Deuteronomio 34




Deuteronomio 34 – La muerte de Moisés

A. Moisés en el Monte Nebo.

1. (1-3) La vista de la tierra prometida.

Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, y la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental; el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar.

a. Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo: Mientras Israel acampaba en los campos de Moab, Moisés subió a las alturas del monte Nebo – desde desde donde pudo ver la tierra prometida, hasta el mar occidental.

b. Y le mostró Jehová toda la tierra: Esta era la dulce gracia de Dios para Moisés. Aunque no pudo poner un pie en la Tierra Prometida, Dios le permitió verla. De pie en el pico de Nebo en la colección de montañas llamadas Pisga, Moisés se paró en lo que es la nación moderna de Jordania, mirando hacia la Tierra Prometida.

2. (4) Las ultimas palabras de Dios a Moisés: Esta es la tierra

Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá.

a. Esta es la tierra de que juré: Estas palabras, estando en tiempo presente, fueron dichas a Moisés en la cumbre del Monte Nebo mientras miraba hacia el oeste y veía la Tierra Prometida.

i. La lista de lugares aquí sigue un gran círculo en sentido contrario a las agujas del reloj de norte a sur. En este amplio panorama, Moisés vio el alcance de toda la Tierra Prometida.

ii. “La invitación a Moisés para ver la tierra no fue simplemente una provisión bondadosa de Dios para permitir que su siervo viera la herencia de Israel. Puede haber tenido algún significado legal. Hay alguna evidencia de que esto fue parte de un proceso legal. Un hombre ‘vio’ lo que iba a poseer”. (Thompson)

b. A tu descendencia la daré: Dios juró dársela a los descendientes de Abraham, Isaac, y Jacob, y ahora la promesa se iba a cumplir. A Moisés se le permitió llevar a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob hasta el umbral de la Tierra Prometida, pero no más allá.

c. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá: ¡Qué momento tan agridulce! Moisés vio esto, y su corazón se emocionó al poder ver la Tierra Prometida como nunca antes. Sin embargo, no había duda de que hubo tristeza en su corazón, sabiendo que era su propio pecado – su propia tergiversación de Dios (Números 20:7-12) – lo que lo llevó a no poder poner un pie en la Tierra Prometida. Allí estaba, tan cerca, pero tan lejos.

i. “¡Qué dramatismo! ¡Qué pathos! ¡Qué dolor interior! ¡Qué sentido de logro mezclado con desilusión debe haber estado en la mente de Moisés mientras contemplaba la tierra que el Señor le había prometido a Israel!”. (Kalland)

ii. Contemplando el vasto panorama, en lo que debe haber sido un día claro como el cristal, Moisés vio el resultado final del trabajo de su vida – conducir a los hijos de Israel a la Tierra Prometida – y escuchó a Dios decir, tan claramente como nunca había escuchado a Dios hablar: “Esta es la tierra”.

3. (5-8) La muerte y sepultura de Moisés, siervo de Jehová.

Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor. Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés.

a. Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab: El epitafio de Moisés – lo que podríamos llamar la línea en su lápida, aunque en realidad no tuvo ninguna – fue simple.

·No fue “Moisés, príncipe de Egipto”.

·No fue “Moisés, asesino de un egipcio”.

·No fue “Moisés, pastor en el desierto”.

·No fue “Moisés, vocero de una nación”.

·No fue “Moisés, hacedor de milagros”.

·No fue “Moisés, profeta”.

·No fue “Moisés, el hombre que vio un atisbo de la gloria de Dios”.

·No fue “Moisés, que nunca entró en la tierra prometida”.

·Al final de todo, el título fue simple: Moisés siervo de Jehová.

i. Esto debería ser suficiente para nosotros. Lo decimos a menudo, y suena humilde decirlo, pero es más difícil realmente vivirlo. Estar satisfecho con simplemente ser el siervo de Jehová es una cosa preciosa en verdad. Es la más feliz de todas las estaciones de la vida, porque cuando el Maestro es glorificado, los sirvientes quedan satisfechos.

ii. Si uno es verdaderamente un siervo de Jehová, se puede demostrar con una simple prueba: por cómo reacciona cuando alguien lo trata como un siervo. Muchos se complacen en ser servidores de personas de nuestra propia elección o en circunstancias de nuestra propia elección. Pero eso no es realmente ser siervo de Jehová.

b. Murió allí Moisés siervo de Jehová: Moisés murió tal como Dios lo prometió. Las promesas de Dios son seguras, incluidas sus promesas más severas. Todo sucedió conforme al dicho de Jehová.

i. Literalmente, la frase conforme al dicho de Jehová significa sobre la boca de Jehová. A partir de esto, las antiguas tradiciones judías dicen que Moisés murió cuando Dios le quitó el alma con un beso. El rabino judío medieval Maimónides escribió que de las 903 formas diferentes de morir, esta era la mejor.

ii. Según las antiguas leyendas judías – que deben considerarse solo como leyendas – la muerte de Moisés fue tierna y llena de la compasión de Dios.

“Mientras tanto, el tiempo de Moisés había llegado a su fin. Una voz del cielo resonó, diciendo: ‘¿Por qué, Moisés, te esfuerzas en vano? Tu último segundo está cerca’. Moisés se levantó instantáneamente para orar y dijo: “¡Señor del mundo! Acuérdate del día en que te revelaste a mí en la zarza de los espinos, y acuérdate también del día en que subí al cielo y durante cuarenta días no comí ni bebí. Tú, Bondadoso y Misericordioso, no me entregues en manos de [Satanás]’. Dios respondió: ‘He oído tu oración. Yo mismo te atenderé y te enterraré’. Moisés entonces se santificó como lo hacen los serafines que rodean a la Divina Majestad, ante lo cual Dios desde los cielos más altos se reveló para recibir el alma de Moisés. Cuando Moisés vio al Santo, bendito sea su Nombre, se postró sobre su rostro y dijo: ‘¡Señor del mundo! En amor creaste el mundo, y en amor lo guiaste. Trátame también con amor, y no me entregues en manos del Ángel de la Muerte’. Una voz celestial sonó y dijo: ‘Moisés, no tengas miedo. «Tu justicia irá delante de ti; la gloria de Jehová será tu retaguardia»’”.

“Con Dios descendieron del cielo tres ángeles, Miguel, Gabriel y Zagzagel. Gabriel arregló el lecho de Moisés, Miguel extendió sobre él un manto de púrpura y Zagzagel colocó una almohada de lana. Dios se colocó sobre la cabeza de Moisés, Miguel a su derecha, Gabriel a su izquierda y Zagzagel a sus pies, con lo cual Dios se dirigió a Moisés: ‘Cruza los pies’, y Moisés así lo hizo. Luego dijo: ‘Junta tus manos y ponlas sobre tu pecho’, y Moisés así lo hizo. Entonces Dios dijo: ‘Cierra los ojos’, y Moisés así lo hizo. Entonces Dios habló al alma de Moisés: ‘Hija mía, ciento veinte años había decretado que moraras en el cuerpo de este hombre justo, pero no dudes ahora en dejarlo, porque tu tiempo se ha acabado… Yo mismo te tomaré a lo más alto de los cielos y que habites bajo el Trono de Mi Gloria’… Cuando Moisés escuchó estas palabras, permitió que su alma lo dejara, diciéndole: ‘Vuelve a tu reposo, oh alma mía, porque el Señor ha tratado generosamente contigo’. Entonces Dios tomó el alma de Moisés besándolo en la boca (Ginzberg, Leyendas de los judíos)

iii. “Como una madre toma a su hijo y lo besa, y luego lo acuesta a dormir en su propia cama; así besó el Señor el alma de Moisés para que estuviera con él para siempre, y luego escondió su cuerpo, no sabemos dónde”. (Spurgeon)

c. Y lo enterró en el valle: Notablemente, el Señor enterró a Moisés. Esto fue más complicado de lo que parece porque el diablo contendió con Dios por el cuerpo de Moisés.

i. Judas 9 habla de una ocasión en que el arcángel Miguel contendió con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés. Aparentemente, hubo una contienda por el cuerpo de Moisés, y según Judas, Miguel, el arcángel ganó esta contienda apelando a la autoridad del Señor: “El Señor te reprenda”. Sin embargo, es menos claro por qué Miguel contendió con Satanás por el cuerpo de Moisés.

ii. Algunos dicen que el diablo quería usar el cuerpo de Moisés como objeto de adoración para desviar a Israel hacia la idolatría. Otros piensan que Satanás quería profanar el cuerpo de Moisés y reclamó el derecho a él porque Moisés había asesinado a un egipcio.

iii. Pero consideren que Dios tenía otro propósito para el cuerpo de Moisés, el cual Satanás quería derrotar: Moisés aparece en forma corporal con Elías (cuyo cuerpo fue arrebatado hasta el cielo [2 Reyes 2]) en la Transfiguración (Mateo 17:1-3) ; y quizás Moisés y Elías son los dos testigos de Apocalipsis 11.

iv. Aparentemente, Dios tenía un propósito que cumplir con el cuerpo de Moisés antes del tiempo de la resurrección general, por lo que Dios hizo una provisión especial para enterrar el cuerpo de Moisés mismo. Y, quizás, Dios preservó el cuerpo de Moisés de alguna manera. Dios quiso proteger el cuerpo de Moisés, por lo que ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Aparentemente, lo buscaron (como era de esperar) por el deseo de conmemorar a este gran líder de la nación.

d. Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió: La vida de Moisés estuvo claramente dividida en tres partes. Pasó 40 años como el príncipe heredero de Egipto, 40 años como un humilde pastor en el desierto y 40 años guiando a los hijos de Israel a su destino en la Tierra Prometida. Los primeros dos tercios fueron en preparación para el último tercio. Moisés estuvo dispuesto a dejar que Dios lo preparara durante 80 años.

e. Sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor: Esto confirmó lo observado en Deuteronomio 31:1 (no puedo más salir ni entrar). Moisés no fue impedido por una enfermedad física, sino por el mandato de Dios.

f. Lloraron los hijos de Israel …y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés. Tan grande como era Moisés, los días de luto por él terminaron. Era hora de seguir adelante. El programa de Dios no terminó con Moisés, ni termina con ningún hombre. Se pasa la antorcha y la obra de Dios continúa.

B. El legado de Moisés.

1. (9) El liderazgo de Josué en Israel.

Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.

a. Porque Moisés había puesto sus manos sobre él: La oración de Moisés por Josué fue contestada. Josué ciertamente fue lleno del espíritu de sabiduría. Lo mejor de todo, los hijos de Israel le obedecieron. La verdadera prueba de liderazgo es ver si la gente realmente te sigue.

2. (10-12) El legado único de Moisés.

Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel.

a. Nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés: Josué fue un líder capaz para Israel, y la obra de Dios continuó, pero eso no disminuyó el legado único de Moisés.

b. Nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés: Varias cosas hicieron a Moisés único.

i. Quien haya conocido Jehová cara a cara: Moisés fue único debido a su intimidad personal con Dios. El término cara a cara no significa literalmente “cara física a cara física”, sino que tiene la idea de comunicación libre y sin obstáculos. Moisés tuvo una relación notablemente íntima con Dios.

ii. Todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer: Moisés fue único en el número y tipo de obras milagrosas con las que estuvo asociado.

iii. El gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo: Moisés fue único en el poder y la autoridad con la que lideró a la nación de Israel.

c. Nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés: Hubo mayores gobernantes sobre Israel que Moisés, mayores líderes, mayores profetas y mayores sacerdotes. Pero antes de la venida de Jesucristo el Mesías, nunca hubo un hombre que ejerciera todos los oficios tan gloriosamente como lo hizo Moisés.

i. “En él estaban concentrados todos los grandes oficios de Israel: profeta, gobernante, juez y sacerdote. Si algunos de los que ocuparon estos cargos fueron grandes, Moisés fue el más grande de todos ellos”. (Thompson)

©2022 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com 

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