Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. (Hechos 2:44-45)
Había algo especial acerca de la iglesia primitiva. No eran perfectos, pero existía una vida espiritual, valor y un verdadero sentido de comunidad entre ellos que sirve como un ejemplo para los creyentes desde su tiempo.
Estos dos versículos describen muy bien este punto. Leemos que todos los que habían creído estaban juntos. Había una comunidad y unidad impresionantes entre los creyentes. Leemos en Hechos 2:41 que entre el pueblo judío reunido en ese día de Pentecostés, unos 3,000 respondieron a la predicación de Pedro. Muchos de esos 3,000 creyentes habían viajado desde muy lejos para llegar a Jerusalén para el día de Pentecostés como peregrinos.
Estos visitantes se arrepintieron, creyeron y fueron bautizados. Luego, no siguieron sus propios caminos, sino que querían crecer en su fe y seguir a Jesús, así que todos los que habían creído estaban juntos.
Los judíos de ese día tenían una gran costumbre de hospitalidad durante cualquier fiesta importante como la de Pentecostés. Los visitantes eran recibidos en casas particulares y nadie podía cobrar por alojar a un visitante, o por suplir sus necesidades básicas. Los primeros cristianos tomaron esta costumbre de hospitalidad durante las fiestas y la convirtieron en costumbre de todos los días.
No solo compartieron sus vidas; también compartieron sus posesiones materiales. Leemos que tenían en común todas las cosas. Muchos de los 3,000 eran visitantes que no tenían trabajo. Pero los cristianos compartieron y se ayudaron unos a otros. La primera familia de cristianos tuvo que compartir si querían sobrevivir.
Ha habido más de unas pocas personas que afirman que esta fue una expresión temprana del comunismo o “comunismo cristiano”. Yo creo que esta declaración es peligrosa y engañosa. Esta situación era diferente del comunismo en al menos dos formas importantes. Primero, fue voluntario. Nadie forzó a los creyentes a vender sus propiedades y sus bienes y repartirlo a todos. Esto fue voluntario y dirigido por el Espíritu Santo.
El colectivismo forzado, en forma de comunismo o muchas formas de socialismo, ha sido un gran mal en el mundo. El objetivo de un mundo mejor a través del colectivismo forzado fue la pretendida justificación del asesinato de hasta 100 millones de personas en el siglo XX.
La otra diferencia es que esto fue temporal. No tenemos ninguna evidencia que esto haya continuado por mucho tiempo. En cambio, fue la respuesta espontánea a una necesidad inmediata.
Sin embargo, hay algo maravilloso que vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.
El poder de Dios fue evidente entre ellos porque Jesús se volvió mucho más importante para ellos que sus posesiones. Fue una verdadera comunidad.
Todos queremos este tipo de comunidad, ¡suena maravilloso! Hoy, pídele a Dios que comience contigo y te dé un corazón que comparte.
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