Deuteronomio 25




Deuteronomio 25 – Más leyes sobre diversos temas

A. Dos leyes para proteger a los criminales y a los animales

1. (1-3) Un límite al castigo corporal

Si hubiere pleito entre algunos, y acudieren al tribunal para que los jueces los juzguen, éstos absolverán al justo, y condenarán al culpable. Y si el delincuente mereciere ser azotado, entonces el juez le hará echar en tierra, y le hará azotar en su presencia; según su delito será el número de azotes. Se podrá dar cuarenta azotes, no más; no sea que, si lo hirieren con muchos azotes más que éstos, se sienta tu hermano envilecido delante de tus ojos.

a. Si hubiere pleito entre algunos, y acudieren al tribunal: Por indicación de Dios, el sistema jurídico de Israel distinguía entre causas penales (donde los gobernantes castigaban los delitos a través de los jueces) y causas civiles (donde el pueblo llevaba las disputas ante los jueces). Esta era una forma de resolver las disputas sin recurrir a la violencia.

b. Absolverán al justo, y condenarán al culpable: Tanto en los casos penales como en los civiles, el deber del juez de Israel era claro. Debían aprobar y alentar al justo, y condenar al culpable. Cuando se penaliza a los justos y se recompensa a los culpables, los tribunales de justicia no cumplen con la responsabilidad que Dios les ha dado (Romanos 13:4).

c. Si el delincuente mereciere ser azotado: En contextos civiles, en las disputas entre hombres, el que fuera identificado como delincuente en su trato hacia otros recibiría castigo físico (o probablemente su equivalente). Esto disuadiría a los malhechores de llevar el caso ante los jueces, y animaría a resolver las disputas sin recurrir a ellos.

i. La ley no exigía específicamente 40 latigazos; el castigo del culpable sería proporcional a su delito y no más. Sin embargo, el número total de azotes no podía exceder de 40, según lo establecido.

ii. «Entre los musulmanes hay muy pocos pleitos […] porque aquellos que demandan a otros sin justa causa deben ser azotados públicamente». (Trapp)

d. Se podrá dar cuarenta azotes, no más: Aunque a veces una paliza era el castigo apropiado, la ley de Dios también reconocía que el castigo podía ser excesivo, y por eso ponía límites a las penas. La pena debía imponerse en presencia del juez, para que este pudiera asegurarse de que el castigo no fuera excesivo.

i. En 2 Corintios 11:24, Pablo enumeró esto entre sus credenciales apostólicas: «De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno». Los «cuarenta azotes menos uno» se refieren a que Pablo fue golpeado por las autoridades judías con treinta y nueve golpes en cinco ocasiones diferentes. Se le restó uno tanto por precaución en el recuento, como por una pequeña expresión de misericordia.

e. No sea que […] se sienta tu hermano envilecido delante de tus ojos: Dios ordenó que se respetara la dignidad, incluso, del hombre culpable. Azotar a un hombre más de lo que su falta merecía sería tratarlo más como a un animal que como a un ser humano.

i. «Su conducta pecaminosa contra un hermano no era razón suficiente para privarlo de toda su dignidad». (Merrill)

ii. «Es interesante notar qué es el castigo excesivo a los ojos de Dios. Es cualquier cosa que haga que nuestro hermano sea envilecido». (Morgan)

2. (4) El mandato de no poner bozal al buey

No pondrás bozal al buey cuando trillare.

a. No pondrás bozal al buey: Esta ley ordenaba tratar humanamente a un animal de trabajo. En aquellos días, el grano se separaba de su cáscara haciendo que un buey lo pisara repetidamente, generalmente en círculos. Sería cruel obligar al buey a caminar sobre el grano, pero ponerle un bozal para que no pueda comer de él.

i. «El cuidado de las criaturas mudas forma parte de nuestro deber religioso […]. ¡Oh, cuándo cesarán los dolores de la creación! El pecado del hombre ha traído sufrimiento a las criaturas inferiores». (Meyer)

ii. «La prohibición (Deuteronomio 25:4) de poner bozal al buey de trabajo refleja el espíritu de misericordia que impregna todo el trato de Dios con su creación, humana o no. Está claro que el propósito no era solo velar por el bienestar del buey en sí, sino señalar con un argumento a fortiori que si un simple animal merecía un trato humano, cuánto más lo merece un ser humano creado a imagen de Dios». (Merrill)

b. No pondrás bozal al buey: En 1 Corintios 9:9 y 1 Timoteo 5:18, el apóstol Pablo aplicó este principio al derecho del ministro a ser sostenido por el pueblo al que sirve. En circunstancias normales, no es correcto esperar que un ministro sirva a una congregación y no reciba apoyo de esta.

i. En 1 Corintios 9:9-10 se sugiere que la aplicación a los ministros de Dios era el verdadero objetivo de este mandamiento, porque en ese pasaje Pablo pregunta: «¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros?».

B. Dos leyes para los asuntos familiares

1. (5-10) La obligación matrimonial de los hermanos sobrevivientes

Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de éste no sea borrado de Israel. Y si el hombre no quisiere tomar a su cuñada, irá entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos, y dirá: Mi cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere emparentar conmigo. Entonces los ancianos de aquella ciudad lo harán venir, y hablarán con él; y si él se levantare y dijere: No quiero tomarla, se acercará entonces su cuñada a él delante de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el rostro, y hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la casa de su hermano. Y se le dará este nombre en Israel: La casa del descalzado.

a. Muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo: En el antiguo Israel era visto como una gran tragedia que un hombre muriera sin dejar descendencia para continuar con su nombre, y para dar a su familia la herencia. Por lo tanto, si un hombre muriere y no tuviere hijo, era responsabilidad de uno de sus hermanos tomar a la viuda del hermano difunto como esposa y hacer con ella parentesco. Esta costumbre a veces se denomina «levirato».

i. «La práctica del levirato (del latín levir, cuñado o hermano del marido) no era exclusiva de Israel, ya que también se practicaba entre los hititas y los asirios, así como en países como la India, África y Sudamérica. El objetivo de esta costumbre era asegurar que un hombre que muriera antes de tener un heredero varón pudiera tener descendencia». (Thompson)

ii. «¿Era la ley del levirato una aprobación de la poligamia? Difícilmente. Más bien, era un arreglo alternativo dentro de límites específicos para asegurar la retención de la propiedad de la tierra a través de las familias de Israel». (Kalland)

b. Y el primogénito que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de este no sea borrado de Israel: Cuando un hijo naciera de esta unión, no sería contado como el hijo del hermano sobreviviente, sino como hijo del hermano difunto.

i. Primogénito aquí puede significar, simplemente,’niño’. «En la historia de la interpretación de esta ley deuteronómica, existió diferencia de opinión entre los expositores judíos sobre si ben en el verso 5 significaba ‘hijo’ o ‘niño’. La LXX y Josefo lo traducen como ‘niño’. Moisés ya había establecido que cuando no existía heredero varón, las hijas serían herederas de la propiedad de su padre (Nm. 27:1-8)». (Kalland)

c. Mi cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su hermano: Si los hermanos del difunto se negaban a asumir esta responsabilidad, debían ser llamados a vergüenza pública por parte de la viuda. La vergüenza era muy grande, ya que se les hacía quitarse el calzado del pie y la viuda les escupirá en el rostro.

i. «La legislación permitía la liberación del cuñado de su deber, pero al mismo tiempo desalentaba firmemente dicho incumplimiento debido a la vergüenza de ser llevado a juicio, escupido y etiquetado como “la familia del descalzado”». (Kalland)

ii. Esto explica las circunstancias de Rut 4, donde un pariente del difunto esposo de Rut se negó a asumir esta responsabilidad y lo demostró al quitarse la sandalia (Rut 4:6-8). Sin embargo, no hay ninguna referencia al acto de escupir en el rostro en el relato de Rut 4.

iii. La casa del descalzado: «Es difícil encontrar la razón detrás de estas ceremonias de degradación. Quizás, el calzado era un símbolo de poder; al quitárselo, se representaba la pérdida de ese poder y autoridad. Escupir en la cara era un acto de extrema deshonra, aunque los judíos, quienes son los jueces legítimos en este caso, afirman que el acto de escupir no era en la cara, sino frente a él en el suelo». (Clarke)

2. (11-12) A las esposas se les prohíbe interferir en las peleas de sus esposos

Si algunos riñeren uno con otro, y se acercare la mujer de uno para librar a su marido de mano del que le hiere, y alargando su mano asiere de sus partes vergonzosas, le cortarás entonces la mano; no la perdonarás.

a. Se acercare la mujer de uno para librar a su marido: Esta ley inusual condenaba a la mujer que interfiriera en la pelea de su marido, actuando de manera deshonrosa («su mano asiere de sus partes vergonzosas»).

b. Le cortarás entonces la mano: Con este castigo extremo se pretendía establecer un ejemplo severo en casos similares, imponiendo una fuerte sanción contra aquellos que luchaban de una manera que, aunque no causara la muerte física de un hombre, podría afectar gravemente a su futura descendencia. También reforzaba el principio básico de que hay ciertas situaciones o conflictos en los cuales las mujeres no deben involucrarse.

i. La mujer enfrentaba una pena basada en el principio de «ojo por ojo». Al haber mutilado a un hombre, arruinando su capacidad de engendrar hijos, su cuerpo también sería mutilado mediante la amputación de la mano, la parte de su cuerpo que cometió el delito.

ii. «Posiblemente esto representaba delitos similares y proporcionaba un estándar para el juicio en todos esos casos. También podría ser que la ley surgiera del deseo de proteger los órganos reproductivos y evitar cualquier acción que pudiera impedir que un hombre dejara descendencia». (Thompson)

C. Dos leyes que ordenan la justicia

1. (13-16) Dios ordena que los pesos y las medidas sean justos

No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica, ni tendrás en tu casa efa grande y efa pequeño. Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. Porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que hace esto, y cualquiera que hace injusticia.

a. No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica: Dios le ordenó a su pueblo que llevara a cabo negocios de manera honesta. El uso de pesa grande y pesa chica para engañar al comprador o vendedor era condenado. Aunque la cultura circundante podría no preocuparse por la ética en la obtención del dinero, Dios insistía en el uso de pesa exacta y justa en el comercio. Esta enseñanza se repite en pasajes como Proverbios 11:1; 16:11 y 20:23.

i. «Obviamente, no había pecado en poseer estas cosas per se, pero su mera posesión inevitablemente conduciría a su uso en transacciones sin escrúpulos». (Merrill)

b. Porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que hace esto: Esta es una afirmación más contundente de un mandamiento introducido en Levítico 19:35-36. Robar a otros bajo el pretexto de hacer negocios es considerado un grave delito ante Dios.

2. (17-19) Dios le ordena a Israel destruir merecidamente a Amalec

Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios. Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.

a. Acuérdate de lo que hizo Amalec: Los amalecitas descendían de Esaú, como se menciona en Génesis 36:15-16 y 1 Crónicas 1:36. Eran una tribu nómada que vagaba por la zona más amplia del sur de Canaán y sus tierras limítrofes. El ataque de los amalecitas contra Israel se relata en Éxodo 17. En respuesta, Josué lideró a los ejércitos de Israel hacia la victoria sobre los amalecitas mientras Moisés clamaba por Israel, apoyado por la oración continua de Aarón y Hur.

i. «El hecho de que Amalec no mostrara misericordia hacia los débiles atrajo el juicio divino, ya que Dios juzga a las naciones por sus crímenes contra la ley natural». (Thompson)

b. Borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo: La naturaleza del ataque amalecita contra Israel, centrado en los débiles y en el cansado y trabajado, hizo que Amalec se convirtiera en el enemigo permanente de Israel. Por lo tanto, Israel debía tratar a los amalecitas como trataría a los cananeos: como un pueblo bajo el juicio de Dios.

i. Debido a la fuerte orden de Dios de luchar contra Amalec, muchos ven la lucha de Israel contra Amalec como una imagen de la lucha del creyente contra la carne, que constantemente se opone al Espíritu y contra la cual se debe luchar hasta vencerla por completo (Gálatas 5:17).

ii. «Se supone que este mandato tuvo su cumplimiento final con la muerte de Amán y sus diez hijos, como se relata en el libro de Ester (capítulos 3, 7, y 9). A partir de ese momento, se dice que la memoria y el nombre de Amalec fueron borrados de debajo del cielo, ya que a lo largo de su historia se puede afirmar con verdad: “No temieron a Dios”». (Clarke)

c. Cuando Jehová tu Dios te dé descanso: Israel tenía la intención de llevar a cabo esta guerra contra los amalecitas más adelante, cuando estuvieran establecidos en la Tierra Prometida. Unos 400 años después, Dios ordenó específicamente a Saúl que luchara contra los amalecitas, y su fracaso en destruirlos por completo fue el principal acto de desobediencia que finalmente le costó el trono a Saúl (1 Samuel 15:2-9; 28:18).

© 1996-presente The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik

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