Deuteronomio 28 – Bendición y maldición
A. Bendiciones sobre la obediencia
1. (1-2) Alcanzados por la bendición
Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.
a. Si oyeres la voz de Jehová tu Dios: La palabra «si» ocupa un lugar preponderante. En este capítulo, Moisés exhorta a la nación a elegir. El pacto que Dios hizo con Israel contenía tres características principales: la Ley, el sacrificio y la elección.
i. La idea detrás de la elección era que Dios estaba determinado a revelarse al mundo a través de Israel. Jehová los haría tan bendecidos, que el mundo reconocería que solo Dios podría haberlos bendecido así; o tan maldecidos, que solo Dios podría haberlos maldecido y aun así permitirles sobrevivir. La decisión de bendecir o maldecir dependía de la fidelidad de Israel a su pacto con Dios.
ii. En cuanto a su forma literaria, este capítulo es similar a los antiguos tratados entre un rey y su pueblo; en este caso, Jehová actúa como el Rey haciendo un pacto con su pueblo, Israel.
iii. «En el Antiguo Cercano Oriente, era costumbre que los tratados legales concluyeran con secciones que contenían bendiciones para aquellos que observaban las leyes y maldiciones para aquellos que no lo hacían». (Harrrison, Comentario sobre Levítico)
b. Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra: Por tanto, si Israel obedeciera a Jehová, Él los exaltaría sobre todas las naciones de la tierra, y las bendiciones serían tan poderosas que: vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán. No podrían escapar de las bendiciones.
i. «La lista de bendiciones en estos versículos (Deuteronomio 28:3-14) presenta una notable prosa rítmica hebrea con su sucesión de frases sin coordinación explícita entre ellas. El sentido del ritmo se refuerza con la repetición de “bendito”». (Thompson)
2. (3-14) Dios bendecirá abundantemente la obediencia de Israel al pacto
Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán. Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles.
a. Bendito serás tú: Un Israel obediente sería bendito en todas partes: «en la ciudad […] bendito tú en el campo […] en tu entrar […] en tu salir». Un Israel obediente sería bendito en sus granjas (el fruto de tu tierra), en sus hogares (el fruto de tu vientre) y sus cocinas (tu canasta y tu artesa de amasar). Sus graneros estarían llenos y bendecidos con abundancia de alimentos.
i. «La expresión “entrar…salir” se utiliza frecuentemente en el Antiguo Testamento para denotar la capacidad de una persona para moverse libremente en los asuntos de la vida (Deuteronomio 31:2; Josué 14:11; 1 Reyes 3:7; Salmo 121:8; Isaías 37:28). Las bendiciones de Jehová abarcan toda la gama de la vida de una persona y representan una plenitud integral del favor divino». (Thompson)
b. Tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti: Un Israel obediente sería bendecido, incluso, en la guerra. Bajo la bendición de Dios, los enemigos serían derrotados ante Israel.
c. Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo: Quizás, la bendición más grande tenía que ver con la relación de Israel con Dios mismo. Jehová separaría a un Israel obediente para sí mismo, teniendo una relación especial con él. Sin esta bendición de la presencia de Dios, todas las bendiciones materiales descritas anteriormente serían vacías.
i. «Esta es la culminación de todas las bendiciones: ser santificados y preservados en santidad». (Clarke)
d. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti […] te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo: El propósito de Dios al bendecir a Israel iba más allá de, simplemente, enriquecer a la nación por su propio bien. Su intención era glorificarse a sí mismo bendiciendo a Israel, para que el mundo pudiera ver y hablar de la mano de bendición de Dios sobre ellos.
i. Para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo: «Los israelitas se enfrentaban a una tierra donde era común la creencia en los dioses de la fertilidad, especialmente el baalismo. Se creía que los diferentes baales controlaban la lluvia. Los cananeos tenían la creencia de que Baal residía en el cielo con una abertura en el techo desde donde enviaba las lluvias […]. Moisés enfatizó que era el Señor quien bendeciría a Israel con lluvias abundantes o las retendría debido a su desobediencia». (Kalland)
ii. Cuando Israel siguió al Señor, estas bendiciones fueron evidentes. Un ejemplo notable es cuando la reina de Sabá visitó a Salomón y vio una nación tan bendecida que reconoció que solo podía venir de Dios (1 Reyes 10:1-13).
B. Maldiciones sobre la desobediencia
1. (15) Introducción a las maldiciones
Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán.
a. Si no oyeres la voz de Jehová tu Dios: El aspecto de pacto de la elección era una espada de dos filos. La obediencia acarrearía una gran bendición, pero la desobediencia acarrearía terribles maldiciones.
b. Vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán: Al igual que las bendiciones para un Israel obediente, las maldiciones para un Israel desobediente serían inevitables. Es importante recordar que estas maldiciones formaban parte de un pacto que Israel aceptó, tanto en el Sinaí (Éxodo 24:1-8) como aquí en Deuteronomio.
i. Es significativo que la descripción de las maldiciones sea mucho más larga y detallada que la de las bendiciones. Según Thompson, esto era común en los tratados de esa época y lugar en general, y Trapp afirma: «Se mencionan muchas más maldiciones que bendiciones. Tal es la debilidad de nuestra naturaleza, que las amenazas nos aterrorizan más que lo que nos conmueven las misericordias».
c. Todas estas maldiciones: El resto del capítulo es realmente impactante. La repetición de las maldiciones, en todos sus múltiples aspectos, tenía la intención de dejar una profunda impresión en Israel. Si no estaban motivados por las bendiciones descritas en el versículo anterior, deberían estarlo por estas terribles maldiciones.
i. «De hecho, un análisis lógico del capítulo es casi imposible, ya que el objetivo final no era la lógica, sino crear una impresión vívida al presentar una imagen tras otra hasta que el oyente pudiera ver y sentir la importancia de las palabras del predicador». (Thompson)
2. (16-68) Las maldiciones sobre la desobediencia de Israel
Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar. Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir. Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado. Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas. Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza; de los cielos descenderán sobre ti hasta que perezcas. Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra. Y tus cadáveres servirán de comida a toda ave del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien las espante. Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de que no puedas ser curado. Jehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu; y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad, y no serás prosperado en tus caminos; y no serás sino oprimido y robado todos los días, y no habrá quien te salve. Te desposarás con mujer, y otro varón dormirá con ella; edificarás casa, y no habitarás en ella; plantarás viña, y no la disfrutarás. Tu buey será matado delante de tus ojos, y tú no comerás de él; tu asno será arrebatado de delante de ti, y no te será devuelto; tus ovejas serán dadas a tus enemigos, y no tendrás quien te las rescate. Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo, y tus ojos lo verán, y desfallecerán por ellos todo el día; y no habrá fuerza en tu mano. El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días. Y enloquecerás a causa de lo que verás con tus ojos. Te herirá Jehová con maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser curado. Jehová te llevará a ti, y al rey que hubieres puesto sobre ti, a nación que no conociste ni tú ni tus padres; y allá servirás a dioses ajenos, al palo y a la piedra. Y serás motivo de horror, y servirás de refrán y de burla a todos los pueblos a los cuales te llevará Jehová. Sacarás mucha semilla al campo, y recogerás poco, porque la langosta lo consumirá. Plantarás viñas y labrarás, pero no beberás vino, ni recogerás uvas, porque el gusano se las comerá. Tendrás olivos en todo tu territorio, mas no te ungirás con el aceite, porque tu aceituna se caerá. Hijos e hijas engendrarás, y no serán para ti, porque irán en cautiverio. Toda tu arboleda y el fruto de tu tierra serán consumidos por la langosta. El extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú descenderás muy abajo. Él te prestará a ti, y tú no le prestarás a él; él será por cabeza, y tú serás por cola. Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó; y serán en ti por señal y por maravilla, y en tu descendencia para siempre. Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviare Jehová contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte. Jehová traerá contra ti una nación de lejos, del extremo de la tierra, que vuele como águila, nación cuya lengua no entiendas; gente fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, ni perdonará al niño; y comerá el fruto de tu bestia y el fruto de tu tierra, hasta que perezcas; y no te dejará grano, ni mosto, ni aceite, ni la cría de tus vacas, ni los rebaños de tus ovejas, hasta destruirte. Pondrá sitio a todas tus ciudades, hasta que caigan tus muros altos y fortificados en que tú confías, en toda tu tierra; sitiará, pues, todas tus ciudades y toda la tierra que Jehová tu Dios te hubiere dado. Y comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que Jehová tu Dios te dio, en el sitio y en el apuro con que te angustiará tu enemigo. El hombre tierno en medio de ti, y el muy delicado, mirará con malos ojos a su hermano, y a la mujer de su seno, y al resto de sus hijos que le quedaren; para no dar a alguno de ellos de la carne de sus hijos, que él comiere, por no haberle quedado nada, en el asedio y en el apuro con que tu enemigo te oprimirá en todas tus ciudades. La tierna y la delicada entre vosotros, que nunca la planta de su pie intentaría sentar sobre la tierra, de pura delicadeza y ternura, mirará con malos ojos al marido de su seno, a su hijo, a su hija, al recién nacido que sale de entre sus pies, y a sus hijos que diere a luz; pues los comerá ocultamente, por la carencia de todo, en el asedio y en el apuro con que tu enemigo te oprimirá en tus ciudades. Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: Jehová tu dios, entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia, plagas grandes y permanentes, y enfermedades malignas y duraderas; y traerá sobre ti todos los males de Egipto, delante de los cuales temiste, y no te dejarán. Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová la enviará sobre ti, hasta que seas destruido. Y quedaréis pocos en número, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud, por cuanto no obedecisteis a la voz de Jehová tu Dios. Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella. Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo; y allí servirás a dioses ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra. Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma; y tendrás tu vida como algo que pende delante de ti, y estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida. Por la mañana dirás: !Quién diera que fuese la tarde! y a la tarde dirás: !Quién diera que fuese la mañana! por el miedo de tu corazón con que estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos. Y Jehová te hará volver a Egipto en naves, por el camino del cual te ha dicho: Nunca más volverás; y allí seréis vendidos a vuestros enemigos por esclavos y por esclavas, y no habrá quien os compre.
a. En la ciudad […] en el campo […] en tu entrar […] en tu salir: Un Israel desobediente al pacto sería maldecido en todas partes. No habría lugar al que pudieran ir para escapar de las consecuencias de su infidelidad al pacto.
b. El fruto de tu vientre […] el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias: Un Israel desobediente sería maldito en sus hogares, sus granjas y sus cocinas (la canasta y la artesa de amasar).
c. Mortandad […] tisis, fiebre […] la úlcera de Egipto […] con sarna […] con comezón […] locura, ceguera y turbación de espíritu: Un Israel desobediente al pacto sería maldecido en su salud.
i. Tumores: «Los “tumores” que iban a afligir al Israel desobediente eran similares a los que sufrieron más tarde los filisteos cuando les fue arrebatada el arca del pacto (1 Samuel 5-6). La palabra hebrea opel significa ‘hinchazón‘ y generalmente se piensa que se refiere a hemorroides, tumores, peste bubónica o lepra». (Kalland)
d. Los cielos […] serán de bronce […] dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza: Un Israel desobediente al pacto sería maldecido por el clima. El cielo no traería la lluvia esencial para su agricultura, lo que resultaría en escasez y hambruna.
e. Te entregará derrotado delante de tus enemigos: El Israel desobediente al pacto sería maldecido en la guerra. Dios no lucharía por ellos, y los cuerpos de sus muertos serían devorados por toda ave del cielo y fiera de la tierra.
f. Te desposarás con mujer, y otro varón dormirá con ella […]. Tu buey será matado delante de tus ojos, y tú no comerás de él: Un Israel desobediente al pacto sería maldecido por repetidas y terribles injusticias y tragedias. Todas estas tragedias traerían un resultado terrible: «enloquecerás a causa de lo que verás con tus ojos».
i. «Quizás, ningún pueblo bajo el sol ha sido más oprimido y maltratado que los judíos rebeldes. De hecho, esta ha sido su porción, con muy poca interrupción, durante casi 1800 años». (Clarke)
ii. Y serán en ti por señal y por maravilla: «El Señor, que había sacado a los israelitas de Egipto mediante señales y prodigios (4:34), haría que las maldiciones fueran “una señal y un prodigio” para ellos y sus descendientes para siempre (v.46)». (Kalland)
iii. Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo: «En varios países, especialmente en España y Portugal, los hijos de los judíos les han sido arrebatados por orden del gobierno y educados en la fe papista. También se han registrado casos de niños judíos arrancados de sus padres, incluso, en países protestantes». (Clarke)
g. Jehová traerá contra ti una nación de lejos: Un Israel desobediente sería atacado y conquistado por gente fiera de rostro que pelearía hasta destruir a Israel.
i. Y comerá el fruto de tu bestia y el fruto de tu tierra: Esto se hizo terriblemente cierto en los días del reino más adelante. Segunda de Reyes 6:24-30 describe una hambruna tan severa en una ciudad israelita sitiada que hubo una pelea entre dos mujeres por comerse a sus hijos. Terrible cumplimiento de la promesa: «comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas». Lamentaciones 4:1-11 describe vívidamente los horrores del sitio de Jerusalén.
ii. Escasas son las imágenes más degradantes en la Biblia que la de una madre, aun durante un asedio, que debería haber desechado las placentas de su hijo y haber acariciado a su recién nacido, pero en su desesperada necesidad come ambas cosas, negando en secreto cualquier participación de su propio marido en tan espantosa comida». (Thompson)
iii. «Las mujeres más refinadas y delicadas que evitan, incluso, tocar el suelo con los pies descalzos, no vacilarían en consumir a su propia descendencia». (Merrill)
iv. Adam Clarke dijo que esto también se cumplió en el asedio romano de Jerusalén. «Esto se consumó, literalmente, cuando Jerusalén fue sitiada por los romanos, pues una mujer llamada María, de linaje noble, llevada a la locura por el hambre, hirvió y se comió a su propio hijo».
h. Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo: Como resultado de su repetida y crónica desobediencia al pacto, Israel sería dispersado. Debido a esta desobediencia, las maldiciones del pacto acordado se convirtieron en parte de la historia de la nación de Israel.
i. Muchas de estas terribles maldiciones sobre un Israel desobediente se cumplieron a lo largo de los años registrados en el Antiguo Testamento. Sin embargo, su cumplimiento no se limitó al final de la historia bíblica, registrada en el Antiguo y Nuevo Testamento.
ii. Por ejemplo, alrededor del año 68 d.C., los romanos finalmente se cansaron de los judíos rebeldes en la provincia de Judea y sitiaron Jerusalén. En ese momento, los judíos esperaban fervientemente la venida del Mesías para liberarlos y derrotar a los romanos, basándose en la promesa de Dios de destruir a los ejércitos que sitiaran Jerusalén, como se menciona en Zacarías 12:1-9. Sin embargo, lamentablemente, los judíos de ese tiempo rechazaron cumplir Zacarías 12:10, que describe su necesidad de aceptar humilde y arrepentidamente a un Mesías que sería traspasado.
iii. Los judíos de aquel tiempo confiaban tanto en que el Mesías los rescataría que sus facciones luchaban entre sí y destruían sus propios recursos alimentarios, cada uno intentando asegurar el poder cuando llegara el Mesías. Según Josefo, era «como si sirvieran a propósito a los romanos destruyendo lo que la ciudad había almacenado contra un asedio y debilitando su propia resistencia» (Guerras 5.24). «Por el hambre, ciertamente, la ciudad cayó, un destino que habría sido prácticamente imposible si ellos mismos no hubieran preparado el camino para este final». (Guerras 5.26).
iv. Cuando el general romano Vespasiano llegó a Jerusalén, las facciones judías estaban ocupadas peleando entre sí. Aunque su personal lo instó a atacar de inmediato, Vespasiano decidió contenerse, sabiendo que un ataque podría unir a los judíos. Según se dice, afirmó que Dios era un mejor estratega que él, y que Dios mismo estaba entregando a los judíos en manos de los romanos. Fue durante este tiempo que Vespasiano ascendió al trono imperial, dejando a su hijo Tito a cargo del posterior ataque contra Jerusalén.
v. En contraste, los cristianos en Jerusalén prestaron atención a las palabras de Jesús en Lucas 21:20-24, en las que les dijo a las personas que huyeran de Jerusalén cuando estuviera «rodeada de ejércitos», porque entonces sabrían «que su destrucción ha llegado».
vi. En este asedio de Jerusalén, el hambre se hizo tan grande que muchos trataron de escapar de los muros y buscar comida. Quinientos o más fueron capturados y crucificados diariamente. «Los soldados por rabia y odio se divertían clavando a sus prisioneros en diferentes posturas; y tan grande era su número, que no se podía encontrar lugar para las cruces ni cruces para los cuerpos» (Guerra 5.451). Más de 600 000 murieron de hambre, y sus cadáveres fueron arrojados sobre las murallas de la ciudad. En total, más de un millón murió y 97 000 fueron capturados, y la mayoría de los cautivos fueron enviados como esclavos a Egipto. La promesa de Deuteronomio 28:68 se cumplió trágicamente: «seréis vendidos a vuestros enemigos por esclavos y por esclavas, y no habrá quien os compre». Esto sucedió cuando demasiados esclavos judíos saturaron el mercado de esclavos egipcio y no podían comprar todos los esclavos disponibles.
vii. «Cuando Jerusalén fue tomada por Tito, muchos de los cautivos mayores de diecisiete años fueron enviados a trabajar en Egipto. Ver Josefo, Antigüedades, libro xii, capítulo 1, sección 2 y Guerra, libro vi, capítulo 9, sección 2». (Clarke)
viii. Después de la conquista, los judíos que aún vivían en Judea fueron perennemente subyugados y humillados por los romanos. Los romanos continuaron recaudando el impuesto del templo de los judíos, a pesar de que el templo había sido completamente destruido. De hecho, los romanos tomaban este impuesto y lo usaban para sostener sus templos paganos.
ix. Después de algunos años, los judíos de Judea se rebelaron nuevamente contra los romanos en el año 132 d.C., liderados por un hombre llamado Bar Kojba. Fue proclamado mesías por los rabinos que apoyaron la revuelta. Sin embargo, tras la rebelión de Bar Kojba, Roma finalmente aplastó por completo a la población judía de Judea. Josefo dijo que, como resultado de muchas batallas, la tierra que alguna vez fue hermosa fue destruida y que ni siquiera podía ser reconocida.
x. Pero la maldición para Israel no había terminado. Trágicamente, la iglesia y los cristianos se volvieron contra los judíos. Era como si las ramas del árbol atacaran su propia raíz. Mientras la iglesia ganaba poder político y se convertía en la religión oficial del Imperio romano, decidió atacar a los judíos.
xi. Hicieron esto, en parte, como retribución por los lejanos primeros años de persecución judía contra los cristianos. También se debió al actual rechazo judío de Jesús como Mesías, lo cual se consideraba muy ofensivo. Pero la mayor motivación fue una extraña estrategia de evangelización. Los cristianos pensaban: «Los judíos están malditos porque han matado a su Mesías. Las maldiciones están destinadas a hacer que el corazón de la nación vuelva a Dios. Ayudaremos a Dios siendo su instrumento para maldecir al pueblo judío».
xii. Durante siglos, los peores enemigos que tuvieron los judíos fueron los cristianos que pensaban que podían ayudar a Dios maldiciendo al pueblo judío. En un momento de la Roma medieval, el Papa ordenó una procesión de judíos por la ciudad, durante la cual le presentaron un rollo del Antiguo Testamento. El Papa recibió el rollo y dijo: «Ley hermosa; gente miserable». La vergonzosa historia de la iglesia contra los judíos está registrada en los relatos de las cruzadas, las matanzas y los guetos.
xiii. Esto ayuda a explicar la gran corrupción y la falta de poder espiritual en la iglesia durante la Edad Media. Dios le prometió a Abraham y a sus descendientes del pacto, el pueblo judío: «Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Génesis 12:3). La estrategia inteligente y poderosa de Satanás para maldecir a la iglesia fue efectiva: maldecir a la iglesia inspirándola a maldecir al pueblo judío. Así como Dios juzgó a Asiria, Babilonia, Roma y Alemania por su maltrato al pueblo judío, la iglesia fue maldecida mientras persiguió a los judíos. La iglesia, ignorante, hizo caso omiso de las palabras de Jesús en Mateo 18:7: «¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!». Si el pueblo judío iba a ser maldecido, era asunto de Dios, no de la iglesia.
xiv. «Han pecado, es cierto, gravemente; pero, ¡oh, cristianos!, ¿no han sufrido ellos gravemente por ello? ¿No es suficiente el castigo de Dios sobre ellos? No aumenten sus miserias con tratos crueles u opresión. Ellos son, sobre todos los demás, los hombres que han visto la aflicción por el golpe de su vara». (Adam Clarke, 1811)
xv. Gloriosamente, la maldición no fue ni es el fin del plan de Dios para el pueblo judío. Como describe Ezequiel 37, Dios revivirá —y ha comenzado a hacerlo— al pueblo judío de entre los muertos y lo preparará para ser usado en estos últimos días. Dios no ha terminado con Israel, y la maldición no será su legado final.
i. Y serás motivo de horror, y servirás de refrán y de burla a todos los pueblos a los cuales te llevará Jehová: Al igual que con las bendiciones, el propósito de Dios al maldecir a Israel tenía un objetivo mayor que simplemente castigarlo por su pecado. Las maldiciones también se convertirían en un testimonio para las naciones.
i. Dios haría esto para su gloria y porque lo glorificaría a Él. Incluso, se puede decir que Él se regocijaría en la obra: «Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella».
ii. «Véase aquí la naturaleza venenosa del pecado, tan ofensiva para Dios Todopoderoso, que hace que Él, que por lo demás no aflige voluntariamente (Lamentaciones 3:33), sino que se deleita en la misericordia (Miqueas 7:18), se regocije en la ruina de sus criaturas, como se ve aquí». (Trapp)
iii. «Es un vívido clímax de una escena sostenida de sufrimiento indecible». (Thompson)
iv. «Ciertamente, esta representación gráfica del Israel desobediente bajo la maldición debería haber sido una advertencia muy eficaz, como se pretendía que fuera». (Kalland)
v. «La historia es una advertencia para nosotros, al revelar la capacidad del hombre para el mal y cómo, a pesar de las advertencias más claras, es capaz de una desobediencia desastrosa. Se necesita algo más que la ley, que indica el camino, y algo más que el profeta, que exhorta a la obediencia». (Morgan)
© 1996-presente The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik