éxodo 6:3, 17:15).

i. La construcción griega de la expresión «del que es y que era y que ha de venir», es intencionalmente rara en el griego. Al parecer Juan buscó una frase que comunicara la idea del Yahveh del Antiguo Testamento.

ii. Nunca es suficiente con decir solamente que Dios es, o que era, o que ha de venir. Como Señor sobre la eternidad, Él gobierna el pasado, el presente, y el futuro.

iii. La descripción «del que es y que era y que ha de venir», aplica a Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo, tanto como a Dios el Padre. De hecho, el título Yahveh describe al Dios trino, al único Dios en tres personas. Pero, al parecer, aquí Juan se enfoca en Dios el Padre con este título; porque en las siguientes palabras de este versículo hace, específicamente, mención de Dios el Hijo y de Dios el Espíritu Santo.

c. De los siete espíritus que están delante de su trono: Juan trae un saludo de Dios el Espíritu Santo, quien es descrito con este título. La expresión «los siete espíritus que están delante de su trono», habla de la perfección y plenitud del Espíritu Santo. Juan utiliza una descripción del Antiguo Testamento para el Espíritu Santo.

i. La idea de los «siete Espíritus» es citada del Antiguo Testamento. Isaías 11:2 describe siete aspectos del Espíritu Santo: «Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová». No es que haya siete espíritus distintos de Dios, sino que en lugar de eso, el Espíritu del Señor tiene estas características, y las tiene en toda su plenitud y perfección.

d. De Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra: Juan trae un saludo de Dios el Hijo, quien es descrito por lo que Él es y por lo que Él ha hecho.

i. Jesús es el «testigo fiel»: Esto habla de la fiabilidad y fidelidad absoluta de Jesús hacia su Padre y su pueblo, incluso hasta la muerte. La antigua palabra griega traducida como «testigo» es también la palabra usada para «mártir».

ii. Jesús es el «primogénito de los muertos»: Esto habla de Jesús estando firme como preeminente entre todos los seres. «Primogénito de los muertos» significa mucho más que ser la primera persona resucitada. También significa que Él es preeminente entre todos aquellos que han resucitado o que resucitarán. Jesús es el «primogénito de entre muchos hermanos» (Romanos 8:29).

iii. El uso de «primogénito» no significa que Jesús tuvo una «fecha de nacimiento», como si fuera un ser creado, y no Dios. Los antiguos rabinos llamaban al mismo Yahveh el «primogénito de la creación» (Rabbi Bechai, citado en el comentario de Lightfoot sobre Colosenses). Los rabinos también utilizaban primogénito como un título mesiánico. «Dios dijo: de la manera que hice a Jacob primogénito (Éxodo 4:22), así también haré al rey Mesías primogénito (Salmos 89:27)». (R. Nathan en Shemoth Rabba, citado por Lightfoot en su comentario sobre Colosenses)

iv. Jesús es el soberano sobre los reyes. Antes de que termine el libro de Apocalipsis, Jesús tomará el dominio de cada reino terrenal. En el tiempo presente, Jesús reina; pero su reino aún no es de este mundo.

e. En este saludo, con la mención sistemática de cada persona de la Trinidad, vemos como el Nuevo Testamento presenta la doctrina de la Trinidad. No la presenta de una manera teológica sistemática y cuidadosamente definida; sino, simplemente, teje la verdad de la Trinidad: que hay un Dios en tres personas en todo el entramado del Nuevo Testamento.

2. (5b-6) Una declaración de alabanza a Jesús

Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

a. Al que nos amó: ¡Qué hermoso título para Jesús! Cuando «amó» es usado en el tiempo pasado, este apunta hacia atrás, hacia un momento y lugar particular en el que Jesús nos amó. Se debe de resaltar que muchas traducciones tienen «nos ama» (como la NASB, NVI y TNV), pero hay algo hermoso acerca de la frase «nos amó». Mira hacia atrás, hacia la cruz. Cada creyente debe estar seguro del amor de Dios, no basándose en sus circunstancias presentes (las cuales pueden ser difíciles), sino basado en la demostración final de amor en la cruz. ¡Vale la pena alabar a Jesús por eso!

i. Pablo lo puso de esta forma en Romanos 5:8: «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros». La obra de Jesús en la cruz por nosotros, es la prueba de amor final de parte de Dios hacia ti. Él puede dar pruebas adicionales, pero no puede dar una prueba más grande que esa.

ii. No hay que maravillarse en cuanto a que muchos creyentes no estén seguros del amor de Jesús hacia ellos. Ellos miran sus circunstancias presentes para medir el amor de Dios. En vez de esto, necesitan voltearse a la cruz, resolver el asunto de una vez por todas, y darle alabanza a Jesús, al que nos amó.

b. Y nos lavó de nuestros pecados con su sangre: Esto es lo que sucedió cuando Jesús nos amó en la cruz. Él nos lavó, nos limpió de la profunda mancha de pecado, para que estuviéramos verdaderamente limpios delante de Él. ¡Jesús es digno de alabar por esto!

i. Si entendemos nuestra propia y profunda pecaminosidad, parece demasiado bueno para ser cierto saber que podemos estar parados limpios delante de Dios, limpios de las manchas más profundas. No hay que maravillarse de que el apóstol Juan escribiera: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).

ii. Con su sangre: Si hubiera alguna otra forma de lavarnos del pecado, Dios lo hubiera hecho de esa otra manera. Lavarnos con su sangre significó el máximo sacrificio de Dios el Hijo. No se hubiera podido hacer a menos que se hiciera de esta manera. «Los sacerdotes solamente podían limpiar con sangre de toros y cabras; pero Él nos ha lavado de nuestros pecados “con su propia sangre”. Los hombres están dispuestos a derramar la sangre de otros. ¡Con qué rapidez entran a la guerra! Pero Cristo estaba dispuesto a derramar su propia sangre, derramar su alma hasta la muerte, para que pudiéramos ser salvos». (Spurgeon)

iii. Vean el orden: Primero nos amó, luego nos lavó. No fue que Dios nos lavó debido a un sentido del deber, y luego nos amó porque ya estábamos limpios. Él nos amó mientras estábamos sucios; pero luego, nos lavó.

iv. De hecho, el lavar provoca amar. Si tienes unos pantalones viejos, y se han cubierto de pintura, solamente los lavarías y te los pondrías por dos razones. Primero, los podrías lavar y ponértelos si fueras pobre. Tú no puedes gastar dinero en otros pantalones, así que los lavas y te los pones. Segundo, los pudieras lavar y ponértelos si en verdad amaras esos pantalones viejos. El dinero no es el problema. Podrías ir y comprar un nuevo par de pantalones en cualquier momento. Pero amas tanto esos pantalones que gastas tu tiempo y esfuerzo para limpiarlos, y para usarlos otra vez. Dios nos ama tanto que nos lavó. Dios, ciertamente, no es pobre. Con un solo pensamiento, podría mandar al olvido a cada pecador y comenzar con nuevas criaturas; pero no lo hace. Él nos ama tanto que nos lavó.

v. Algunos eruditos creen que Juan escribió: «y nos liberó (soltó) de nuestros pecados». Hay solamente una letra de diferencia entre las palabras «lavó» y «liberó» en la antigua lengua griega. Ambas palabras se muestran en manuscritos antiguos, así que es difícil decir cuál fue la que escribió Juan. Pero sabemos que ambas son ciertas, pues somos lavados y liberados de nuestros pecados.

c. Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre: Este es el estatus que Jesús les da a aquellos que Él amó en la cruz y que son lavados [] con su sangre. Hubiera sido suficiente el amarlos y limpiarlos únicamente. Pero Él fue más allá, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre. Esto es más de lo que fue Adán. Aun en la inocencia del Edén, nunca leemos de Adán entre los reyes y sacerdotes de Dios. ¡Esto es algo por lo que vale la pena alabar a Jesús!

i. Somos «reyes», somos la realeza de Dios. Esto habla de privilegio, de estatus, de autoridad. Somos «sacerdotes», así que somos los siervos especiales de Dios. Representamos a Dios ante los hombres, y a los hombres ante Dios. Le ofrecemos sacrificio a Él (Hebreos 13:15). Tenemos acceso privilegiado a la presencia de Dios (Romanos 5:1-2).

ii. Reyes y sacerdotes: En el Antiguo Testamento, estaba prohibido combinar los cargos de rey y sacerdote. El rey Uzías de Judá es un ejemplo de un hombre que intentó combinar ambos cargos, y pagó la pena por ello (2 Crónicas 26:16-23). Pero bajo el Nuevo Pacto, podemos ser como Jesús, en el sentido que Él es ambos: Rey y Sumo Sacerdote (Lucas 1:31-33; Hebreos 4:14).

d. A él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos: A la luz de todo lo que Jesús ha hecho por nosotros, ¿no deberíamos de alabarle? ¿No deberíamos de darle el honor, la gloria e imperio por los siglos de los siglos? Cuando decimos esto, no le estamos dando a Jesús gloria e imperio; simplemente, estamos reconociendo que los tiene, y lo honramos por ello.

i. Reconocer la gloria de Jesús es salir afuera y salir por Él. «Algunos de ustedes se parecen mucho al ratón detrás del zócalo. Están en la casa del Señor, pero no son conocidos como parte de la familia. A veces dan un pequeño chillido en su lugar de escondite, y algunas veces salen de noche, de la misma forma que lo hace el ratón, para juntar una o dos migajas, sin ser vistos. ¿Es esto digno de ti? ¿Es esto digno de tu Señor y Amo?». (Spurgeon)

ii. Reconocer el imperio de Jesús es dejar que gobierne sobre nosotros. «De nuevo, si en verdad decimos: “A Él sea la gloria e imperio”, entonces debemos darle el dominio sobre nosotros. Cada hombre es un pequeño imperio de tres reinos —cuerpo, alma y espíritu— y debiera ser un reino unido. Haz a Cristo el rey de todo. No dejes que ninguna ramificación de esos tres reinos se establezca con un gobierno distinto; ponlo todo bajo la influencia de tu único Rey». (Spurgeon)

e. Amén: Esta palabra, en la antigua lengua griega, traída del hebreo del Antiguo Testamento, simplemente significa «sí». No es un deseo para que pueda llevarse a cabo, es una afirmación, por medio de Dios, de que así será. ¡Jesús será alabado!

i. Jesús ha hecho todo esto, y aún más, por ti. Tienes mucho por lo que alabarle. ¡Así que alábale! «¿No desearías estar en el cielo cuando termine tu vida en la tierra? Llegará el tiempo en el que debas morir; ¿no desearías tener una buena esperanza de entrar a la felicidad de los perfeccionados? Estoy seguro de que sí; pero si al fin serás enumerado entre las huestes de los redimidos en lo alto, aquí debes de aprender su canción. No puedes ser admitido en los coros de arriba sin haber practicado y ensayado su música aquí abajo». (Spurgeon)

ii. «La palabra griega “amén” es una transliteración de una palabra hebrea de sonido similar cuyo significado es “verdad” o “fidelidad”, así que quiere decir: “sea cierto” o “así sea”». (Walvoord)

3. (7) Una descripción inicial del retorno de Jesús

He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

a. He aquí que viene: Este es un mandamiento a mirar, a echar un vistazo. Juan se mueve de alabar a Jesús a describir su regreso. Él quiere que veamos la venida de Jesús. Jesús dijo que observáramos y esperáramos su venida (Mateo 24:42). Es algo para mantener delante de nuestra mente, para contemplar.

i. Esta no era una visión sobrenatural del regreso de Jesús. Esa visión sobrenatural vendrá después. Esta es una descripción basada en el entendimiento de Juan de las promesas del Antiguo Testamento del retorno del Mesías y de las propias palabras de Jesús sobre su venida. Por ejemplo, Juan sabía que Jesús regresaría porqué Jesús dijo: «vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo» (Juan 14:3).

ii. «Cristo no se ha ido al cielo para quedarse allá. Él se fue para el beneficio de la iglesia; y para beneficio de la iglesia, volverá otra vez». (Seiss)

b. Viene con las nubes: Cuando Jesús vuelva, Él estará rodeado por nubes. Esto será literal, porque cuando Jesús dejó esta tierra fue tomado en una nube, y Dios dijo que Él regresaría de la misma manera (Hechos 1:9-11). También será cierto de manera figurada, porque a las multitudes de creyentes se les llama nubes de una forma figurada (Hebreos 12:1). Las nubes están asociadas comúnmente con la presencia y gloria de Dios (Éxodo 13:21-22, 16:10, 19:9, y 24:15-18), lo que se relaciona con la nube de gloria del Antiguo Testamento llamada la Shekinah.

i. Al entender esta conexión con la gloria de Dios, es maravilloso que una multitud de creyentes sea llamada una nube. El pueblo de Dios es su gloria. Ellos son su «nube», su Shekinah.

ii. Juan no necesitó una visión especial para saber que Él viene con las nubes. Él sabía esto del Antiguo Testamento (Daniel 7:13-14) y de las propias palabras de Jesús: «y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo» (Mateo 26:64).

c. Y todo ojo le verá: Cuando Jesús regrese, no será una venida «secreta». Todos lo sabrán. En su primera venida, Jesús era en parte oscuro (no visto). Durante su primer ministerio, Él nunca apareció en las primeras noticias de Roma. Pero cuando Jesús regrese otra vez, todo ojo le verá, todo el mundo lo sabrá.

i. Juan no necesitó una visión especial para saber que todo ojo le verá. Juan escuchó al mismo Jesús decir: «Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre». (Mateo 24:26-27)

d. Y los que le traspasaron: Cuando Jesús vuelva, será una revelación particularmente significativa para el pueblo judío. Por supuesto, no fueron únicamente los judíos los que le traspasaron. Pero sabemos que Juan tiene en mente la revelación de Jesús a su propio pueblo, porque esto es una alusión a Zacarías 12:10.

i. Cuando Jesús se revele a su propio pueblo, los judíos, no será con ira. En ese tiempo, la nación judía ya se habrá vuelto a Jesús y confiará en Él como su Mesías (Mateo 23:39, Romanos 11:25-26). Cuando ellos vean a Jesús, y sus manos y pies traspasados, será un doloroso recuerdo de su previo rechazo hacia Él. Esto cumplirá la escena de Zacarías 12:10: «Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito».

ii. Juan no necesitó de una visión especial para saber quiénes lo traspasaron. Él lo podía leer en Zacarías 12:10.

e. Todos los linajes de la tierra harán lamentación por él: Cuando Jesús regrese, no solamente será el pueblo judío el que hará lamentación debido a su previo rechazo a Jesús. Ya que habrá gente salva de todos los linajes de la tierra (Apocalipsis 7:9), todos tendrán parte en esta lamentación. Veremos las cicatrices en Jesús y diremos: «Nosotros le hicimos esto».

i. Juan no necesitó de una visión especial para saber que todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Él solamente necesitó recordar lo que Jesús dijo en Mateo 24:30: «Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria».

4. (8) Una introducción del mismo Jesús

Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

a. Yo soy el Alfa y la Omega: En muchas traducciones, y en ediciones de «letra roja», estas palabras están en rojo. Esto nos muestra que los traductores creían que estas eran las palabras de Jesús. Juan ha terminado con su introducción, y ahora Jesús se introduce a sí mismo. Después de todo, es su revelación («la revelación de Jesucristo» [Apocalipsis 1:1]), así que no es extraño que Él se introduzca.

i. Algunos se han preguntado si aquí está hablando Dios el Padre, o Dios el Hijo. Sospechamos que es Dios el Hijo, Jesucristo, y creemos esto por muchas razones. Primero, ya que es la revelación de Jesús, parece apropiado que Él la introduzca. Segundo, los títulos «el Alfa y la Omega» y «principio y fin» son expresamente reclamados por Jesús (Apocalipsis 22:13). Tercero, aunque el título «que es y que era y que ha de venir» hace referencia a Dios el Padre en Apocalipsis 1:4, también es cierto de Dios el Hijo, y parece que es dirigido a Jesús en Apocalipsis 11:17 y 16:5.

b. El Alfa y la Omega, principio y fin: La idea detrás de estos títulos para referirse a Jesús es que Él es antes de todas las cosas y que permanecerá más allá de todas las cosas. Alfa era la primera letra del antiguo alfabeto griego, y Omega era la última letra. Jesús dice: «Yo soy de la “A a la Z”, principio y fin».

i. Si Jesús es principio y fin, entonces Él también tiene autoridad sobre las cosas que están en medio. Esto significa que Jesús tiene un plan para la historia, y que Él dirige el camino de los eventos humanos hacia el cumplimiento de su diseño. Nuestras vidas no son dadas a un destino ciego, a un azar, o a ciclos sin fin, sin resolución. En vez de eso, Jesucristo, quien es el Alfa y la Omega, principio y fin, dirige toda la historia de la humanidad, y aun nuestras vidas individuales.

c. El que es y que era y que ha de venir: Como fue mostrado en el comentario de Apocalipsis 1:4, esta frase comunica la idea detrás del gran nombre del Antiguo Testamento para el Dios trino, Yahveh. Esto refleja su naturaleza eterna, y su presencia inmutable. Jesús tiene esta naturaleza eterna tanto como la tiene Dios el Padre. Miqueas 5:2 lo expresa de manera profética de la siguiente manera: «y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad». Hebreos 13:8 lo expresa de esta manera: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos».

d. El Todopoderoso: La palabra «Todopoderoso» se traduce de la antigua palabra griega pantokrater, la cual significa literalmente «aquel que tiene su mano en todo». Esto habla del gran control soberano de Jesús sobre todo: pasado, presente, y futuro.

i. Esta gran palabra (Todopoderoso), es utilizada diez veces en el Nuevo Testamento, y nueve de las diez veces en el libro de Apocalipsis. Este libro hace hincapié en la soberanía de Dios, en el entendimiento de que Él tiene su mano en «todo».

C. Se le manda a Juan a escribir

1. (9) Juan en la isla de Patmos

Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

a. Yo Juan [] estaba en la isla llamada Patmos: La isla de Patmos era como una isla de Alcatraz, pero del Imperio romano. Era utilizada como una isla para prisioneros, y funcionaba como una prisión sin paredes. La isla era rica en mármol, y la mayoría de los prisioneros eran obligados a trabajar en el mármol. Patmos era una isla rocosa, desolada, tenía como 10 millas de largo y 6 millas de ancho.

i. «Juan estaba en ese tiempo en el exilio, en una isla solitaria y desolada. Pero ni los mares, ni los Alpes, ni los siglos, pueden romper los lazos por los cuales los cristianos son unidos el uno con el otro, o a Cristo, su Señor. Hace menos de un año que pasé por esa isla. Es una simple masa de rocas estériles, oscura en color, triste en forma. Está sobre el mar abierto, cerca de la costa del oeste del Asia Menor. No tiene árboles ni ríos, ni tierra para cultivar, excepto algunos pocos rincones cerca de los bordes de las rocas. Aún queda una sucia gruta, en donde se dice que el viejo apóstol vivió, y en la cual se dice que tuvo esta visión. Una capilla la cubre, y tiene lámparas que los monjes mantienen ardiendo». (Seiss)

ii. Barnes describe a Patmos como «solitario, desolado, estéril, visitado de vez en cuando, reunía todos los requisitos para ser un lugar de castigo; el exilio a tal lugar cumpliría todo lo que el perseguidor pudiera desear para silenciar al apóstol, sin tener que matarlo». ¡Gloria a Dios que este exilio no silenció al apóstol Juan!

b. Por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo: La mayoría de los eruditos asumen que Juan estaba en Patmos porque fue arrestado y puesto en prisión durante la persecución por parte de los romanos. Esto es probablemente cierto, especialmente porque Juan dice que él es «vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo». Sin embargo, también es posible que Juan estuviera en Patmos como un misionero y no como un prisionero.

i. El antiguo historiador cristiano Eusebio, dice que Juan fue puesto en prisión en Patmos bajo el reinado del emperador romano Domiciano. (Historia de la iglesia, III.18, 20, de los Padres niceanos y post niceanos, Serie 2, Volumen 1, páginas 148-149)

ii. «De acuerdo con Victorio, Juan, a pesar de la edad, fue forzado a trabajar en las minas localizadas en Patmos. Las fuentes primitivas también indican que alrededor del año 96 d.C., a la muerte de Domiciano, se le permitió a Juan regresar a Éfeso cuando el emperador Nerva estaba en el poder». (Walvoord)

2. (10-11) Se le manda a Juan a escribir

Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

a. Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor: ¿Qué es lo que quiere decir Juan al decir que él estaba en el Espíritu? Esto parece que tiene un significado mayor que, simplemente, decir que estaba caminando «en el Espíritu», lo cual es opuesto a estar «en la carne», en el sentido que Pablo lo describe en Gálatas 5:16. La idea no es, sencillamente, que Juan estaba «caminando en el Espíritu», sino que recibió una revelación singular del Espíritu Santo. Esta era una experiencia única para Juan, es lo que algunos pudieran llamar una «experiencia fuera del cuerpo»; aunque, por supuesto, sin el ocultismo o el espiritismo con el que tales experiencias están asociadas hoy.

i. Walvoord define «en el Espíritu» de esta manera: «Llevado más allá del sentido normal a un estado en donde Dios pudo revelar sobrenaturalmente los contenidos de este libro».

ii. Hay cuatro referencias de Juan estando «en el Espíritu» en el libro de Apocalipsis. Primero en Patmos (Apocalipsis 1:10), luego en el cielo (Apocalipsis 4:2), posteriormente en el desierto (Apocalipsis 17:3) y, finalmente, en el monte de Dios (Apocalipsis 21:10).

b. En el día del Señor: ¿Cuándo es el día del Señor? Entre los paganos del Imperio romano, el primer día del mes era llamado «el Día del Emperador», en honor al emperador romano. Quizás los cristianos proclamaban su alianza con Jesús al honrar el primer día de la semana como el «día del Señor».

i. Este no es el mismo término utilizado para «el día del Señor» en el Antiguo Testamento, ni tiene la misma idea. El libro de Apocalipsis tratará definitivamente con la idea de «el día del Señor», pero aquí no lo hace.

c. Oí detrás de mí una gran voz: La gran voz que Juan escuchó era clara y fuerte, como un sonido de trompeta. La gran voz pertenece a el Alfa y la Omega, el primero y el último, quien es el principio y final de todas las cosas. Ya que Jesús se introdujo a sí mismo con estos títulos en Apocalipsis 1:8, entonces sabemos que esta es la gran voz de Jesús.

i. Clarke al referirse a la «voz como de trompeta» dice: «Esto era hecho para llamar a cada pensamiento distraído, para fijar su atención, y solemnizar todo el acontecimiento».

ii. «El primero y el último» es un título que le pertenece al Señor, Yahveh, el Dios de Israel (Isaías 41:4, 44:6, y 48:12). El título de el Alfa y la Omega tiene la misma idea del primero y el último. Este es uno de los pasajes del Nuevo Testamento en donde Jesús reclama con claridad ser Dios.

d. Escribe en un libro lo que ves: Aquí se le ordena a Juan que escriba lo que ve. Se le ordenará «escribir» otras once veces en el libro de Apocalipsis. Tomamos el sentido de que si no se le hubiera dicho a Juan que escribiera él hubiera podido guardar para sí mismo la visión. Es siempre mejor guardar las visiones y revelaciones para uno, si no se nos ordena que se haga de otra manera.

e. Envíalo a las siete iglesias que están en Asia: Se le ordena a Juan que escriba a siete iglesias en siete ciudades. Cada una de estas iglesias está en la región de la provincia romana de Asia. Pero estas no solamente eran las ciudades con iglesias en esa región. Por ejemplo, había una iglesia en la ciudad de Colosas (a la cual el apóstol Pablo le escribió la carta llamada Colosenses), pero la ciudad de Colosas no estaba incluida en las siete iglesias. ¿Por qué fueron elegidas estas siete iglesias específicamente?

i. Algunos sugieren que es porque están dispuestas en un patrón aproximadamente circular. Otros han pensado que es porque eran distritos postales en la provincia romana de Asia. Muchos creen que se eligieron siete iglesias porque el número siete, generalmente, representa plenitud en la Biblia, y estas cartas —y todo el libro de Apocalipsis— están escritas para «toda» la iglesia, no solamente para estas siete iglesias. Seiss escribe: «Las iglesias de todos los tiempos están comprendidas en estas siete», y cita a muchos comentaristas modernos y antiguos que están de acuerdo con esta perspectiva.

ii. «La opinión de muchos escritores letrados sobre este libro es que nuestro Señor, a través de estas siete iglesias, hace referencia a todas las iglesias de Cristo hasta el final de los tiempos; y por lo que Él les dijo, se muestra cuál será el estado de las iglesias por los siglos, y cuál es su deber». (Poole)

iii. De manera interesante, el apóstol Pablo también escribió a siete iglesias: Roma, Corinto, Gálatas, Éfeso, Colosas, Filipos y Tesalónica.

D. La visión de Jesús que tuvo Juan

1. (12-13) Jesús en medio de los candeleros

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

a. Y me volví para ver la voz: Podemos solo imaginar qué fue lo que pasó por la mente de Juan mientras se volvió. La voz que escuchó, probablemente, no tenía el mismo sonido que recordaba de la voz de Jesús (Juan la describió como «una trompeta» [Apocalipsis 1:10]). Pero él sabía, por la autodescripción de la voz («el Alfa y la Omega»), que era Jesús. Esta era la oportunidad de Juan de ver de nuevo a Jesús, después de conocerlo tan bien durante los años de su ministerio terrenal.

b. Primero, Juan no vio a Jesús. Él vio siete candeleros de oro. Estos no eran los candeleros tradicionales (candeleros o lámparas de aceite de siete brazos), eran candeleros de aceite independientes. Las lámparas estaban en estos candeleros.

i. Había siete candeleros separados. Esta es una imagen que nos recuerda el candelero de oro que está de pie en el tabernáculo y en el templo (Éxodo 25:31-37); pero este es diferente. El candelero del Pacto Antiguo era un candelero con siete lámparas. Aquí, en el Nuevo Pacto, vemos siete candeleros. «En el tabernáculo judío un candelero, y siete lámparas, para dar luz […]. Juan aquí vio siete. Dios tenía únicamente una iglesia entre los judíos, pero muchas entre los gentiles». (Poole)

ii. La luz no viene de los candeleros. La luz viene de las lámparas de aceite. Los soportes solamente hacían la luz más visible. Por lo tanto, los candeleros son una buena imagen de la iglesia. Nosotros no producimos la luz, solamente la exhibimos.

iii. «Una lámpara no es luz en sí misma, solamente es un instrumento para dispersar la luz, y debe de recibir aceite y fuego antes de que pueda dispersarla; así que ninguna iglesia tiene en sí misma gracia o gloria, debe de recibir todo de Cristo, su cabeza, de otra manera no puede dispersar luz, ni vida». (Clarke)

c. Y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre: Jesús está allí en medio de los candeleros, como el Hijo del Hombre, una figura de gloria si vamos a Daniel 7:13-14. A pesar de que el título el Hijo del Hombre suene como un título humilde, a luz del pasaje de Daniel, no es para nada «humilde».

d. Vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro: El vestido de Jesús indica que Él es una persona de gran dignidad y autoridad. Vestidos largos solo eran utilizados por aquellos que no trabajaban mucho, así que dan la imagen de gran estatus y autoridad. El cinto de oro alrededor del pecho probablemente alude a los vestidos del sumo sacerdote (Éxodo 29:5).

i. Éxodo 39:1-5 dice que había hilos de oro en el cinto que daba la vuelta alrededor del pecho del sumo sacerdote de Israel. El cinto de Jesús tiene más que unos pocos hilos de oro. ¡Es todo de oro! ¡Cuán grande es el sacerdocio eterno y celestial de Jesús!

ii. Uno de los deberes de los sacerdotes del Antiguo Testamento era atender el candelero de oro en el tabernáculo. Cada día debían de llenar el aceite, limpiar el hollín, y cortar las mechas. Ellos debían de inspeccionar de cerca y cuidar las lámparas, para que pudieran arder continuamente delante del Señor. Aquí esta Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, en medio de los siete candeleros, inspeccionando cuidadosamente las lámparas, ayudándolas a siempre arder de forma brillante delante del Señor.

2. (14-16) Juan describe a Jesús

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

a. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana: El cabello blanco habla de avanzada edad, lo que en esa cultura está conectado con la idea de gran sabiduría y eternidad. La frase «blancos como nieve» también enfatiza la idea de pureza (Isaías 1:18).

i. El cabello blanco y la cabeza blanca también conectan a Jesús con el Anciano de días de Daniel 7:9. «El término de Anciano de días le pertenece a Dios el Padre, pero también se le asigna a Cristo, quien es igual que el Padre en cuanto a su naturaleza divina». (Poole)

ii. «Cuando vemos en la imagen su cabeza y su cabello blanco como la nieve, entendemos la antigüedad de su reinado». (Spurgeon)

iii. «Esto no era solamente un emblema de antigüedad, sino la evidencia de su gloria; pues la blancura y el esplendor de su cabeza y cabello, sin duda, procedían de los rayos de luz y gloria que lo circundaban, y se dispersaban en todas las direcciones». (Clarke)

b. Sus ojos como llama de fuego: El fuego es a menudo asociado con el juicio en las Escrituras (Mateo 5:22, 2 Pedro 3:7). Los ojos de Jesús mostraban el fuego de juicio penetrante.

c. Sus pies semejantes al bronce bruñido: Ya que el fuego está conectado con el juicio, estos pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno, hablan de alguien que ha pasado a través de los fuegos del juicio y que ha salido adelante con una pureza refinada. Jesús ha pasado por el «fuego del Refinador».

i. El bronce es un metal asociado con juicio y sacrificio. El altar de sacrificio de Israel era hecho de bronce (Éxodo 27:1-6), y era llamado el «altar de bronce».

ii. El bronce también es un metal fuerte, el más fuerte conocido en el mundo antiguo. Por lo tanto, pies semejantes al bronce bruñido son «un emblema de su estabilidad y permanencia, al ser el bronce considerado el más duradero de todas las sustancias o compuestos metálicos». (Clarke)

d. Su voz como estruendo de muchas aguas: Esto significa que la voz de Jesús tenía el poder y la majestad de una poderosa catarata.

e. Tenía en su diestra siete estrellas: Las siete estrellas hablan de los líderes o representantes de las siete iglesias mencionadas en Apocalipsis 1:11 (Apocalipsis 1:20). Las estrellas están seguras en las manos de Jesús. Ya que siete es el número de la plenitud, podemos decir que «Él tiene a toda la iglesia en sus manos».

f. De su boca salía una espada aguda de dos filos: Esta es una espada pesada (rhomphaia), utilizada para matar y destruir. Algunas veces el Nuevo Testamento habla de una espada más pequeña, táctica, conocida en el antiguo lenguaje griego como la machaira. Hebreos 4:12 utiliza el término referido a esta espada más pequeña y precisa.

i. La idea de que salga de su boca no es que Jesús lleve una espada en sus dientes. La idea es que esta espada es su Palabra. Su arma es la Palabra de Dios, y nuestra arma es la Palabra de Dios (Efesios 6:17).

ii. Barnes dice que Juan no vio necesariamente una espada que salía de la boca de Jesús. «Él lo escuchó hablar; él sintió el poder penetrante de sus palabras; estas palabras eran como si una espada filosa procediera de su boca».

iii. Es una espada aguda de dos filos: «No hay manera de manejar esta espada sin cortarte, pues todo es filo. La Palabra de Cristo, de una u otra manera, es toda filo». (Spurgeon)

g. Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza: La gloria de Jesús es tan grande, tan brillante, que es difícil siquiera voltearse a verlo. Jesús tiene la misma gloria que en su transfiguración, cuando su rostro brilló como el sol (Mateo 17:2).

i. «Su rostro era como el disco del sol en el día más brillante de verano, cuando no hay nubes para abatir el esplendor de sus rayos». (Clarke)

ii. «¿Qué es lo que ves en la mano derecha de Cristo? Siete estrellas. ¡Pero qué insignificantes se ven cuando fijas tu mirada en su rostro! Son estrellas, y hay siete de ellas; pero ¿quién puede ver siete estrellas, o setenta mil estrellas, cuando el sol brilla en su fuerza? ¡Qué dulce es cuando el Señor mismo esta tan presente en una congregación que el predicador, quienquiera que este sea, es del todo olvidado! Yo oro para que ustedes, queridos amigos, cuando vayan a un lugar a adorar, siempre intenten ver el rostro del Señor en lugar de ver las estrellas en su mano; mira el sol, y olvidarás las estrellas». (Spurgeon)

iii. Todo en esta visión habla de la fuerza, majestad, autoridad y justicia. Hay una diferencia impresionante entre esta visión de Jesús y los muchos retratos afeminados de un Jesús débil que se ven actualmente. El Jesús que Juan vio es el Jesús real, el Jesús que vive y reina en el cielo el día de hoy.

iv. Debemos de considerar el hecho de que esta es la única descripción de Jesús que se nos da en la Biblia. La otra descripción que se acerca está en Isaías 53:2: «no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos».

v. En nuestros retratos modernos de Jesús, nos gusta pensar en Él como Él era, no como Él es. Preferimos ver y conocer a Jesús de acuerdo con la carne. Pero Pablo dijo: «y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así» (2 Corintios 5:16).

3. (17-18) La reacción de Juan y la seguridad de Jesús

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

a. Cuando le vi, caí como muerto a sus pies: Juan fue impactado por esta asombrosa visión, aun cuando él era un apóstol que conoció a Jesús en esta tierra. Los tres años que Juan pasó con Jesús en esta tierra no lo prepararon para ver a Jesús en su gloria celestial. En este momento, Juan sabía el gran milagro que constituía el hecho de que Jesús pudiera ocultar de la vista de todos su gloria y autoridad mientras caminó en esta tierra.

i. «¡Bendita posición! ¿Te alarma la muerte? Nunca hemos estado más vivos que cuando estamos muertos a sus pies». (Spurgeon)

ii. «No importa lo que nos depare el futuro si estamos a los pies de Jesús. Mejor es el estar muerto allí que estar vivo en cualquier otro lugar». (Spurgeon)

b. Y él puso su diestra sobre mí: Primero, Jesús consoló a Juan con un toque compasivo. Quizás el toque de Jesús se sintió más familiar que la apariencia de Jesús. Luego, Jesús le dio a Juan un mandato: «No temas». Juan no necesitaba sentir temor, porque estaba en la presencia de Jesús.

i. Jesús es el primero y el último, el Dios de toda la eternidad, Señor de la eternidad pasada y la eternidad futura.

ii. Jesús es aquel que está vivo, y estuvo muerto, y ahora está vivo por los siglos de los siglos. Él tiene las credenciales de la resurrección, y vive para nunca jamás morir. La victoria que Jesús ganó sobre el pecado y la muerte fue una victoria permanente. Él no resucitó de los muertos para morir otra vez.

iii. Jesús es aquel que tiene las llaves de la muerte y el Hades. Algunos se imaginan que el diablo es algo así como el «Señor del Infierno». Algunos se imaginan que el diablo tiene autoridad o poder para determinar la vida o la muerte. Claramente, ellos están mal, pues solo Jesús tiene las llaves de la muerte y el Hades. Podemos confiar en que Jesús nunca dejará que el diablo tome las llaves.

4. (19-20) Otro mandato a escribir, y una explicación

Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

a. Escribe las cosas: Este segundo mandamiento de escribir nos da una estructura para entender el libro de Apocalipsis. Se le manda a Juan a escribir respecto al pasado, el presente y el futuro (desde la perspectiva de Juan).

i. Las cosas que has visto: Esto significa que Jesús quería que Juan escribiera las cosas que él había visto en su visión del Jesús celestial y glorioso.

ii. Y las que son: Esto significa que Jesús quería que Juan escribiera sobre las cosas de su día presente, las cosas en cuanto a las siete iglesias, las cuales estaban en Asia.

iii. Y las que han de ser después de estas: Esto significa que Jesús quería que Juan escribiera las cosas que pasarían después de las cosas descritas respecto a las siete iglesias; es decir, las cosas de los últimos días.

b. El libro de Apocalipsis está estructurado en tres partes:

·  Las cosas que has visto: Apocalipsis, capítulo 1.

·  Las que son: Apocalipsis, capítulo 2 y 3.

·  Las que han de ser después de estas: Apocalipsis capítulos 4 al 22.

c. Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias: Jesús amablemente interpreta sus propias imágenes. Las estrellas en su mano representan a los ángeles de las siete iglesias. Los candeleros representan a las siete iglesias.

i. ¿Por qué cada iglesia tendría su propio ángel, y por qué Jesús tiene a estos ángeles en su mano? Algunas personas creen que estos ángeles son los pastores de estas siete iglesias. Esta idea está basada en el entendimiento literal de la antigua palabra griega traducida como «ángel» (aggelos). Esa palabra significa literalmente «mensajero» y, ciertamente, los pastores son «mensajeros» para las iglesias. Otros han pensado que los ángeles podrían ser «ángeles guardianes» sobre cada congregación. Algunos han sugerido que los ángeles no son seres literales, sino que solo representan el «espíritu prevaleciente» de cada iglesia. Hay fortalezas y debilidades en cualquiera de estas representaciones; pero sabemos que, de alguna manera, estos ángeles son representantes de cada congregación.

ii. Adam Clarke creía que los ángeles de cada iglesia eran sus pastores. «“Ángeles de la iglesia” aquí responde exactamente a ese oficial de la sinagoga entre los judíos llamado […]mensajero de la iglesia, cuya labor era leer, orar y enseñar en la sinagoga». (Clarke)

iii. Es más importante notar dónde están los ángeles. En la diestra de Jesús. Este es un lugar de fuerza y seguridad. Aun las «iglesias problemáticas», que serán descritas en los siguientes capítulos, están en la diestra de Jesús.

d. Esta era una visión espectacular, y muchas personas desearían tener una visión espectacular como la que Juan tuvo. Pero nosotros ahora podemos conocer al mismo Jesús que Juan vio. Podemos conocer su pureza, su sabiduría eterna, sus juicios, su victoria, su autoridad y su majestad. Cada uno de estos aspectos de su naturaleza son nuestros para conocerlos íntimamente.

i. Cuando pensamos en la visión espectacular de Juan, debiéramos de recordar dónde estaba Juan: preso en Patmos. Jesús es a menudo conocido de una manera más íntima en medio de sufrimientos y pruebas. Ambos, Juan y Esteban (Hechos 7:54-60), vieron a Jesús de una forma más clara y gloriosa cuando estuvieron en un contexto de padecimientos por la causa de Jesús. «La ira de los malvados no hace más que acercar más a los santos a los favores de Dios». (Seiss)

©2021 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com

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