Levítico 1

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Levítico 1: El holocausto

A. Introducción: La idea del sacrificio en el antiguo Israel

1. (1) Dios le habla a Moisés desde el tabernáculo.

Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo […]

a. Llamó Jehová a Moisés: La historia de Levítico continúa donde termina Éxodo. El pueblo de Israel, los descendientes del pacto de Abraham, Isaac y Jacob, aún estaban acampados al pie del Monte Sinaí. Ellos permanecen en el Sinaí durante todo el libro de Levítico.

b. Desde el tabernáculo de reunión: Esto indica que el tabernáculo ya estaba terminado. Los últimos capítulos de Éxodo describen la construcción del tabernáculo (Éxodo 35-40). Ahora, con el tabernáculo de reunión ya completo, el sistema de sacrificios podía ponerse en funcionamiento.

i. En Juan 1:14 existe un vínculo evidente entre este tabernáculo de reunión y Jesucristo encarnado («Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó [residió como en un tabernáculo, o tienda] entre nosotros»). De la misma manera que el tabernáculo de reunión era un símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo, Jesucristo era Dios presente en la tierra.

2. (2) ¿Qué hacer cuando se traía una ofrenda al Señor?

Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda.

a. Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda: En el pacto que Dios hizo con Israel en el Monte Sinaí, había tres partes principales. El pacto incluía la «ley», que Israel tenía que obedecer; el «sacrificio», que se debía ofrecer por violar la ley; y la «elección» de bendición o maldición, que se convertiría en el destino de Israel a través de la historia.

i. El sistema de sacrificios era un elemento esencial del pacto mosaico, porque era imposible estar a la altura de los requisitos de la ley. Nadie podía obedecer de manera perfecta la ley, y al pecado había que darle solución a través del sacrificio. Cada sacrificio que se decretaba era relevante, y cada uno apuntaba al sacrificio perfecto que Jesús ofrecería en su crucifixión (Hebreos 7:27, 9:11-28).

ii. Este no fue el comienzo del sistema de sacrificios de Dios. Adán conoció los sacrificios (Génesis 3:21), al igual que Caín y Abel (Génesis 4:3-4), y Noé (Génesis 8:20-21). Israel ofrecía sacrificios en la pascua (Éxodo 12). Antes del libro de Levítico, en Job 1:5 y Éxodo 10:25, ya se mencionan los holocaustos.

iii. La idea del sacrificio a los dioses no era exclusiva de Israel. Otras naciones y culturas practicaban los sacrificios, que a menudo incluían, esencialmente, los sacrificios humanos. La universalidad del sacrificio es una prueba de que este concepto era conocido por el hombre antes del diluvio y que se transmitió a diferentes culturas a través de los sobrevivientes del diluvio en los días de Noé.

b. Ofrece ofrenda a Jehová: Debido a que el sacrificio ya era conocido por Israel, estas instrucciones para los sacerdotes no eran particularmente nuevas. En su mayoría, eran una aclaración de un fundamento que ya Israel conocía a través de las tradiciones de sus padres.

i. Dios tuvo un sabio acierto al instalar la ley de los sacrificios en esta época. Antes de que se construyera el tabernáculo de reunión, no existía un lugar específico para el sacrificio, y los procedimientos para los sacrificios no podían establecerse ni regularse realmente. Sin embargo, ahora, con la finalización del tabernáculo, Israel podía traer sus sacrificios a un lugar y seguir los mismos procedimientos para cada uno de ellos.

ii. Los primeros siete capítulos de Levítico versan sobre las ofrendas personales y voluntarias. Los capítulos del uno al cinco son en su mayoría instrucciones para las personas que traen la ofrenda, y los capítulos seis y siete son, principalmente, instrucciones para los sacerdotes en relación con las ofrendas.

iii. Matthew Poole explicó por qué existían tantos tipos diferentes de sacrificios: «Para representar tanto las diversas perfecciones de Cristo y los diversos beneficios de su muerte al haber sido un sacrificio verdadero, como los diferentes deberes que los hombres tienen con su Creador y Redentor; todo lo cual no podría expresarse tan bien a través de una sola clase de sacrificios».

iv. El hecho de que Dios diera tantas instrucciones expresas sobre cómo ofrecer sacrificios muestra que este no era un asunto que Dios dejará a la creatividad del israelita individual. Ellos no eran libres de ofrecer sacrificios de la manera que quisieran, incluso, si lo hacían con sinceridad. Dios exigía la humildad y la obediencia de su pueblo en el sistema de sacrificios. Cada uno tenía que llevarse a cabo de una manera centrada en Dios, no en el hombre.

c. De ganado vacuno u ovino haréis vuestra ofrenda: Esto significaba que un adorador israelita no podía ofrecer un animal «salvaje» o «no domesticado». Solo podía traer ganado domesticadovacuno u ovino. Cada animal formaba parte del inventario de animales del israelita para obtener la tela, la leche y todos sus productos, y la carne. Entregar a Dios del ganado vacuno u ovino significaba que el sacrificio «costaba» algo.

i. «En Números y Ezequiel, así como en Levítico, la palabra hebrea para “ofrenda” es un término muy general usado para designar toda cosa dada como sacrificio a Dios. En Nehemías 10:35 y 13:31 se usa, incluso, para las ofrendas no sacrificiales hechas a Dios». (Peter-Contesse)

B. El procedimiento para la ofrenda quemada

1. (3) Traer el animal para el holocausto.

Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová.

a. Si su ofrenda fuere holocausto: El holocausto (ofrenda quemada), como su nombre indica, se quemaba completamente ante el Señor. Era un sacrificio total. El holocausto era una ofrenda general con la intención de redimir a uno con Dios a través de la expiación del pecado (propiciación) o de demostrar una devoción especial a Dios (consagración).

i. «Su nombre significa literalmente “lo que asciende” y se refiere, sin dudas, al ascenso de la materia del sacrificio transformada en fuego y humo, como para Dios. Por lo tanto, la idea central de este sacrificio, como se deduce por su nombre y se confirma por su forma, es la entrega de todo el ser en una ofrenda voluntaria de sí mismo, y que se sostiene mediante la llama de una intensa consagración a Dios». (Maclaren)

b. Macho […] lo ofrecerá: El animal ofrecido tenía que ser un macho, porque se creía que los animales machos eran más fuertes y normalmente se consideraban más valiosos.

c. Sin defecto: El animal no debía tener ningún defecto evidente. Dios no aceptaría un sacrificio defectuoso. Un sacerdote de Israel debía examinar cada animal traído para el sacrificio y confirmar que no tenía ningún defecto o imperfección evidente.

i. Esto demuestra el principio de que para expiar el pecado de otro, el sacrificio debe ser perfecto. Tampoco se podía, al mismo tiempo, expiar sus propias faltas y las de otro.

ii. Esto señala de manera maravillosa hacia el perfecto y definitivo sacrificio y expiación de Jesucristo. Jesús cumplió esta norma perfectamente, al ser un sacrificio puro y sin defecto (Juan 8:29, 8:46, 14:30 y 15:10).

iii. «La LXX (Septuaginta) tradujo el adjetivo tamim (sin defecto) con la palabra amomos. Pedro empleó este adjetivo griego para referirse a la muerte de Cristo como la ofrenda de un cordero “sin mancha” (1 Pedro 1:19)». (Rooker)

iv. Esto demuestra el principio de que Dios quiere lo mejor de nosotros y merece lo mejor. Un labrador en el antiguo Israel podría sentirse contento al darle a Dios un animal enfermo e inútil, porque le costaría poco. Existen muchas anécdotas e historias divertidas que ilustran esta tendencia de dar a Dios cosas menores. Entre ellas, se menciona la historia del labrador cuya vaca dio a luz gemelos, y juró que le daría uno de los terneros a Dios. Él no decidía cuál ternero dar a Dios, hasta que un día, uno de ellos murió. Entonces, le dijo a su esposa: «¿Adivina qué? El ternero de Dios murió hoy». Esta no debe ser nuestra actitud, pues aunque «lo mejor de nosotros es pobre, lo que damos debe ser lo mejor que tenemos». (Morgan)

v. «Lo primero que se aborda en este capítulo es la ofrenda quemada, lo que sugiere la necesidad de una dedicación personal a Dios. Aquellos que son admitidos en el lugar de adoración son los que han fallado completamente en rendir su vida a Dios de manera perfecta. Por lo tanto, la ofrenda que traen debe ser sacrificada y quemada». (Morgan)

vi. Israel no siempre estuvo a la altura de este precepto, y mucho más tarde el profeta Malaquías reprendió a Israel por ofrecer a Dios sacrificios inferiores: «Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? […]» (Malaquías 1:8).

d. De su voluntad lo ofrecerá: Dios no quería una ofrenda forzada en el holocausto. Cada animal debía ser ofrecido libremente. Esto ilustra el principio de que Dios quiere que le demos nuestros corazones libremente.

e. A la puerta del tabernáculo de reunión: Los sacrificios no se hacían en la casa de cada israelita, o en los lugares que ellos posteriormente denominaron los lugares altos. Dios tenía un lugar y un orden designado para el sacrificio.

i. Algunos piensan que el holocausto era la ofrenda más común en el antiguo Israel, y por eso se pone en primer lugar.

2. (4) La transferencia de la culpa.

Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya.

a. Pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto: Esta era una clara imagen de identificación con el animal que iba a ser la víctima del sacrificio. A través de este símbolo, el culpable transfería su culpa a la víctima del sacrificio, la que moriría y se consumiría completamente por el pecado del que traía la ofrenda.

i. No era suficiente que la víctima simplemente muriera. El que recibía la expiación tenía que identificarse activamente con el sacrificio. De la misma manera, no resulta suficiente saber que Jesús murió por los pecados del mundo. El que recibe la expiación de Jesús debe «acercarse» e «identificarse» con Él.

ii. Maclaren expresa sobre este acto de poner las manos sobre la cabeza: «En efecto, ¿no expresaba el oferente con ese acto: “Este soy yo? Esta vida animal morirá, como yo debería morir. Subirá como olor grato a Jehová, como mi ser debería hacerlo”».

iii. «Por medio de este gesto, la persona que ofrece el sacrificio se identifica a sí misma como quien ofrece el animal, y en cierto sentido se ofrece a Dios a través del animal del sacrificio». (Peter-Contesse)

iv. «El uso de la forma verbal samak (pondrá) sugiere que el acto de poner las manos implicaba el ejercicio de alguna presión y que tal vez debería traducirse como «apoyarse en». (Rooker)

v. «En Levítico 16:21, en el ritual del Día de la Expiación, poner las manos sobre una ofrenda se asociaba con la confesión de los pecados, y debemos asumir que la confesión acompañaba al acto de poner las manos, puesto que el adorador identificaba su propósito al traer una ofrenda». (Rooker)

vi. «Su mano, es decir, ambas manos (Levítico 8:14,18; 16:21); un enálage común [forma gramatical que usa el singular para el plural]». (Poole)

b. Para expiación suya: La idea detrás de la palabra hebrea para «expiación» (kophar) es «cubrir». La idea era que el pecado y la culpa de un individuo se cubrían con la sangre de la víctima del sacrificio.

i. Levítico es un libro sobre la expiación. «La palabra kipper (“hacer expiación”) se utiliza casi cincuenta veces en Levítico y se emplea unas cincuenta veces más en el resto del Antiguo Testamento». (Harris)

ii. Sin embargo, existe una diferencia entre la idea de expiación del Antiguo Testamento y la del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, el pecado se «cubre» hasta que la redención es completada por Jesús en la cruz. En el Nuevo Testamento, el pecado es eliminado, y una verdadera «expiación instantánea» se logra mediante el sacrificio de Jesús. Por lo tanto, el creyente está bien delante de Dios sobre la base de lo que Jesús hizo en la cruz, no sobre la base de lo que el creyente hace. «Existen dos religiones dominantes a nuestro alrededor en el presente, y se diferencian principalmente en cuanto al tiempo verbal. La religión general de la humanidad es “hacer”, pero la religión de un verdadero cristiano es “hecho». (Spurgeon)

iii. Es de destacar que la ofrenda quemada se trataba más sobre la entrega total a Dios que sobre el pecado. Sin embargo, esto muestra que incluso cuando venimos a Dios con la mayor entrega posible de nosotros mismos, todavía estamos marcados por el pecado y con una gran necesidad de expiación. Los esfuerzos de mayor devoción y entrega a Dios deberían, si se hacen correctamente, llevarnos a una mayor dependencia del sacrificio perfecto de expiación de Dios en y a través de Jesucristo.

iv. «Nuestro único derecho a ofrecer algo a Dios, en cualquier forma, es creado por la única Ofrenda a través de la cual debemos ser santificados. Cada ofrenda no es más que un símbolo de esta única Ofrenda». (Morgan)

3. (5-9) El procedimiento para ofrecer un becerro como holocausto.

Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo de reunión. Y desollará el holocausto, y lo dividirá en sus piezas. Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego. Luego los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la grosura de los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.

a. Degollará el becerro: Parece que el que traía la ofrenda (el que ponía sus manos sobre la cabeza del becerro) era el mismo que se suponía que degollara al animal.

i. En cada lugar que se menciona el acto de poner las manos sobre la víctima del sacrificio (Levítico 1:4-5; 3:2; 3:8; 4:4; 4:15, y 4:24), también se menciona la degollación del sacrificio (por la persona que puso su manosobre la cabeza).

ii. Degollará el becerro: El sacrificio tenía que morir. El animal no tenía defecto alguno, pero eso en sí mismo no expiaba el pecado. No bastaba con que se dedicara a Dios. Puede que fuera un animal trabajador o noble o sabio (como son los animales); pero nada de eso importaba. Tenía que «morir» para expiar el pecado.

iii. Por supuesto, el sacerdote ayudaba cuanto fuera necesario, y los sacerdotes hacían el pesado trabajo de desollar y cortar en piezas el animal. Pero el que traía la ofrenda daba el golpe de muerte. El israelita cortaba la vena yugular del toro en presencia de los sacerdotes en el tabernáculo de reunión. Este era un testimonio solemne de la necesidad de sacrificio, una confesión del hecho: «necesito expiación por mi pecado».

b. Desollará el becerro en presencia de Jehová: Si buscamos las veces que las frases «en presencia de Jehová» y «delante de Jehová»aparecen en Levítico, las encontramos en más de sesenta ocasiones (más que en cualquier otro libro de la Biblia). Lo que sucede en Levítico sucede en presencia de Jehová, y todo sacrificio que se hacía debía hacerse en presencia de Jehová.

i. Para el cristiano resulta apropiado vivir toda su vida en la presencia conciente de Dios (Colosenses 3:17). No obstante, esto resulta específicamente verdadero para nuestros ejercicios espirituales: nuestros actos de adoración, la oración y la recepción de la Palabra de Dios. Estos actos se transformarían si los lleváramos a cabo concientemente en presencia de Jehová: « […] ¿quién es aquel que se atreve a acercarse a mí? dice Jehová» (Jeremías 30:21).

c. Ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor: La sangre, que representaba la vida del animal (Levítico 17:11), se rociaba en el altar del sacrificio.

i. Sobre el altar: «La palabra hebrea para “altar” viene del verbo “matar”. Sin embargo, con el tiempo, esta adquirió un significado más general que incluía cualquier lugar donde se ofreciera cualquier tipo de sacrificio a Dios». (Peter-Contesse)

ii. «La cabeza se menciona por separado porque se habría desprendido del cuerpo en el proceso de desollamiento». (Harrison)

iii. Y la grosura: «Toda la grasa (grosura) debía separarse de la carne, y juntarse, para aumentar la llama, y para consumir las otras partes del sacrificio más rápidamente». (Poole)

iv. Acomodarán […] sobre la leña: «Parece indicar que los sacerdotes no podían, simplemente, conformarse con apilar madera o piezas de carne sin ningún tipo de orden sobre el altar. Todo esto tenía que colocarse de la manera adecuada, aunque no sabemos exactamente cómo se hacía». (Peter-Contesse)

d. Y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida: El resto del animal, después de lavado para quitar excrementos o impurezas, se quemaba en el altar. La ofrenda completa (el sacerdote hará arder todo sobre el altar), quemada ante Dios, era olor grato delante del trono de Dios.

i. Esto refleja el corazón detrás de la ofrenda quemada. Era un deseo de dar todo a Dios, una actitud de «Yo entrego todo». Cuando se quemaba todo delante de Señor en el altar, no se retenía nada.

ii. «¡Qué escena debió ser, como sucedió en algunas ocasiones impresionantes, cuando se ofrecían cientos de holocaustos en sucesión! El lugar y los asistentes nos parecerían más como un desastre y una carnicería que como la casa de Dios y sus adoradores». (Maclaren)

e. Olor grato para Jehová: Esto se indica para todos los aspectos de la ofrenda quemada. La expiación del pecado y la entrega de todo, en obediencia a la instrucción de Dios, complacía a Dios como un olor grato complace a los sentidos. La Biblia nos dice, específicamente, que Jesucristo cumplió este sacrificio con su propia ofrenda, y complació perfectamente a Dios al entregar su vida en la cruz: « […] como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante»(Efesios 5:2).

i. Puede que el cuerpo ardiente de un animal muerto, en sí mismo, no huela bien. Esto lo señaló Matthew Poole, quien dijo que «más bien causaba un hedor»; también John Trapp, cuando expresó que «la quema y el asado de las bestias no podía producir un olor agradable, pero se le añadía vino, aceite e incienso, por orden de Dios, y entonces había un buen sabor a quietud en ello».

4. (10-13) El procedimiento para ofrecer una oveja o una cabra como holocausto.

Si su ofrenda para holocausto fuere del rebaño, de las ovejas o de las cabras, macho sin defecto lo ofrecerá. Y lo degollará al lado norte del altar delante de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor. Lo dividirá en sus piezas, con su cabeza y la grosura de los intestinos; y el sacerdote las acomodará sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; y lavará las entrañas y las piernas con agua; y el sacerdote lo ofrecerá todo, y lo hará arder sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.

a. Si su ofrenda para holocausto fuere del rebaño, de las ovejas o de las cabras: El procedimiento aquí era esencialmente el mismo que el de la ofrenda de un becerro, excepto que la oveja o la cabra no se desollaban. Un becerro presentado como ofrenda quemada tenía que ser desollado (Levítico 1:6), pero no una oveja o una cabra.

i. Peter-Contesse expone sobre la falta de mención de las manos en la cabeza de la oveja: «La ausencia de mención de este gesto no indica necesariamente que se omitiera en el sacrificio de ovejas o cabras. Es posible que el autor simplemente decidiera no repetir todos los detalles mecánicos del ritual».

b. Y lavará las entrañas y las piernas con agua: Debido a que se debía quemar el animal completo, solamente se lavaban las impurezas de las entrañas antes de quemar el sacrificio.

c. Olor grato a Jehová: Este sacrificio, si se realizaba como Dios ordenaba, era agradable para Él. Demostraba la conciencia del pecado, la necesidad de un sustituto, la necesidad de una dedicación total a Dios, y era una mirada hacia el perfecto sacrificio que vendría con Jesucristo. Ese sacrificio definitivo sería perfectamente grato a Dios y, por lo tanto, sería ofrecido una sola vez y para siempre.

i. «La ofrenda quemada era una forma imperfecta frente a la total devoción de Jesús a la voluntad de su Padre. Cuando Jesús contempló la incapacidad del hombre para guardar la santa ley, y se ofreció para magnificarla y hacerla honorable; cuando dejó su gloria y bajó de su trono, y dijo: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”; cuando se hizo obediente hasta la muerte en la cruz; esto fue tan grato para Dios como la fragancia de un jardín de flores para nosotros». (Meyer)

ii. Spurgeon expresó lo siguiente sobre el sacrificio perfecto de Jesús: «Debe de haber un mérito infinito en su muerte, un abismo indecible, inconmensurable. Pienso que si hubiera habido un millón de mundos para redimir, solamente se hubiera necesitado este “sacrificio de sí mismo” para la redención de todos. Si el universo entero, repleto de mundos tan numerosos como las arenas de la orilla del mar, hubiera necesitado un rescate, esa entrega del espíritu podría haber sido suficiente como precio completo para todos ellos».

5. (14-17) El procedimiento para ofrecer un ave como holocausto.

Si la ofrenda para Jehová fuere holocausto de aves, presentará su ofrenda de tórtolas, o de palominos. Y el sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará que arda en el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar. Y le quitará el buche y las plumas, lo cual echará junto al altar, hacia el oriente, en el lugar de las cenizas. Y la henderá por sus alas, pero no la dividirá en dos; y el sacerdote la hará arder sobre el altar, sobre la leña que estará en el fuego; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.

a. Si la ofrenda para Jehová fuere holocausto de aves: Este procedimiento sigue los mismos principios, adaptados al sacrificio de aves en lugar de becerros, ovejas o cabras. Se mataba al animal, se ofrecía su sangre, se preparaba primeramente el cuerpo muerto y luego se quemaba delante de Jehová.

i. Trapp expresó sobre la frase «le arrancará la cabeza»: «O bien, la pinchará con su uña, para que la sangre salga, sin separarla del resto del cuerpo. Esto prefigura tanto la muerte de Cristo sin romperse un hueso o separar la divinidad de la humanidad, como la habilidad que debe haber en los ministros, para seccionar o dividir correctamente la palabra de verdad».

ii. Exprimida sobre la pared del altar: «El cuerpo del ave se exprimía sobre la pared del altar, ya que no habría habido suficiente sangre para realizar el ritual completo descrito anteriormente». (Peter-Contesse)

iii. Hacia el oriente: «Es decir, del tabernáculo. Aquí se echaba la inmundicia, porque este era el lugar más alejado del Lugar Santísimo, el cual estaba hacia el occidente; para enseñarnos que las cosas y las personas impuras no deben osar acercarse a Dios, y que deben ser desterradas de su presencia». (Poole)

b. Presentará su ofrenda de tórtolas, o de palominos: Dios no aceptaría «cualquier» tipo de ave, pero sí aceptaría tórtolas o palominos como sacrificio. El hecho de que Dios aceptara un becerro, una cabra, una oveja o un ave, demuestra que Dios estaba más interesado en el corazón detrás del sacrificio que en el animal que se ofrecía. Si el sacrificio se hacía con un corazón sincero, Dios aceptaba el ave del pobre tanto como el becerro del rico; el sacrificio sencillo de un hombre pobre podía ser un olor grato para Jehová.

i. Al mismo tiempo, el sacrificio tenía que corresponder con lo que uno podía proveer. Estaba mal que un hombre rico ofreciera solamente un ave como ofrenda quemada. La grandeza del sacrificio tenía que corresponder con la grandeza del que traía la ofrenda. Por lo tanto, cuando Dios hizo su ofrenda por el pecado, Él dio lo más valioso y costoso que pudo: se ofreció Él mismo.

ii. «Estas aves se designaban como consuelo de los pobres que no podían traer algo mejor. Y se prefería estas aves sobre otras, por un lado, porque se obtenían fácilmente; y por otro, porque eran representaciones adecuadas de la castidad, la mansedumbre y la gentileza de Cristo, características por las que estas aves eran notables». (Poole)

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