Levítico 20

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Levítico 20: Penas para leyes ya dadas

«Mientras que Levítico 18 está orientado al supuesto infractor de un decreto dado por Dios, Levítico 20 está dirigido a la comunidad israelita, que era responsable de velar porque las violaciones de la Ley recibieran su justo merecido». (Mark F. Rooker)

A. La pena por los pecados de idolatría

1. (1-5) La adoración a Moloc.

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará. Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando mi santuario y profanando mi santo nombre. Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos respecto de aquel varón que hubiere dado de sus hijos a Moloc, para no matarle, entonces yo pondré mi rostro contra aquel varón y contra su familia, y le cortaré de entre su pueblo, con todos los que fornicaron en pos de él prostituyéndose con Moloc.

a. Cualquier varón […] que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá: La adoración al horrendo ídolo Moloc se mencionaba en Levítico 18:21. Las personas adoraban a Moloc a través del calentamiento de una estatua de metal que representaba al dios hasta que esta estaba al rojo vivo; luego se colocaba un niño vivo sobre las manos extendidas de la estatua, mientras que el sonido de los tambores ahogaba los gritos del niño hasta que este se quemaba hasta morir.

i. Algunos creen que en el culto a Moloc los niños no se quemaban hasta morir, sino que solamente se les pasaba por fuego en un ritual en honor al ídolo. Es posible que esto sucediera en algunos casos, pero parece seguro que al menos un aspecto de la ofrenda de los infantes a Moloc era el sacrificio humano real.

ii. De seguro morirá: «Esta es una construcción muy enfática en hebreo que puede ser traducida literalmente como “muriendo morirá”». (Peter-Contesse)

b. El pueblo de la tierra lo apedreará: En el caso del sacrificio de niños a Moloc, Dios ordenaba que la ejecución se llevara a cabo por apedreamiento, y que este lo realizara la comunidad (el pueblo de la tierra). Esto se realizaba así para mostrar que este acto era, de una manera poderosa, un pecado contra la comunidad y que sería castigado por la comunidad.

c. Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos respecto de aquel varón: Ignorar un gran mal es en sí mismo un mal.

d. Entonces yo pondré mi rostro contra aquel varón y su familia: La pena por la adoración a Moloc era la muerte y si la sentencia no era cumplida por Israel, Dios declaraba que pondría su rostro contra aquel varón y su familia. Dios lo enjuiciaría si el sistema legal de Israel no lo hacía.

2. (6-8) La pena por involucrarse con lo oculto.

Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico.

a. Yo pondré mi rostro contra tal persona, y la cortaré de entre su pueblo: En este pasaje específico, Dios no le encomendaba a Israel hacer algo con respecto a la pena. Él sencillamente expresaba que Él ejecutaría la pena. La participación en dichas prácticas ocultas siempre separará a la persona de Dios.

i. Esta fue la fuerza impulsora detrás del dramático rechazo que hizo la iglesia de Éfeso a la magia y a las materias ocultas (Hechos 19:17-20). Sus corazones se volvieron hacia Dios, de modo que ellos automáticamente se alejaron de encantadores o adivinos.

ii. Adam Clarke expone sobre los actos de los adivinos: «Un espíritu o demonio, que, mediante ritos mágicos, se supone que debe aparecer a la llamada del que lo invoca».

iii. 1 Juan 4:3 deja claro que hay espíritus que no son de Dios; tales espíritus ocultos, que niegan a Jesús, deben ser rechazados completamente.

b. Santificaos […]. Yo Jehová que os santifico: Estos son dos aspectos importantes de nuestro continuo caminar con Dios. En su forma común de tratar con su pueblo, Dios no los obligará a separarse para Él. Él hace la obra, pero la hace en y a través de nuestros propios esfuerzos de cooperación y de nuestra voluntad sometida a Él.

B. Las penas por los pecados de inmoralidad

1. (9) La pena por maldecir a uno de sus progenitores.

Todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él.

a. Todo hombre que maldijere a su padre o a su madre: Casi todos los comentaristas coinciden en que no se refiere a la rabia de un niño pequeño ni, incluso, de un adolescente, contra su padre o madre; sino al corazón decidido de un hijo adulto contra su progenitor. Esta guerra intergeneracional no debía tolerarse y se castigaba con la muerte. Esto era un crimen contra la familia y la comunidad.

i. «En Israel, a diferencia de otras civilizaciones del antiguo Cercano Oriente, los delitos de carácter religioso, o contra la vida familiar, recibían el castigo más severo. Esta pauta contrasta con las leyes cuneiformes del antiguo Cercano Oriente, donde las violaciones que ocasionaban pérdidas económicas tenían la tendencia a ser tratadas con mayor severidad». (Rooker)

ii. Jesús citó este mandamiento contra maldecir a los progenitores cuando habló a los líderes religiosos (Mateo 15:4, Marcos 7:10). Jesús señaló que ellos usaban trucos inteligentes e hipócritas para evitar cumplir la esencia de este mandamiento.

