El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así? Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán… (Hechos 7:1-2).
Esteban, un líder de la iglesia primitiva, estaba siendo juzgado ante el consejo más alto de los ancianos judíos – el Sanedrín. El sumo sacerdote mencionado aquí probablemente todavía era Caifás, quien también presidió el juicio de Jesús (Mateo 26:57).
El sumo sacerdote le preguntó a Esteban: ¿Es esto así? Él invitó a Esteban a dar explicaciones considerando las acusaciones registradas en Hechos 6:11-14. Esteban había sido acusado de hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios, y contra este lugar santo [el templo] y contra la ley. En su respuesta, Esteban ofreció un panorama de la historia del Antiguo Testamento. No deberíamos pensar que Esteban instruyó al Sanedrín sobre puntos que no conocían de la historia judía. En cambio, Esteban enfatizó algunos temas de la historia judía que tal vez ellos no habían considerado: – La biblia dice que Dios nunca se confinó a sí mismo a un solo lugar (como el templo). Esto realmente no era una defensa. Esteban no estaba interesado en defenderse. Simplemente quería proclamar la verdad sobre Jesús de una manera que la gente pudiera entender. Esteban no estaba intentando ser absuelto; quería presentar con claridad la verdad de Dios. Uno de los cargos contra Esteban era que habló contra el templo, y la misma acusación se hizo contra Jesús. Algunos judíos del primer siglo habían hecho del templo un ídolo. Tomaron algo bueno, el templo y sus servicios – y lo convirtieron en el centro de la obra de Dios. ¡Tenían el templo en tan alta estima que hablar en contra de él era un pecado que merecía la muerte! Esteban enfrentó esta falsa y peligrosa idolatría recordando a Abraham. Esteban explicó: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia. Esteban hizo énfasis en que el Dios de la gloria se apareció a Abraham incluso antes de que este llegara a la Tierra Prometida. Abraham no necesitó un templo para esta revelación del Dios de la gloria, y ni siquiera tuvo que estar en la tierra de Israel. Dios era más grande que ambos. Esto explicaba por qué estaba mal que este concilio juzgara a Esteban por hablar en contra del templo. No fue como si Dios estuviera en Canaán y Abraham estuviera en Mesopotamia, y Dios le dijera a Abraham: “Ven aquí para que pueda hablarte”. Dios se apareció a Abraham justo donde estaba, en Mesopotamia. Él era el Dios de Israel y Jerusalén y el templo; pero Dios era y es mucho más. No piense que debe ir a un lugar determinado para que Dios se le revele. No vamos a la iglesia porque sea el único lugar donde Dios está; vamos, porque ahí es donde se reúne Su pueblo. El Dios de toda la creación puede hablarle justo donde está usted hoy.
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