Deuteronomio 14 – Vivir toda la vida para el Señor
A. Mandamientos con respecto a la separación de los paganos
1. (1) El mandato de abstenerse de las costumbres funerarias paganas
Hijos sois de Jehová vuestro Dios; no os sajaréis, ni os raparéis a causa de muerto.
a. No os sajaréis, ni os raparéis a causa de muerto: Entre las culturas paganas que rodeaban a Israel, era común cortarse o afeitarse la parte delantera de la cabeza a causa de muerto; es decir, como parte de rituales funerarios paganos.
i. «Hacerse cortes en el cuerpo y afeitarse la cabeza eran ritos de duelo comunes en el antiguo Cercano Oriente, y se menciona en muchos lugares del Antiguo Testamento (Isaías 3:24; 15:2; 22:12; Jeremías 16:6; 41:5; Ezequiel 7:18; Amós 8:10; Miqueas 1:16)». (Thompson)
ii. «La mutilación del cuerpo persiste todavía en algunos países. Tales prácticas estaban prohibidas en Israel, tanto porque insinuaban cierta conformidad con las prácticas paganas, como porque Israel respetaba el cuerpo como creación de Dios, por lo que no debía ser desfigurado ni maltratado». (Thompson)
b. Hijos sois de Jehová vuestro Dios: Entre los cristianos de hoy día, algo va mal si nuestras costumbres funerarias imitan los rituales supersticiosos de los impíos. Los cristianos no deben entristecerse «como los otros que no tienen esperanza» (1 Tesalonicenses 4:13). Los creyentes pueden llorar la muerte de sus seres queridos; pero, al tener esperanza eterna en Jesús, el pueblo de Dios debe mostrar una diferencia en su luto.
i. «Es muy probable que el pueblo hebreo nunca llegara a tener una certeza clara sobre la inmortalidad personal. Sin embargo, sabían que su actitud ante la muerte y, por tanto, ante el dolor, no podía ser la de un pueblo cuyos dioses no eran reales. Eran hijos del Dios vivo, por lo tanto, no debía haber nada de desesperanza o desesperación en la presencia de la muerte, ni en la tristeza derivada de ella». (Morgan)
ii. «Es evidente que la ley no siempre fue observada en Israel, como se muestra en Jeremías 41:5, Ezequiel 7:18 y Amós 8:10». (Thompson)
2. (2) El principio detrás de los mandatos de separación
Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra.
a. Eres pueblo santo: La idea detrás de santo es ‘apartado‘. El pueblo de Israel era un pueblo apartado para el Señor. En Jesús, también los creyentes son un pueblo santo: «Mas vosotros sois nación santa» (1 Pedro 2:9).
b. Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo: El pueblo de Israel fue escogido por Dios para ser su pueblo especial. En Jesús, también los creyentes son un pueblo escogido, especial para Dios: «Mas vosotros sois linaje escogido […] pueblo adquirido por Dios» (1 Pedro 2:9).
c. Un pueblo único: El pueblo de Israel era un pueblo único para Dios. En Jesús, también los creyentes son un pueblo único para Dios: somos «su herencia» (Efesios 1:18).
d. De entre todos los pueblos que están sobre la tierra: Cada uno de estos privilegios gloriosos (ser santo, escogido, pueblo único) conlleva una responsabilidad especial. Si Dios consideraba a Israel como algo único entre las naciones, entonces ellos debían comportarse de manera especial ante las demás naciones.
3. (3-21) El mandato de separarse con respecto a los alimentos
Nada abominable comerás. Estos son los animales que podréis comer: el buey, la oveja, la cabra, el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el íbice, el antílope y el carnero montés. Y todo animal de pezuñas, que tiene hendidura de dos uñas, y que rumiare entre los animales, ese podréis comer. Pero estos no comeréis, entre los que rumian o entre los que tienen pezuña hendida: camello, liebre y conejo; porque rumian, mas no tienen pezuña hendida, serán inmundos; ni cerdo, porque tiene pezuña hendida, mas no rumia; os será inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos muertos. De todo lo que está en el agua, de estos podréis comer: todo lo que tiene aleta y escama. Mas todo lo que no tiene aleta y escama, no comeréis; inmundo será. Toda ave limpia podréis comer. Y estas son de las que no podréis comer: el águila, el quebranta huesos, el azor, el gallinazo, el milano según su especie, todo cuervo según su especie, el avestruz, la lechuza, la gaviota y el gavilán según sus especies, el búho, el ibis, el calamón, el pelícano, el buitre, el somormujo, la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago. Todo insecto alado será inmundo; no se comerá. Toda ave limpia podréis comer. Ninguna cosa mortecina comeréis; al extranjero que está en tus poblaciones la darás, y él podrá comerla; o véndela a un extranjero, porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
a. Estos son los animales que podréis comer: Algunos animales se consideraban inmundos y no se podían comer. Solo se permitía comer ciertos mamíferos bajo una regla sencilla: si un animal tenía pezuñas divididas (no una sola pezuña como un caballo) y rumiaba su bolo alimenticio, entonces podía ser comido. Por ejemplo, el camello, el damán de las rocas y la liebre rumian, pero no tienen pezuñas divididas, sino patas, por lo que se consideran animales no kosher o inmundos para el consumo. En el caso del cerdo, aunque tiene pezuñas divididas, no rumia su bolo alimenticio, por lo que también se considera no kosher.