b. Maldijere a su padre o a su madre: No se trataba simplemente de comentar algo malo sobre los padres de uno, o decirles algo a ellos directamente; probablemente se refería a invocar una maldición de muerte sobre ellos.

i. «Las maldiciones elaboradas, muchas de las cuales parecían tener la naturaleza de hechizos mágicos, eran corrientes en el antiguo Cercano Oriente, y a menudo funcionaban con efectos devastadores entre las personas supersticiosas, ya que en la mente oriental la maldición llevaba consigo su propio poder de ejecución». (Harrison)

c. De cierto morirá: Incluso, si admitimos que esta ley se aplicaba a un hijo adulto que amenazaba a sus padres, constituía una ley severa. Sin embargo, según Deuteronomio 21:18-21, y tal como se practicaba en el antiguo Israel, la ley tenía incorporada una protección de los derechos del hijo.

i. En Deuteronomio 21:18-21 se establece que el padre o la madre no tenían la obligación de llevar a cabo este castigo, sino que tenían que llevar al hijo acusado ante los ancianos y los jueces de la ciudad. Esto significaba que los progenitores (contra todas las costumbres de la época) no tenían el poder absoluto de la vida y la muerte sobre sus hijos.

ii. En la práctica, los jueces de Israel rara vez (si es que en alguna ocasión lo hacían) aplicaban la pena de muerte en tales situaciones, pero el hijo debía rendir cuentas.

iii. Su sangre será sobre él: «Esta expresión indica que la persona que cometía el acto era la única responsable de su propia muerte. La culpa no podía ser compartida con nadie más». (Peter-Contesse)

2. (10) La pena por adulterio.

Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos.

a. El adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos: Dios ordenaba la pena de muerte para el adulterio en el antiguo Israel. Al igual que en leyes anteriores y sus castigos, esto se debía a las consecuencias sociales extremadamente grandes de este pecado. El adulterio destruye a los matrimonios, y Dios ordenaba la pena máxima para no alentarlo.

b. Indefectiblemente serán muertos: En la práctica, esta pena de muerte raramente se aplicaba, como sucedía con la mayoría de las situaciones del capítulo 20 en las que se ordenaba la pena capital. Esto se debe a que cualquier crimen capital requería dos o tres testigos, y los testigos tenían que estar tan seguros de lo que vieron, que estuvieran dispuestos a «lanzar la primera piedra», es decir, iniciar la ejecución (Deuteronomio 17:6-7).

i. Por lo tanto, en un caso específico de adulterio (o de otro pecado de índole sexual), raramente habría dos testigos oculares dispuestos a iniciar la ejecución, y en consecuencia, la pena de muerte no se llevaría a cabo.

ii. Esto también nos ayuda a entender lo que Jesús hizo cuando se enfrentó a los líderes religiosos que le trajeron a la mujer sorprendida en adulterio (Juan 8:1-12). Con su presencia y sus palabras, ellos afirmaban haber atrapado a la mujer en el acto de adulterio, pero no trajeron también al hombre culpable. Nadie estaba dispuesto a identificarse como testigo y comenzar la ejecución de la mujer (lanzar la primera piedra).

c. Indefectiblemente serán muertos: Aunque la pena de muerte raramente se ejecutaba en el antiguo Israel (especialmente por estos crímenes), a Israel le hacía bien tenerla establecida. Esta pena en la ley de Israel comunicaba claramente un ideal que el pueblo debía alcanzar. Esto hacía que las personas tomaran en cuenta su pecado mucho más seriamente.

i. En el antiguo Israel, esta era la manera más sólida de decir: el adulterio está mal, maldecir a tus padres está mal, el incesto está mal. Incluso, si los que cometían estos pecados evadían la pena, Dios lo consideraba incorrecto, y la comunidad de Israel lo consideraba incorrecto.

ii. «Como constituyen leyes morales, las concernientes a las ofensas sexuales todavía son aplicables durante la época de la iglesia, aunque al igual que en el caso del crimen de maldecir a los padres, las penas capitales por estas ofensas se limitaron al tiempo en que el pueblo de Dios constituía una nación teocrática redimida (Juan 8:1-11). Por lo tanto, las penas capitales para estas ofensas sexuales no estaban destinadas a ser ejecutadas más allá de Israel». (Rooker)

3. (11-12) La pena por los pecados de incesto.

Cualquiera que yaciere con la mujer de su padre, la desnudez de su padre descubrió; ambos han de ser muertos; su sangre será sobre ellos. Si alguno durmiere con su nuera, ambos han de morir; cometieron grave perversión; su sangre será sobre ellos.

a. Cualquiera que yaciere con la mujer de su padre: Las leyes específicas contra el incesto se explicaban de manera más completa en Levítico 18:6-18.

i. Perversión: «Lleva el significado de “confusión” o de algo que no está en armonía con el orden normal de la creación. En vista del contexto, aquí puede traducirse legítimamente como incesto”». (Peter-Contesse)

b. Ambos han de ser muertos: En Levítico 18 no se explicaba la pena por el crimen de incesto. Aquí, Dios declaraba que en el antiguo Israel, el incesto debía ser castigado con la muerte. El incesto es un pecado que destruye a las familias y no debía permitirse.

4. (13) La pena por el pecado de homosexualidad.

Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre.

a. Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos: La ley específica contra la homosexualidad se mencionaba anteriormente en Levítico 18:22.

b. Ambos han de ser muertos: Aunque Dios ordenaba aquí la pena de muerte (bajo los preceptos de Deuteronomio 17:6-7) por la práctica de actos homosexuales, debemos señalar que este era el mismo castigo que por el adulterio o el incesto. Las prácticas homosexuales se juzgaban de la misma manera que estos otros pecados que destruyen a las familias.

5. (14) La pena por casarse con una mujer y su madre.

El que tomare mujer y a la madre de ella, comete vileza; quemarán con fuego a él y a ellas, para que no haya vileza entre vosotros.

a. El que tomare mujer y a la madre de ella: Sobre esto ya se hablaba anteriormente en Levítico 18:17.

b. Quemarán con fuego a él y a ellas: En el antiguo Israel, también se instituía la pena de muerte por este pecado.

i. Adam Clarke creía que la frase «quemarán con fuego a él y a ellas» no se refería a la ejecución. «Es muy probable que el crimen mencionado en este versículo no se castigara quemándolos vivos, sino con algún tipo de marca, con la cual se les hacía infames […]. La marca con un hierro ardiente ciertamente lograría todos los fines deseables tanto para el castigo como para la prevención».

6. (15-16) La pena por bestialismo.

Cualquiera que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto, y mataréis a la bestia. Y si una mujer se llegare a algún animal para ayuntarse con él, a la mujer y al animal matarás; morirán indefectiblemente; su sangre será sobre ellos.

a. Cualquiera que tuviere cópula con bestia: El pecado de bestialismo se mencionaba anteriormente en Levítico 18:23.

b. Su sangre será sobre ellos: Dios ordenaba la pena de muerte en el antiguo Israel por estas expresiones sexuales perversas. Aquellos que cometían dichos actos eran responsables de su propia muerte.

i. Y mataréis a la bestia: «Para que ver a dicha bestia no trajera a la memoria ese repugnante pecado». (Trapp)

7. (17-21) Penas por otros pecados de índole sexual.

Si alguno tomare a su hermana, hija de su padre o hija de su madre, y viere su desnudez, y ella viere la suya, es cosa execrable; por tanto serán muertos a ojos de los hijos de su pueblo; descubrió la desnudez de su hermana; su pecado llevará. Cualquiera que durmiere con mujer menstruosa, y descubriere su desnudez, su fuente descubrió, y ella descubrió la fuente de su sangre; ambos serán cortados de entre su pueblo. La desnudez de la hermana de tu madre, o de la hermana de tu padre, no descubrirás; porque al descubrir la desnudez de su parienta, su iniquidad llevarán. Cualquiera que durmiere con la mujer del hermano de su padre, la desnudez del hermano de su padre descubrió; su pecado llevarán; morirán sin hijos. Y el que tomare la mujer de su hermano, comete inmundicia; la desnudez de su hermano descubrió; sin hijos serán.

a. Si alguno tomare a su hermana, hija de su padre o hija de su madre: Las leyes específicas contra el incesto se explicaban más completamente en Levítico 18:6-18. Aquí se establecen los castigos contra estos pecados.

b. Serán muertos a ojos de los hijos de su pueblo: La pena por estos pecados no era la muerte, como en la mayoría de los pecados de índole sexual mencionados anteriormente en este capítulo. Más bien, la pena por estos era que los transgresores eran cortados, es decir, expulsados. Se les exiliaba o sancionaba dentro de Israel hasta que se arrepintieran del pecado, lo expiaran o se limpiaran a través de una limpieza ceremonial.

c. Su pecado llevarán; morirán sin hijos: Los dos últimos pecados de esta sección (la actividad sexual con una tía o el adulterio) conllevan castigos que parecen pertenecer solo a Dios: «morirán sin hijos».

i. «Morir sin hijos era considerado como una tragedia en los tiempos bíblicos […]. En cierto sentido, morir sin hijos era una forma de muerte porque el nombre del culpable se extinguía». (Rooker)

ii. Peter-Contesse sugirió otra idea sobre la frase «sin hijos»: «Aquí, la raíz de la palabra significa “despojado”, pero tradicionalmente se ha entendido como “privado de niños”. Así se traduce en Génesis 15:2 para describir a Abram. Sin embargo, en este contexto es más probable que signifique “despojado de la posteridad”, lo que indica no solo que los culpables no tendrían hijos, sino que también se les quitaría cualquier descendencia que ya hubieran tenido (por separado)».

iii. Matthew Poole ofreció una sugerencia más: «O sus hijos genuinos no serían considerados como tal, sino como bastardos y, por lo tanto, serían excluidos de la congregación del Señor (Deuteronomio 23:2)».

8. (22-26) Resumen: ¿Por qué Dios llamaba a Israel a dicha santidad?

Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación. Pero a vosotros os he dicho: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra que fluye leche y miel. Yo Jehová vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos. Por tanto, vosotros haréis diferencia entre animal limpio e inmundo, y entre ave inmunda y limpia; y no contaminéis vuestras personas con los animales, ni con las aves, ni con nada que se arrastra sobre la tierra, los cuales os he apartado por inmundos. Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.

a. No andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros: Los cananeos que vivían en ese momento en la Tierra Prometida estaban envueltos profundamente en estos pecados y, por ello, Dios usaría a Israel para juzgarlos y expulsarlos.

b. No sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella: Dios pedía a Israel que le obedeciera, para que ellos no tuvieran el mismo destino. Desafortunadamente, Israel al final desobedeció, y la tierra los expulsó, lo que llevó al exilio tanto a la nación del norte (Israel), como a la nación del sur (Judá).

i. No sea que os vomite: «La misma tierra a la que se refiere esta palabra de la Ley de Dios se encuentra hoy en el centro del mundo, un testigo permanente de la verdad. Allí ha estado durante siglos, infructífera y estéril y, sin embargo, no existe una tierra más fértil. Los hombres la corrompieron y ella los vomitó». (Morgan)

ii. «Este principio posee la más amplia aplicación. Cualquiera que sea el territorio que el hombre gobierne, esa tierra se ve afectada por su carácter. Si el hombre se contamina y corrompe, entonces todo lo que está bajo su dominio se contamina y corrompe». (Morgan)

c. Yo Jehová vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos: Una de las razones para muchas de estas leyes (y los fuertes castigos que las respaldaban) era el hecho de que Israel era la nación elegida por Dios, apartada de los pueblos. Esta es una razón importante por la que Dios quería que distinguieran entre animal limpio e inmundo y otros aspectos de este código de santidad.

i. Israel fue escogido, apartado de los pueblos, porque tenía y tiene un papel importante en el plan de Dios para los tiempos. Israel fue escogido para recibir los pactos, escogido para recibir la Palabra revelada de Dios, y escogido para traer al Mesías. Ellos no fueron elegidos para la salvación eterna, para que no pensaran que ser de Israel les garantizaría su salvación.

ii. Pablo y Bernabé fueron apartados por el Espíritu Santo para el trabajo especial que Él les tenía destinado (Hechos 13:1-2). Hay un sentido en el que cada creyente se encuentra apartado para Dios para su propósito y su plan. «¡Qué honor tan grande! Ser para Dios mismo, realizar sus encomiendas, cumplir sus mandamientos y deleitarlo. Regocijaos mucho cuando Dios dice: “Mío eres tú”». (Meyer)

d. Para que seáis míos: Estas leyes no solo se dieron para que Israel pudiera poseer la tierra, sino también para que Dios pudiera poseer a Israel, para que ellos fueran santos, porque yo Jehová soy santo […] para que seáis míos.

i. Esto demuestra que Dios quiere más que una obediencia robótica de parte de su pueblo. Dios quiere una relación con su pueblo, y la lealtad de este dentro de esa relación (para que seáis míos). Tanto la relación como la obediencia son importantes, pero Dios no quiere nuestra obediencia a Él separada de nuestra relación.

9. (27) Pena por ser adivino o practicante del ocultismo.

Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos.

a. El hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir: En el antiguo Israel, si alguien consultaba a un adivino, debía ser cortado (excluido de la comunidad de Israel, como exponen Levítico 19:31 y 20:6). Sin embargo, si alguien era el practicante real de estas artes ocultas, debía morir bajo la ley de Israel.

b. Su sangre será sobre ellos: En el antiguo Israel, el adivino o el que invocaba espíritus de muertos asumía la responsabilidad de su propia muerte. Ellos eran culpables ante Dios y la comunidad.

i. El que se entregaba a la adivinación o invocaba espíritus de muertos en el antiguo Israel llevaba a otros a pecar. Constituye algo mucho más grave llevar a otros a pecar, que pecar nosotros mismos, y por eso la pena es mayor, como Jesús mismo dijo: «Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar». (Mateo 18:6)

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