Génesis 50 — El entierro de Jacob y la muerte de José
A. Jacob es enterrado en Canaán.
1. (1-3) Jacob es embalsamado y lo lloraron.
Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó. Después mandó José a los médicos que estaban a su servicio que embalsamaran a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel. Cumplieron así cuarenta días, que eran los días requeridos para embalsamar. Y los egipcios lo lloraron setenta días.
a. Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó: El fallecimiento de Jacob en la presencia de sus hijos fue una escena profundamente dramática y conmovedora.
b. Y los egipcios lo lloraron setenta días: Jacob fue velado durante 70 días en toda la nación de Egipto. Un período de duelo real en Egipto era de 72 días. Jacob era, evidentemente, un hombre muy honrado.
2. (4-6) José le pide permiso al faraón para enterrar a su padre en Canaán.
Pasados los días de su luto, habló José a los de la casa del faraón, diciendo: Si he hallado gracia a vuestros ojos, os ruego que habléis ahora a oídos del faraón, y le digáis: Mi padre me hizo jurar, diciendo: Yo voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás. Permite, pues, que yo vaya ahora a sepultar a mi padre, y después volveré. El faraón dijo: Ve y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar.
a. Habló José a los de la casa del faraón, diciendo: El hecho de que José hiciera esta petición inicial, no directamente al gobernador de Egipto, sino que hablara a los de la casa del faraón, es el tipo de detalle que sería notado por un verdadero testigo de los eventos, y no inventado por un narrador.
b. Mi padre me hizo jurar: José explicó la solemne promesa que su padre le hizo hacerle y el faraón le dio permiso para enterrar aIsrael en Canaán.
3. (7-11) El cuerpo de Jacob es llevado a Canaán.
Entonces José subió para sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos del faraón, los ancianos de su casa y todos los ancianos de la tierra de Egipto, toda la casa de José, sus hermanos y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, sus ovejas y sus vacas. Subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande. Llegaron hasta la era de Atad, al otro lado del Jordán, y lloraron e hicieron grande y muy triste lamentación. Allí José hizo duelo por su padre durante siete días. Al ver los habitantes de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es éste de los egipcios. Por eso, a aquel lugar que está al otro lado del Jordán se le llamó Abel-mizraim.
a. José fue a sepultar a su padre: Fue un entierro espectacular. El clan entero se reunió para rendir homenaje a este hombre que era el último eslabón de los patriarcas.
i. «Lutero señala que no hay entierro registrado en las Escrituras tan honorable como este o con tal riqueza de detalles». (Leupold)
b. Lloraron e hicieron grande y muy triste lamentación: Este fue, sin duda, un día de dedicación de los hijos de Israel al Dios de Israel, el Dios que hizo el gran pacto con Abraham, Isaac y Jacob.Su dedicación al Dios de Israel sería probada durante los próximos cientos de años, pero sobreviviría.
4. (12-14) El entierro de Jacob en la cueva del campo de Macpela.
Sus hijos, pues, hicieron con él según les había mandado, pues sus hijos lo llevaron a la tierra de Canaán y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, la que había comprado Abraham de manos de Efrón, el heteo, junto con el mismo campo, para heredad de sepultura, al oriente de Mamre. Después que lo hubo sepultado, regresó José a Egipto, él, sus hermanos y todos los que subieron con él a sepultar a su padre.
a. Sus hijos, pues, hicieron con él según les había mandado: Los hijos de Jacob a menudo se habían opuesto a él o lo habían decepcionado en la vida. Cuidadosamente, lo honraron en su muerte.
b. Lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela: Esta era la cueva comprada por Abraham (Génesis 23:9), la única parte de la tierra de Canaán de la que Abraham tenía escritura (Génesis 23:17). Este fue el lugar donde enterraron a Sara (Génesis 23:19), a Abraham (Génesis 25:9), y a Isaac, Rebeca, y Lea (Génesis 49:31).
B. José consuela los temores de sus hermanos.
1. (15) Los temores de los hermanos de José.
Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos.
a. Quizá nos aborrecerá José: Temían que tal vez José se volviera contra ellos después de la muerte de Jacob. Conociendo la naturaleza humana, esto no era una preocupación infundada.
b. Y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos: Aquí reconocieron libremente todo el mal que ellos le hicieron. Lo que les preocupaba era la justicia. Temían justa retribución. José, con su alto estatus y prestigio en Egipto, era sin duda capaz de darles esta retribución.
2. (16-18) La improbable historia de los hermanos de José.
Entonces enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque te trataron mal; por eso, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Llegaron también sus hermanos, se postraron delante de él y dijeron: Aquí nos tienes. Somos tus esclavos.
a. Tu padre mandó antes de su muerte: Esta historia es, probablemente, inventada. Ellos no sienten que tienen el derecho moral para pedirle a José misericordia, ya que pecaron tanto contra él. Así que ponen la solicitud de clemencia en la boca de su muerto y honorable padre.
b. José lloró mientras hablaban: José lloró, probablemente, porque sus hermanos pensaban tan mal de él y dudaban tan grandemente de su carácter.
c. Se postraron delante de él y le dijeron: — Aquí nos tienes. Somos tus esclavos: Respaldaron su petición de clemencia con una genuina demostración de humildad.
3. (19-21) José consuela a sus hermanos.
Pero José les respondió: No temáis, pues ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, pues les habló al corazón.
a. ¿Acaso estoy yo en el lugar de Dios?: José fue el primero en comprender que no estaba en el lugar de Dios. No era su trabajo darles el castigo merecido a sus hermanos. Si el Señor decidía hacerlo, el instrumento no sería José.
i. Desde una perspectiva humana, José tenía el derecho y la posibilidad de darles el castigo merecido a sus hermanos; pero él sabía que Dios era Dios, y él no lo era. Tal retribución le correspondía a Dios, no a José.
b. Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien: José no idealiza el mal que sus hermanos le hicieron. Él claramente dijo: «Vosotros pensasteis hacerme mal». A pesar de que esto era cierto, no era la verdad más grande. La verdad más grande era que «Dios lo encaminó a bien».
i. Cada cristiano debe ser capaz de ver la mano absoluta de Dios en su vida, de saber que no importa el mal que el hombre pueda hacernos, Dios puede usarlo para el bien.
ii. José no tenía el texto de Romanos 8:28, pero conocía esta verdad: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados». Tristemente, muchos de nosotros tenemos el texto, pero no creemos su verdad.
iii. En última instancia, nuestras vidas no están en manos de los hombres, sino en las manos de Dios, quien gobierna todas las cosas para su gloria.
iv. Había un antiguo ministro que tenía un regalo único para atender a los afligidos y desalentados. En la Biblia llevaba un marcador antiguo y un lema tejido con hilos de seda. La parte de atrás, donde los hilos se anudan y se atan, era una maraña. Tomaba el marcador y le mostraba a la persona con problemas el lado que estaba enredado y le pedía que lo arreglara. Nunca podían. Entonces, el pastor le mostraba las letras blancas sobre el fondo sólido de enfrente que decía: «Dios es amor». Cuando los acontecimientos de nuestra vida parecen complicados y sin sentido, es porque solo podemos ver un lado del tapiz.
c. Para mantener con vida a mucha gente: Este era el bien inmediato en la situación. Si esta gran familia no llega a vivir en Egipto, habría muerto en la hambruna. Si la familia hubiera sobrevivido a duras penas, hubiera sido asimilada por los cananeos que la rodeaban. Solo llegando a Egipto podían ser preservados y convertirse en una nación distinta.
i. Como se dijo antes, si los hermanos de José no lo hubieran vendido a los madianitas, entonces nunca hubiera ido a Egipto.
·Si José no hubiera ido a Egipto, nunca hubiera sido vendido a Potifar.
·Si no hubiera sido vendido a Potifar, la esposa de Potifar nunca lo habría acusado falsamente de violación.
·Si la esposa de Potifar nunca lo hubiera acusado falsamente de violación, nunca hubiera estado en la cárcel.
·Si nunca hubiera estado en la cárcel, nunca se habría encontrado con el panadero y el copero del faraón.
·Si nunca se hubiera encontrado con el panadero y el copero del faraón, nunca hubiera interpretado sus sueños.
·Si nunca hubiera interpretado sus sueños, nunca hubiera llegado a interpretar el sueño del faraón.
·Si nunca hubiera interpretado el sueño del faraón, nunca habría llegado a ser primer ministro.
·Si no hubiera llegado a ser el primer ministro, nunca se habría administrado con prudencia para la gran hambruna que venía sobre la región.
·Si no se hubiera administrado con prudencia para la gran hambruna que venía sobre la región, entonces la familia al regresar a Canaán hubiera perecido a causa de la hambruna.
·Si la familia en Canaán hubiera perecido a causa de la hambruna, el Mesías no habría podido salir de una familia de muertos.
·Si el Mesías no vino, entonces Jesús nunca vino.
·Si Jesús no vino, entonces estamos muertos en nuestros pecados y sin esperanza en este mundo.
·Estamos muy agradecidos por el grande y sabio plan de Dios.
d. Así los consoló y les habló al corazón: Porque José confió en la mano de Dios, incluso con todo el mal que vino a él a través de sus hermanos, mostró el amor y la compasión que ellos no.
i. A menudo, el problema que tenemos para amar a los demás y liberarnos de la amargura que podamos tener hacia ellos, es realmente el problema de no saber quién es Dios y no confiar en que Él es quien dice ser.
e. Yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos: El amor de José por sus hermanos no se manifiesta solo en sentimientos y palabras, sino también en la acción práctica de proveer para sus hermanos y sus familias.
C. La muerte de José.
1. (22-24) José se encuentra todavía en Egipto, pero su corazón estaba en Canaán.
Habitó José en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años. Vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; y también los hijos de Maquir hijo de Manasés fueron criados sobre las rodillas de José. Un día, José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os visitará y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.
a. Vivió José ciento diez años: Su larga vida fue una evidencia más de la bendición de Dios sobre José, como lo fue ver a los hijos de Efraín hasta la tercera generación. Las dificultades de su vida no disminuyeron la máxima bendición de Dios sobre él.
b. Dios ciertamente os visitará y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac ya Jacob: José fue el agente humano responsable de traer a esta familia a Egipto. Sin embargo, él sabía que por el pacto que Dios había hecho con Abraham, Isaac y Jacob, este no sería su lugar de descanso. Irían, finalmente, de vuelta a Canaán.
2. (25-26) La muerte y embalsamamiento de José.
E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos. Murió José a la edad de ciento diez años; lo embalsamaron, y lo pusieron en un ataúd en Egipto.
a. Lo pusieron en un ataúd en Egipto: De acuerdo con este pasaje y con Hebreos 11:22, José nunca fue enterrado. Su ataúd se puso sobre el suelo y permaneció así aproximadamente 400 años, hasta que fue llevado de vuelta a Canaán. Fue un testigo silencioso durante todos estos años de que Israel iba a volver a la tierra prometida, como Dios dijo.
i. José vivió una vida de dramática fe. Al final, así es como es recordado en Hebreos 11, el Museo de la Fe: «Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos» (Hebreos 11:22).
·Esto fue fe, porque confiaba en las promesas de Dios para su pueblo.
·Esto fue fe, porque sabía a dónde pertenecía el pueblo de Dios.
·Esto fue fe, porque miró hacia el futuro.
·Esto fue fe, porque proclamó la fidelidad de las promesas de Dios de cualquier manera posible —incluso a través de los huesos de un hombre muerto.
b. Y haréis llevar de aquí mis huesos: Esta promesa se cumplió 400 años más tarde, cuando Israel salió de Egipto (Éxodo 13:19). Esta orden demostró que el corazón de José se encontraba en la tierra prometida. También demostró que era un hombre de gran fe, que confiaba en cosas que aún no se veían (Hebreos 11:22).
i. Durante todo ese tiempo, si un niño de Israel veía el ataúd de José y preguntaba por qué estaba allí y por qué no había sido enterrado, podrían responderle: «Porque el gran hombre José no quería ser enterrado en Egipto, sino en la tierra prometida, a donde Dios algún día nos llevara».
ii. Algunas promesas de Dios tardarán mucho tiempo para cumplirse y tenemos que perseverar en la confianza en Dios. George Mueller era un hombre notable de fe que recorrió los orfanatos en Inglaterra. En un sermón predicado cuando tenía 75 años de edad, dijo que 30.000 veces en sus 54 años como cristiano recibió la respuesta a su oración en el mismo día en que oró. Pero no todas sus oraciones fueron escuchadas con tanta rapidez. Habló de una oración que trajo a Dios cerca de 20.000 veces a lo largo de más de 11 años y todavía confiaba en Dios por la respuesta: «Espera en Dios, te ruego, y mira la respuesta. Por lo tanto, queridos hermanos y hermanas, ir a esperar en Dios, ir a orar».
iii. José murió esperando el desarrollo del plan de redención de Dios, y ahí es donde el libro de Génesis —el Libro de los Comienzos— termina. Concluye esperando la continuación del eterno, amoroso y sabio plan de Dios.
©2021 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com