Deuteronomio 3 – Moisés recuerda la marcha hacia Canaán y el nombramiento de Josué
A. Moisés recuerda la derrota de Basán
1. (1-2) Dios le ordena a Israel atacar a Basán
Volvimos, pues, y subimos camino de Basán, y nos salió al encuentro Og rey de Basán para pelear, él y todo su pueblo, en Edrei. Y me dijo Jehová: No tengas temor de él, porque en tu mano he entregado a él y a todo su pueblo, con su tierra; y harás con él como hiciste con Sehón rey amorreo, que habitaba en Hesbón.
a. Volvimos, pues, y subimos camino de Basán: Mientras Israel se acercaba a la Tierra Prometida y avanzaba hacia el oeste en dirección al río Jordán, atravesó la tierra de Og, rey de Basán.
i. «Basánera una zona situada al norte y noreste de Galilea, rica en bosques y famosa por sus pastos y altas colinas. Hoy día, está habitada por el pueblo druso». (Thompson)
b. No tengas temor de él, porque en tu mano he entregado a él y a todo su pueblo, con su tierra: Dios le ordenó a Moisés y a todo Israel que no temieran al rey Og, a pesar de su tamaño (Deuteronomio 3:11). Les aseguró que les daría la misma victoria que les había dado contra los amorreos (Números 21:31-32).
2. (3-11) Israel derrota a Basán
Y Jehová nuestro Dios entregó también en nuestra mano a Og rey de Basán, y a todo su pueblo, al cual derrotamos hasta acabar con todos. Y tomamos entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que no les tomásemos; sesenta ciudades, toda la tierra de Argob, del reino de Og en Basán. Todas estas eran ciudades fortificadas con muros altos, con puertas y barras, sin contar otras muchas ciudades sin muro. Y las destruimos, como hicimos a Sehón rey de Hesbón, matando en toda ciudad a hombres, mujeres y niños. Y tomamos para nosotros todo el ganado, y los despojos de las ciudades. También tomamos en aquel tiempo la tierra desde el arroyo de Arnón hasta el monte de Hermón, de manos de los dos reyes amorreos que estaban a este lado del Jordán. (Los sidonios llaman a Hermón, Sirión; y los amorreos, Senir.) Todas las ciudades de la llanura, y todo Galaad, y todo Basán hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán. Porque únicamente Og rey de Basán había quedado del resto de los gigantes. Su cama, una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de ella es de nueve codos, y su anchura de cuatro codos, según el codo de un hombre.
a. Y tomamos entonces todas sus ciudades […] sesenta ciudades: La conquista del rey Og de Basán le proporcionó a Israel aún más territorio en el lado oriental del río Jordán. Esta victoria les demostró que, mediante el poder de Dios, podían vencer a los cananeos que enfrentarían en el lado occidental del río Jordán.
i. Sesenta ciudades: «El término “ciudad”, sin embargo, no implica necesariamente que se trate de lugares con una gran población. Mientras que algunas ciudades tenían miles de habitantes, otras solo contaban con unos pocos cientos». (Kalland)
b. Únicamente Og rey de Basán había quedado del resto de los gigantes: Aparentemente, Og fue el último de los rephaim en su área, en el lado este del río Jordán.
i. Las repetidas referencias a los rephaim en estos tres primeros capítulos muestran que Israel, cuando confió en Dios, fue capaz de derrotar a esta raza de temibles guerreros. También demuestra que, unos 40 años antes de esto, el miedo de Israel a estos hombres (registrado en Números 13:32-33) era infundado. Las razones expresadas por Israel en Cades-barnea, registradas en Números 13, quedaron expuestas como meras excusas al considerar las victorias que la siguiente generación experimentó por fe.
c. Su cama, una cama de hierro: La cama de Og medía 14 pies por 6 pies en medidas modernas (4 metros por 2 metros). Algunos comentaristas creen que esto describe su sarcófago funerario. Ya sea que se tratara de su cama o de su ataúd, esto demuestra el gran tamaño de Og.
i. «Si se acepta que la cama era un codo más larga que Og, y que un codo equivale aproximadamente a dieciocho pulgadas, ya que esta es la medida promedio para un hombre, entonces Og medía doce pies de altura. Esto puede parecer extraordinario e, incluso, casi increíble, por lo cual muchos comentaristas han ajustado la longitud de la cama y la estatura de Og, haciendo que la cama sea un tercio más larga que la persona que yacía en ella, para reducir a Og a seis codos, es decir, unos nueve pies de altura. Pero, incluso, con esta reducción, lo hacen al menos de nueve pies de altura». (Clarke)
ii. No está en Rabá: «Su inusual construcción y tamaño la convirtieron en una pieza de museo que, según el historiador, aún se exhibía en la ciudad amonita de Rabá en su época». (Merrill)
B. Moisés recuerda las tribus que se establecieron en el lado este del río Jordán
1. (12-17) La división de la tierra conquistada al este del río Jordán entre las tribus de Rubén, Gad y la mitad de la tribu de Manasés
Y esta tierra que heredamos en aquel tiempo, desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón, y la mitad del monte de Galaad con sus ciudades, la di a los rubenitas y a los gaditas; y el resto de Galaad, y todo Basán, del reino de Og, toda la tierra de Argob, que se llamaba la tierra de los gigantes, lo di a la media tribu de Manasés.Jair hijo de Manasés tomó toda la tierra de Argob hasta el límite con Gesur y Maaca, y la llamó por su nombre, Basán-havot-jair, hasta hoy. Y Galaad se lo di a Maquir. Y a los rubenitas y gaditas les di de Galaad hasta el arroyo de Arnón, teniendo por límite el medio del valle, hasta el arroyo de Jaboc, el cual es límite de los hijos de Amón; también el Arabá, con el Jordán como límite desde Cineret hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al pie de las laderas del Pisga al oriente.