b. De todo lo que está en el agua, de estos podréis comer: Solo se podían comer ciertas criaturas marinas, y la regla era simple: cualquier criatura acuática que tuviera aletas y escamas era kosher y podía ser consumida. Por lo tanto, la mayoría de los peces se consideraban limpios, excepto peces como el bagre, que carecen de escamas. Los mariscos se consideraban impuros, ya que las almejas, los cangrejos, las ostras y las langostas no tienen ni aletas ni escamas.
c. Toda ave limpia podréis comer: Solo se pueden comer ciertas aves. Aunque no se da una regla para determinar si un ave es pura o impura, las aves impuras mencionadas, específicamente, son depredadoras o carroñeras; además, todo insecto alado es considerado impuro
i. Estos animales, caen en una de las siguientes tres categorías: depredadores (impuros porque comían tanto la carne como la sangre de los animales), carroñeros (impuros porque eran portadores de enfermedades y regularmente estaban en contacto con cadáveres), o potencialmente venenosos o peligrosos, como los mariscos y similares. Eliminar esos alimentos de la dieta de Israel, sin duda, tuvo un efecto saludable. Una de las razones de las leyes dietéticas en Israel era mantener la salud del pueblo.
d. Ninguna cosa mortecina comeréis: Si algún animal muere por sí solo, no ha sido desangrado apropiadamente; por lo tanto, no es kosher.
i. Era importante sangrar a los animales antes de comerlos, porque la sangre representaba el principio de vida del animal (Levítico 17:11), y el principio de vida pertenecía a Dios y solo a Dios. Otra razón para las leyes dietéticas era proyectar un simbolismo importante a Israel con respecto a la sangre y la santidad como principio de la vida.
e. No cocerás el cabrito en la leche de su madre: Esta ley inusual era un mandato para no imitar un ritual de fertilidad pagano común. Ilustraba el tercer principio detrás de las leyes dietéticas de Israel: una declaración de separación de las naciones, lo que impedía que Israel tuviera una comunión fácil (sentarse a una comida común) con los gentiles.
i. Esta ley, debido a extrañas interpretaciones rabínicas, se convirtió en la razón por la que no se puede comer una hamburguesa con queso. Los judíos practicantes de hoy no comen leche y carne en la misma comida (ni cocinada en los mismos platos o con los mismos utensilios), porque los rabinos insisten en que la carne de la hamburguesa puede provenir del ternero de la vaca que dio la leche para el queso, y el queso y la carne se «cocerían» juntos en el estómago y sería una violación de este mandato.
ii. «La misma ley aparece tanto en Éxodo 23:19 como en el 34:26. Es posible que esté haciendo referencia a un rito cananeo descrito en un poema ugarítico, donde se ordena “cocer un cabrito en la leche, un cordero en la nata”. La ley israelita podría ser un rechazo directo a esta costumbre». (Thompson)
B. El mandato del diezmo
1. (22-23) El mandamiento de diezmar
Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días.
a. Indefectiblemente diezmarás: La palabra indefectiblemente es importante; dado que el diezmo implicaba dar el diez por ciento, Dios ordenó que realmente fuera el diez por ciento. Es fácil imaginar a los israelitas encontrando maneras de dar a Dios menos del diez por ciento real.
b. Todo el producto del grano: Esto, aparentemente, implicaba el grano que quedaba después de sacar la semilla del grano. Es decir, el diezmo se calculaba sobre los ingresos, no sobre los activos totales.
c. Comerás delante de Jehová: Cuando se entregaba el diezmo en el tabernáculo (y más tarde en el templo), una parte del diezmo se disfrutaba en una comida ceremonial en presencia de Jehová. El resto se entregaba al sacerdote. El «vino» se refería al jugo de uva sin fermentar.
i. «Siempre existía el peligro de que se honrara a deidades cananeas durante la época de la cosecha. Para evitarlo, se insiste aquí en que las ceremonias religiosas relacionadas con la cosecha y el diezmo se celebren en el santuario de Jehová y no en un santuario pagano». (Thompson)
d. Para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días: Este era el propósito del diezmo: edificar honor y reverencia a Dios. La paráfrasis de la Living Bible (Biblia Vviente) lo dice claramente: «El propósito del diezmo es enseñarte a poner siempre a Dios en primer lugar en tu vida» (Deuteronomio 14:23b, Living Bible).
2. (24-27) El diezmo para aquellos que vivían lejos del tabernáculo
Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner en él su nombre, cuando Jehová tu Dios te bendijere, entonces lo venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia. Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo.
a. Si el camino fuere tan largo: Dado que el diezmo debía ser llevado a un lugar central para toda la nación, algunos estarían más lejos que otros. Por lo tanto, aquellos que vivían lejos podrían encontrar difícil transportar el grano y el ganado requeridos como diezmo.
b. Lo venderás y guardarás el dinero: Si la distancia dificultaba el transporte de los animales, las personas podían cambiar su diezmo por dinero y luego usar ese dinero para diezmar cuando llegaran al tabernáculo (y más tarde, al templo).
i. Estas leyes reflejan el aspecto de sentido común de los mandamientos de Dios. Él no imponía demandas irrazonables a Israel, sino que les ofrecía formas más prácticas de obedecerle. Esto llevó a Israel a alegrarse.
ii. «Esta forma práctica y perfectamente legítima de facilitar la peregrinación continuó hasta los tiempos del Nuevo Testamento y, de hecho, está detrás de los relatos evangélicos sobre Jesús y los cambistas de dinero (Mateo 21:12-13; cf. Juan 2:13-16). Como cualquier otra concesión de este tipo, estaba sujeta a abusos por parte de aquellos que, como los cambistas, se beneficiaban del intercambio cobrando tarifas exorbitantes». (Merrill)
3. (28-29) El diezmo del tercer año
Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren.
a. Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año: Algunos han sugerido que esto se refiere a otro diezmo (a veces llamado el «diezmo de los pobres») que se llevaría cada tres años. Sin embargo, dado que se menciona «el diezmo», y también era destinado al levita además de a los pobres, es mejor entender que no se trata de un diezmo adicional, sino una orden de que una vez cada tres años, el diezmo también estuviera disponible para los pobres, no solo para los levitas.
i. Como señala Kalland: «Los rabinos judíos generalmente han sostenido que había tres diezmos: (1) para los sacerdotes y levitas, (2) para las comidas comunales, (3) cada tres años para los que no tenían tierra (es decir, los levitas, extranjeros, huérfanos y viudas)». Kalland continúa objetando este enfoque rabínico, y observa con precisión: «Así que todas las designaciones de los diezmos hablan de un diezmo básico que se destina a varios usos».
ii. «Cada tercer año, sin embargo, el diezmo debía almacenarse en la propia ciudad o pueblo del israelita para establecer un fondo caritativo destinado a los necesitados, los levitas, los extranjeros residentes, las viudas, los huérfanos, entre otros». (Thompson)
iii. El levita, que no tiene parte ni heredad: «Dios eligió hacer a sus ministros dependientes del pueblo para que fueran motivados (entre otros motivos) a trabajar por su beneficio espiritual. De este modo, el pueblo, bendecido bajo su ministerio, sentiría como su deber y su privilegio apoyarlos y asegurarse de que estuvieran bien atendidos». (Clarke)
b. Para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren: Dios bendice al corazón generoso. Pregúntenle a cualquiera que dé como la Biblia indica, y verán que son bendecidos.
i. Aunque el Nuevo Testamento no ordena el diezmo, ciertamente, habla positivamente de él cuando se realiza con el corazón correcto (Lucas 11:42).
ii. También es importante entender que el diezmo no es un principio exclusivo de la Ley Mosaica. Como explica Hebreos 7:5-9, el diezmo era practicado y honrado por Dios antes de la Ley de Moisés.
iii. De lo que el Nuevo Testamento sí habla con mucha claridad es del principio de dar; que el dar debe ser regular, planificado, proporcional y privado (1 Corintios 16:1-4); que debe ser generoso, libre y con alegría (2 Corintios 9).
iv. Dado que el Nuevo Testamento no enfatiza en el diezmo, uno podría no ser estricto con los cristianos (aunque algunos cristianos argumentan en contra del diezmo sobre la base del egoísmo). Sin embargo, dado que la donación debe ser proporcional, deberíamos dar algún porcentaje —el diez por ciento es un buen punto de referencia y de partida—. Para algunos, dar el diez por ciento no es suficiente; para otros, en su momento actual, el cinco por ciento puede ser un enorme paso de fe.
v. Si nuestra pregunta es: «¿Cuánto es lo menos que puedo dar y aun así agradar a Dios?», nuestro corazón no está en el lugar correcto en absoluto. Deberíamos adoptar la actitud de algunos cristianos primitivos que esencialmente decían: «No estamos obligados por el diezmo, ¡podemos dar más!». Dar y administrar las finanzas es una cuestión espiritual, no simplemente financiera (Lucas 16:11).
vi. «No recibir, sino dar, es la forma de prosperar en el mundo». (Trapp)
© 1996-presente The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik