Jeremías 44




Jeremías 44 – Una palabra para el pueblo de Dios en Egipto, entregada y rechazada

A. El mensaje al pueblo de Dios en Egipto.

1. (1-6) Dios le habla a su pueblo con respecto a sus pecados pasados.

Palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en tierra de Patros, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; y he aquí que ellas están el día de hoy asoladas; no hay quien more en ellas, a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, yendo a ofrecer incienso, honrando a dioses ajenos que ellos no habían conocido, ni vosotros ni vuestros padres. Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco. Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses ajenos. Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y fueron puestas en soledad y en destrucción, como están hoy. 

a. Palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto: Jeremías 42 describe cómo los capitanes de los judíos que quedaban en la tierra condujeron a todo lo que pudieron a Egipto, incluso en contra de su voluntad y contra el mandato de Dios. Jeremías estaba entre los que fueron llevados por la fuerza a Egipto y les dijo esta palabra a los judíos en Egipto.

i. Este era el mensaje del Señor, pero “no fue ningún mensaje de consuelo – ¿cómo podría ser, mientras vivieran en abierta rebelión contra el Señor? sino todo reproche y amenaza. ¿Por qué razón? Por qué eran testarudos y obstinados”. (Trapp)

b. Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Dios comienza esta palabra a estos judíos desplazados declarando dos nombres. Él seguía siendo Jehová de los ejércitos, el Dios de los ejércitos poderosos. Él seguía siendo el Dios de Israel, aunque en ese momento Israel ni siquiera existía como reino. Estas cosas que no parecían posibles, sin embargo, eran reales delante de Dios y en su plan.

c. Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá: Dios le recuerda a su pueblo, ahora en Egipto, por qué vino el juicio sobre Judá. Vino de Dios mismo, a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, especialmente su maldad en la idolatría.

i. “A pesar de todo lo que había sucedido en cumplimiento de las advertencias de juicio de Jeremías en la caída de Jerusalén, los refugiados de Mizpa no habían aprendido nada. La idolatría persistía”. (Thompson)

d. Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad: Dios envió a sus profetas para instruir y advertir a su pueblo, pero el pueblo no escuchó. Su pecado (especialmente la idolatría) ya era bastante malo; su negativa a ser corregidos fue fatal. Por lo tanto, las ciudades fueron puestas en soledad y en destrucción por el juicio de Dios.

i. No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco: “La ira de Dios sobre el impenitente es tan desagradable para él como inevitable”.

ii. “‘¡Oh!’ Dice alguien, ‘el pecado es algo dulce’. No, no; es una cosa abominable. ‘Es una cosa deliciosa’, dice otro. No, es una cosa abominable. ‘Oh, pero es una cosa de moda; puedes verlo en las cortes de reyes y príncipes, y los grandes hombres de la tierra lo aman’. Aunque lo hagan, es una cosa abominable. Aunque se arrastrara hasta el trono de un monarca y esparciera su baba sobre las joyas de la corona, aún sería una cosa abominable”. (Spurgeon)

iii. “Cuidado con traer dolor al corazón del Amor infinito; pero pide que algo del odio de Dios por el pecado sea tuyo”. (Meyer)

2. (7-10) Dios le habla a su pueblo de su pecado actual.

Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno, haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra? ¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.

a. ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos?: Hay un sentido de asombro en estas palabras de Dios, como si Dios no pudiera creer que su pueblo fuera tan necio como para rechazar su palabra y rebelarse contra su mandato a pesar de que la devastación del reciente juicio estuviera tan cercana en su memoria.

i. “Este es un sermón muy conciso y penetrante todo el tiempo, no muy diferente del predicado por Esteban, por el cual fue apedreado, [Hechos 7:54; Hechos 7:57-58] y es bastante probable que este también fuera el último sermón de Jeremías”. (Trapp)

b. ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos?: También hay una sensación de asombro en la naturaleza autodestructiva de su pecado. Es cierto que pecaban contra Dios, pero también pecaban terriblemente contra sí mismos.

c. Para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno: Ya era bastante malo que Nabucodonosor sacara a casi todo el pueblo de Dios de la tierra de Judá en el destierro a Babilonia. De alguna manera, fue peor que el resto del pueblo de Dios fuera sacado de la tierra prometida yendo a Egipto, ya fuera por elección o por la fuerza.

d. Ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto: Los que se fueron a Egipto, rápidamente comenzaron a adorar a los dioses de Egipto. El mismo corazón de idolatría que los llevó a pecar en Judá con los ídolos cananeos ahora los llevaba a ir tras los ídolos egipcios. Esto revela una de las razones por las que Dios les ordenó que no fueran a Egipto, sino que confiaran en su protección y provisión en Judá.

e. De suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra: Dios prometió que bendeciría y restauraría a los exiliados que fueron a Babilonia. Promete solo juicio para aquellos que se fueron por elección a Egipto, prometiendo que serían por maldición y por oprobio.

f. ¿Os habéis olvidado de las maldades?: La respuesta a la pregunta era obvia; se habían olvidado de la maldad de sus padres, de sus reyes, de sus esposas, y especialmente de su propia maldad. Sufrirían mucho por olvidar todo esto.

i. “Los que no toman el ejemplo, son dignos ejemplos”. (Trapp)

ii. No se han humillado hasta el día de hoy: “El remanente mostró que no estaban arrepentidos ni contritos (dukkeu, ‘heridos’; cf. Isaías 53:5)”. (Feinberg)

3. (11-14) La promesa de juicio sobre los que se fueron a Egipto. 

Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo vuelvo mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá. Y tomaré el resto de Judá que volvieron sus rostros para ir a tierra de Egipto para morar allí, y en tierra de Egipto serán todos consumidos; caerán a espada, y serán consumidos de hambre; a espada y de hambre morirán desde el menor hasta el mayor, y serán objeto de execración, de espanto, de maldición y de oprobio. Pues castigaré a los que moran en tierra de Egipto como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia. Y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, por volver a la cual suspiran ellos para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos.

a. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Dios se presenta nuevamente con títulos de autoridad, poder y propiedad.

b. Yo vuelvo mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá: Así como Dios antes prometió que sería contra Judá y no por ellos contra los babilonios invasores, así será contra aquellos que por elección se exiliaron a Egipto.

i. “Si el pueblo se había decidido a ir a Egipto, y también a continuar su idolatría, Yahveh se había decidido a visitarlos con juicio”. (Thompson)

c. Morirán desde el menor hasta el mayor, y serán objeto de execración, de espanto, de maldición y de oprobio: Dios promete el juicio de una muerte prematura a aquellos que eligieron Egipto antes que confiar en Dios en la Tierra Prometida.

i. Y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí: “Deja en claro que no se refiere a ningún colono judío permanente en Egipto (cf. Jeremías 44:14), sino solo al remanente que había buscado refugio allí con la esperanza de regresar a la tierra de Judá a la primera oportunidad. Solo los fugitivos casuales sobrevivirán. Para el remanente, el cuadro es de una tristeza sin tregua”. (Feinberg)

ii. “Egipto no era en sí mismo un territorio prohibido; se convertiría en un importante centro de aprendizaje para la posterior dispersión y albergaría a la sagrada familia. El pecado de los contemporáneos de Jeremías no era geográfico; era un voto de desconfianza en Dios”. (Kidner)

d. Porque no volverán sino algunos fugitivos: Dios prometió que serían muy pocos los que lograran escapar del juicio de muerte que vendría sobre aquellos que eligieran encontrar su seguridad en Egipto en lugar de en el Señor.

i. Sino algunos fugitivos: “Incluso al castigar al remanente desobediente, Dios aún permitirá que algunos sobrevivientes regresen a Judea, manteniendo así la conexión entre el pueblo y la tierra”. (Harrison)

B. La reacción del pueblo de Dios en Egipto.

1. (15-16) La respuesta general.

Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti;

a. Una gran concurrencia: Jeremías entregó esta palabra de Dios a una gran audiencia, constituyendo la mayoría o todos los que habían venido a Patros, Egipto desde Judá por elección o por la fuerza. El grupo incluía a hombres que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos.

i. “El lenguaje inclusivo – ‘Todos los hombres’, ‘todas las mujeres’, ‘todo el pueblo’ – es una generalización literaria que se usa para enfatizar y no debe tomarse literalmente”. (Feinberg)

b. No la oiremos de ti: El pueblo sabía que Jeremías les hablaba en el nombre de Jehová, pero no les importó. Rechazaron al profeta y rechazaron su palabra y rechazaron al Dios que le dio esa palabra. Su honestidad fue notable, pero su pecado fue grande.

i. Una vez más, fue la suerte de Jeremías que su mensaje – el mensaje de Yahveh fuera rechazado. “Parecería que, en lo que respecta a su suerte exterior, el profeta Jeremías pasó una vida de más tristeza sin alivio de la que quizás haya caído en la suerte de cualquier otro, con la excepción del Divino Señor. Esto fue tan evidente para los comentaristas judíos de las profecías de Isaías que le aplicaron las palabras del capítulo cincuenta y tres” (Meyer, citado en Ryken). Ryken agrega: “Jeremías no fue el Siervo Sufriente, pero sí fue un siervo sufriente hasta el final”.

2. (17-18) La respuesta de los hombres.

Sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos.

a. Sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca: Estos hombres fueron directos y honestos. Prometieron hacer lo que quisieran. No dejarían que el mandato de Dios o el juicio de Dios se interpusieran en lo que querían decir y hacer.

b. Para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones: Hablaban de los días antes de la caída de Jerusalén y la conquista de Judá, cuando adoraban al ídolo babilónico la reina del cielo con varios rituales. Ellos hicieron esto, sus padres hicieron esto y sus reyes y príncipes hicieron esto en todo Judá y Jerusalén.

i. “La referencia es probablemente a la Ishtar asirio-babilónica… Ishtar (Cananea Astarte) era la diosa de la guerra y el amor. Representaba el principio femenino de la fertilidad. … Astóret es el hebreo del que Astarté es el griego. Esta antigua diosa se llamaba Ishtar en acadio, Inanna en sumerio y Athtart en ugarítico. Su contraparte en el NT es Artemisa (cf. Hechos 19, en latín, Diana). El culto a esta diosa estaba muy extendido en el antiguo Cercano Oriente”. (Feinberg)

ii. Para los babilonios, la reina de los cielos era una deidad maternal relacionada con la luna, la familia y la fertilidad. Es extraño e impactante que los católicos romanos le den a María, la madre de Jesús, este mismo título y le dirijan su oración y veneración inapropiadas a veces incluso a la adoración. No tenemos el permiso bíblico o el estímulo para tener alguna conexión con la reina del cielo. Algunos observan que la gente moderna adora a la reina de los cielos con otros nombres: Madre Naturaleza, Feminismo o Glamour.

iii. Como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes: “Aquí se alega la antigüedad, la autoridad, la abundancia y la paz. Éstas son ahora las súplicas papistas y los pilares de esa religión podrida. Es la religión antigua, dicen, y tiene poderosos príncipes como patrocinadores, y se practica en Roma, la Iglesia madre, y tiene abundancia y paz donde se profesa, y donde no tienen nada más que misa y maitines. Estos son sus argumentos, pero muy pobres”. (Trapp)

c. Y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno: Ellos recordaban los días en que todos adoraban a la reina del cielo como en los buenos tiempos. Afirmaban que cuando dejaron de hacer todas esas cosas, nos falta todo y a espada y de hambre somos consumidos.

i. “Este es un destello muy revelador de perversidad espiritual – porque al culpar de todos sus problemas a la reforma en lugar de a los males que esta había tratado de erradicar, estas personas estaban poniendo la verdad exactamente al revés”. (Kidner)

ii. “Debido a que la adoración a Baal fue erradicada durante la reforma de Josías (2 Reyes 23:4-20), el remanente rebelde culpaba de todas sus desgracias a esta acción”. (Harrison)

iii. “El pueblo, por el contrario, afirmaba que las cosas iban mal solo cuando no apaciguaban a la Reina del Cielo. Quizás tenían en mente el reinado largo y relativamente pacífico de Manasés durante el cual se permitieron libremente cultos no yahvistas de todo tipo”. (Thompson)

iv. “En resumen, el remanente afirmó que la idolatría había hecho más por ellos que el Señor a quien Jeremías representaba”. (Feinberg)

v. Con una mente clara e incluso la más mínima comprensión de las cosas espirituales, su análisis era una locura. “Las cosas iban muy bien cuando rechazamos y desobedecimos a Dios, hasta que vino el juicio que Dios prometió”. El pecado a menudo es bueno hasta que se paga el costo del pecado – la muerte (Romanos 6:23).

vi. “En el nivel instintivo, la mente caída siempre está lista para asumir que Dios es el adversario, a quien nosotros (como estos personajes) podemos culpar por nuestro pasado y tenerle desconfianza de nuestro futuro”. (Kidner)

3. (19) La respuesta de las mujeres.

Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿Acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?

a. Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones: Las mujeres admitieron que desempeñaban un papel importante en la adoración a la reina del cielo de babilonia y a otros ídolos.

b. Sin consentimiento de nuestros maridos: Ellas trataron de responsabilizar a sus maridos por su pecado, en el sentido de que podrían haberlas detenido si quisieran. En el primer pecado, el hombre culpó a su esposa por su pecado. Aquí, las mujeres de Judá en Egipto devuelven el favor.

i. “Sus maridos sabían muy bien que estaban haciendo tortas especiales de medialuna (kawwan) que tenían estampada la imagen de la diosa”. (Thompson)

ii. Números 30:3-12 indica que los votos de una mujer solo eran obligatorios si su esposo los aprobaba. “Dado que sus maridos los aprobaban, ¿entonces por qué debía Jeremías quejarse de las acciones de las mujeres?”. (Feinberg)

iii. Esto nos recuerda que aun así pecaban, a pesar de que sus maridos les ordenaban o les permitían hacerlo. Se suponía que las mujeres debían someterse a sus maridos, pero no en un sentido absoluto. Si la autoridad que Dios les había dado les decía que pecaran, debían obedecer a Dios antes que al hombre.

C. Jeremías responde al pueblo.

1. (20-23) Jeremías les dice por qué vino la destrucción y el juicio.

Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo: ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra? Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy. Porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová, ni anduvisteis en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por tanto, ha venido sobre vosotros este mal, como hasta hoy.

a. No se ha acordado Jehová: Jeremías trató de razonar con el pueblo. Habían dejado a Dios completamente fuera de sus pensamientos. Sentían que si ignoraban a Dios, de alguna manera Él no importaba. Sin embargo, el Señor sí importaba, seguía siendo el Dios de Israel lo rechazaran o no. El veía y recordaba sus pecados e idolatría.

b. Y no pudo sufrirlo más Jehová: Dios era muy paciente con su pueblo desobediente, pero ellos eligieron interpretar su paciencia como falta de interés. A Él si le importaban, y trajo juicio sobre ellos; por tanto, ha venido sobre vosotros este mal.

i. “El desastre no habría ocurrido si Israel hubiera obedecido las estipulaciones del pacto, aquí descritas como ley, estatutos y testimonios”. (Harrison)

ii. “Su misericordia abusada se convirtió en furia”. (Trapp)

2. (24-29) Jeremías les habla de la adversidad y el juicio por venir.

Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en tierra de Egipto. Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones; confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra. Por tanto, oíd palabra de Jehová, todo Judá que habitáis en tierra de Egipto: He aquí he jurado por mi grande nombre, dice Jehová, que mi nombre no será invocado más en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive Jehová el Señor. He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en tierra de Egipto serán consumidos a espada y de hambre, hasta que perezcan del todo. Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres; sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a morar allí, la palabra de quién ha de permanecer: si la mía, o la suya. Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os castigo, para que sepáis que de cierto permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros.

a. Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Una vez más, Dios habla a su pueblo con los títulos de poder, autoridad y propiedad.

i. Hablando cronológicamente, esta fue probablemente la última profecía registrada de Jeremías. Terminó como empezó: fiel a Dios, confiando en la fidelidad de Dios. “Había visto a su nación declinar desde un estado independiente relativamente fuerte hasta el punto de casi extinción, y su ministerio parecía haber dado pocos frutos. Sin embargo, en estas últimas palabras, su fe absoluta en un Dios omnipotente y su percepción de las verdades fundamentales son tan claras como siempre”. (Cundall)

b. Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos: Jeremías cita al pueblo en su promesa de continuar adorando a la reina del cielo y a otros ídolos. Era una declaración de que Dios escuchó claramente su desafío.

i. Confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra: “En una poderosa expresión de ironía y repulsión, Jeremías le dice al remanente que proceda a cumplir sus votos impíos. Pudo haber estado señalando el incienso y las libaciones y las mismas tortas que llevaban”. (Feinberg)

c. Mi nombre no será invocado más en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá: Dios declara solemnemente que rechazaba a los que lo rechazaron y eligieron ir a Egipto, a los que confiaron en los ídolos más que en Él. No les permitiría pronunciar su nombre.

d. He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien: Dios les había ordenado que se quedaran en la tierra de Judá y confiaran en Él para que los cuidara, los protegiera y les proveyera. Al rechazar a Dios y su promesa, aún tendrían a Dios velando sobre ellos, pero sería para mal y no para bien. Esta era una promesa aterradora, sabiendo que Dios es el mejor amigo pero el peor enemigo que cualquiera podría tener.

i. Es posible que la comunidad judía de Egipto haya escuchado las advertencias de Jeremías y se haya arrepentido. En la época del Nuevo Testamento, había una comunidad judía grande y fuerte en Egipto. Quizás al final respondieron arrepentidos y se salvaron de este juicio.

e. Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres: Dios promete que si persisten en estos pecados, solo un remanente escaparía del juicio que enfrentarían en Egipto. El resto sería consumido a espada y de hambre, hasta que perezcan del todo. Esto probaría como cierta la terrible promesa de Dios de velar sobre ellos para mal.

i. “Para los apóstatas de Egipto, el futuro no tenía nada; pero para sus compatriotas en Babilonia que estaban aceptando su castigo, existía la esperanza de la libertad”. (Kidner)

ii. “Una posible nota a pie de página de su historia ha salido a la luz en los papiros de Elefantina, una colección de cartas y documentos del siglo V a.C. pertenecientes a una colonia militar de judíos asentada en una isla del Nilo en la frontera sur de Egipto. Una referencia a un templo suyo que había sobrevivido a una amenaza de destrucción desde el 525 a.C. implica que su colonia debe haber estado bien establecida en esa fecha, trayendo su origen, si es así, a la época de Jeremías o antes. Ya sea que sus fundadores fueran los hombres de nuestro capítulo o de otro grupo, es interesante notar que su culto se revela como una mezcla descarada de religión israelita y cananea, tal como los oponentes de Jeremías habrían apreciado profundamente”. (Kidner)

3. (30) Jeremías les habla del juicio que vendrá sobre Faraón y Egipto.

Así ha dicho Jehová: He aquí que yo entrego a Faraón Hofra rey de Egipto en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías rey de Judá en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, su enemigo que buscaba su vida.

a. He aquí que yo entrego a Faraón Hofra rey de Egipto en mano de sus enemigos: Dios había prometido que Nabucodonosor y Babilonia vendrían contra Egipto (Jeremías 43:10-13). Aquí, Jeremías da una profecía más específica de ese evento asegurado. 

i. “En realidad, Hofra fue derrocado por Amosis, uno de sus oficiales, quien se rebeló contra él y luego compartió el gobierno con él (Herodoto 2:161-163, 169). Amosis se rebeló contra Nabucodonosor en 570 a.C. y fue derrotado en el 568 a.C. Así que dieciséis años después de la caída de Jerusalén, Hofra fue destronado y estrangulado por algunos de sus súbditos. De nuevo Jeremías fue reivindicado”. (Feinberg) 

b. Así como entregué a Sedequías rey de Judá en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia: Así como le había sucedido a Sedequías, así le sucedería a Faraón. La veracidad de los juicios de Dios sería probada.

i. “Jeremías no especificó que Hofra caería en manos de Nabucodonosor, sino simplemente en manos de sus enemigos; así como Sedequías perdió la vida, también lo haría el faraón Hofra”. (Thompson)

ii. Hablando cronológicamente, estas fueron las últimas palabras proféticas de Jeremías registradas. “La Escritura guarda silencio sobre lo que le sucedió a Jeremías después de los eventos de este capítulo, aunque la tradición ha sido demasiado activa. Hay muchas leyendas sobre su muerte. Una afirma que lo mataron en Dafne. Otra afirma que se llevó el tabernáculo y lo escondió en las montañas donde murió Moisés (2 Macabeos 2:4-8). Otra indica que estaba vivo con Enoc y Elías, y se esperaba que regresara como un precursor del Mesías”. (Feinberg)

©2021 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com

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