a. Y esta tierra que heredamos en aquel tiempo: Israel había conquistado importantes extensiones de tierra en el lado oriental del río Jordán. Las tribus de Rubén y Gad solicitaron este territorio (Números 32:1-5), y fue dividido entre ellas y la mitad de la tribu de Manasés (Números 32:33).
b. Lo di: La repetición de estas palabras enfatiza que la tierra pertenecía a Dios, y Él la distribuyó según su voluntad.
2. (18-20) La orden para las tribus transjordanas de ayudar al resto de Israel en la conquista de Canaán
Y os mandé entonces, diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado esta tierra por heredad; pero iréis armados todos los valientes delante de vuestros hermanos los hijos de Israel. Solamente vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros ganados (yo sé que tenéis mucho ganado), quedarán en las ciudades que os he dado, hasta que Jehová dé reposo a vuestros hermanos, así como a vosotros, y hereden ellos también la tierra que Jehová vuestro Dios les da al otro lado del Jordán; entonces os volveréis cada uno a la heredad que yo os he dado.
a. Y os mandé entonces: Moisés recuerda el acuerdo de las dos tribus y media registrado en Números 32:17-33. Dios acordó dar a Rubén, Gad y la mitad de la tribu de Manasés esta tierra bajo la condición de que enviaran a sus valientes para cruzar el Jordán como parte del ejército de las tribus unidas de Israel.
b. Entonces os volveréis cada uno a la heredad: Josué 22:1-9 describe el honorable cumplimiento de la promesa hecha por las tribus que vivían al este del Jordán. Participaron en la lucha junto con las otras tribus durante al menos siete años, conquistando los principales centros del poder cananeo.
C. Moisés recuerda el nombramiento de Josué
1. (21-22) Moisés anima a Josué
Ordené también a Josué en aquel tiempo, diciendo: Tus ojos vieron todo lo que Jehová vuestro Dios ha hecho a aquellos dos reyes; así hará Jehová a todos los reinos a los cuales pasarás tú. No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros.
a. Ordené también a Josué en aquel tiempo: Josué tenía una tarea gigantesca: llevar a toda una nación a una tierra donde no serían bienvenidos y tendrían que luchar para poseer lo que Dios les había dado por derecho.
b. No los temáis: Esta orden estaba basada en una promesa: «porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros». Con Dios luchando a favor de Israel, como lo había hecho antes contra dos reyes (Sehón de los amorreos y Og de Basán), Israel podía confiar plenamente en su victoria. Recordar la fidelidad de Dios en el pasado sería clave para que Josué confiara en Dios con respecto a sus necesidades del presente y del futuro. Este mismo principio es útil para los creyentes de hoy.
i. «Una vez más, en el contexto de la guerra santa, se dijo: “No tengáis miedo”, porque Él es el “combatiente” que hace la guerra en su nombre». (Kalland)
ii. «Debemos reconocer que no significa tanto que Dios estaba de su lado, como que ellos estaban del lado de Dios. Dios no habría luchado a favor de ellos si su causa hubiera sido injusta. Fue porque en su guerra estaban llevando a cabo su voluntad, que Él peleó por ellos […]. En ningún conflicto tenemos derecho a pedir o esperar que Dios luche por nosotros, salvo que sepamos que estamos con Él». (Morgan)
2. (23-29) Moisés recuerda su súplica por entrar a la Tierra Prometida
Y oré a Jehová en aquel tiempo, diciendo: Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas? Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano. Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más de este asunto. Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos; porque no pasarás el Jordán. Y manda a Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo, y él les hará heredar la tierra que verás. Y paramos en el valle delante de Bet-peor.
a. Y oré a Jehová […] te ruego, y vea aquella tierra buena: Moisés pecó en el desierto, en Meriba, donde tergiversó a Dios de tal manera que Jehová dijo que se le negaría la entrada a la Tierra Prometida (Números 20:10-13). Sin embargo, Moisés sabía que Dios era rico en misericordia y perdón. Él entendía que no había nada de malo en pedirle a Dios que reconsiderara su juicio anterior y le permitiera poner pie en Canaán, cumpliendo así con su larga labor al frente de Israel.
i. «El verbo “rogar” [te ruego] es un verbo fuerte que significa ‘implorar favor‘ o ‘suplicar‘». (Thompson)
ii. Moisés vivió los primeros 40 años de su vida confiando en su capacidad para liberar a Israel. Pasó los siguientes 40 años viendo como esa confianza se desmoronaba mientras cuidaba las ovejas de su suegro. Luego, dedicó los últimos 40 años de su vida a ser un instrumento de Dios para guiar y liberar a Israel. Sin embargo, debido a su pecado en Meriba (Números 20:10-13), nunca vería a Israel entrar en Canaán. No es de sorprenderse que Moisés rogara a Jehová.
b. Basta, no me hables más de este asunto: Dios no quiso escuchar la apelación de Moisés sobre este asunto. Él no cambiaría su respuesta ante el pecado de Moisés (Números 20:10-13). El pecado de Moisés fue juzgado más severamente debido a su posición como líder y como hombre que había recibido y enseñado la Palabra de Dios (Santiago 3:1).
i. Según Santiago 3:1, es apropiado que los maestros y líderes sean juzgados con un estándar más estricto, aunque es injusto exigirles un estándar perfecto. Si bien era cierto que la conducta del pueblo era peor que la de Moisés, esto resultaba irrelevante.
ii. En su pecado en Meriba (Números 20:10-13), Moisés distorsionó una poderosa imagen de la obra redentora de Jesucristo, que se manifestó a través de la roca que proveía agua en el desierto. El Nuevo Testamento deja claro que esta roca que daba agua y vida era una figura de Jesús (1 Corintios 10:4). Jesús, al ser golpeado una vez, proporcionó vida a todos los que bebieran de Él (Juan 7:37). Sin embargo, era innecesario e injusto que Jesús fuera herido nuevamente, y mucho menos dos veces, porque el Hijo de Dios solo necesitaba sufrir una vez (Hebreos 10:10-12). Ahora podemos acercarnos a Jesús con palabras de fe (Romanos 10:8-10), como Moisés debería haber pronunciado palabras llenas de fe para traer agua vivificante a la nación de Israel. En cierto sentido, Moisés distorsionó esta figura de la obra de Jesucristo.
iii. Ginzberg relata una leyenda rabínica según la cual sangre y agua brotaron de la roca que Moisés golpeó en lugar de hablarle. La señal le indicaba que, antes de que el agua fluyera, brotaría sangre de la roca de Meribá, debido a las palabras precipitadas e impacientes que Moisés pronunció, destinadas a traer sobre él la muerte.
c. No me hables más de este asunto: Moisés fue un gran hombre de intercesión, posiblemente uno de los más grandes de la Biblia. Sin embargo, incluso a Moisés, Dios a veces le respondería con un «no» a sus oraciones. Aun a sus intercesores más poderosos, Dios puede decirles que no (Jeremías 15:1).
d. Sube a la cumbre del Pisga: Este fue el lugar desde el cual Moisés contempló Canaán a lo lejos antes de morir, y donde termina el libro de Deuteronomio.
e. Y manda a Josué, y anímalo, y fortalécelo:A pesar de no poder entrar en Canaán, Moisés se esforzó al máximo para ayudar a su sucesor, Josué, a destacarse. Este ejemplo de piedad es relevante para los líderes del pueblo de Dios hoy día, quienes siempre deben animar y fortalecer a los líderes de la siguiente generación.
i. Moisés tenía el corazón de un verdadero pastor. Sabía que su ministerio no se centraba en sí mismo ni en su propia satisfacción, sino en Dios y en su pueblo.
ii. «De hecho, la muerte de Moisés no se registra hasta el capítulo 34; por lo tanto, todo el libro de Deuteronomio se enmarca entre el anuncio de la muerte inminente de Moisés y la consumación de dicha muerte. En cierto sentido, el libro es el testamento espiritual de Moisés, el gran legislador de Israel». (Thompson)
f. Él les hará heredar la tierra que verás: Josué guiaría a Israel hacia la Tierra Prometida, no Moisés. Sin embargo, desde Pisga, Moisés contemplaría la Tierra Prometida, confiando en la promesa segura de Dios de que Israel tomaría posesión de ella.
i. «Debemos orar sin cesar, orar siempre y no desmayar; pedir, buscar, llamar. Sin embargo, hay temas sobre los cuales Dios dice: “No me hables más de este asunto”. A veces estos temas tienen que ver con otros, pero con mayor frecuencia tienen que ver con nosotros mismos, como en el caso del apóstol Pablo (2 Corintios 12:9) […]. Si Dios no te da exactamente lo que pides, te concederá la visión desde Pisga y más gracia». (Meyer)
ii. «Ciertamente, no tiene razón para quejarse quien es llevado de la felicidad terrenal a la gloria celestial. En este acto, Dios le mostró tanto su bondad como su severidad a Moisés». (Clarke)
© 1996-presente The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik