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Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad (Hechos 8:5-8).
Felipe era un hombre como Esteban – uno de los hombres elegidos para servir a la familia de la iglesia de manera práctica cuando surgió la disputa con respecto a las viudas de los griegos (Hechos 6:5). Fue uno de los que se vieron obligados a huir de la persecución y terminó en Samaria.
Una vez en Samaria, Felipe supo qué hacer: les predicaba a Cristo. Después de que muchos de los judíos rechazaron el evangelio nuevamente, vemos a Dios extendiendo la oferta de salvación en Jesús a otros pueblos, comenzando con los samaritanos.
Esto era Samaria; y aquí, unos 750 años antes, los asirios conquistaron esta área del norte de Israel y deportaron a todos los judíos ricos y de clase media del área. Entonces los asirios trasladaron a una población pagana desde lejos. Estos paganos se casaron con las clases más bajas de judíos que quedaban en el norte de Israel, y de esta gente venían los samaritanos.
Generalmente, los judíos de esa época odiaban a los samaritanos. Los consideraban mestizos transigentes que corrompían la adoración del Dios verdadero. Había un odio de larga data entre muchos de los judíos y muchos de los samaritanos.
La experiencia de Jesús con la mujer samaritana junto al pozo (Juan 4) y Su historia sobre la bondad de un samaritano (Lucas 10:25-37) ilustran la tensión natural entre los judíos y los samaritanos de esa época. Recuerde que Santiago y Juan (y los otros discípulos también) pensaron alguna vez que los samaritanos solo eran buenos para ser quemados por el juicio de Dios (Lucas 9:51-56).
Sin embargo, Felipe les predicaba a Cristo. Debido a que Jesús había obrado en él, no había lugar para este tipo de prejuicios en su corazón o mente. No era racista con los samaritanos.
Felipe vino presentando el evangelio, seguido de señales y prodigios como una confirmación impresionante. Felipe también tenía un impacto cuando la gente veía las señales que hacía. Cuando respondieron al evangelio y encontraron a Jesús, hubo gran gozo en aquella ciudad
Sin lugar a duda, una de las razones por las que había tal fruto era que Jesús había sembrado la semilla en Samaria durante Su ministerio (Juan 4:1-26). Ahora Felipe recogía la cosecha.
Recuerde la razón por la que Felipe estaba en Samaria – porque los cristianos de Jerusalén estaban siendo arrestados, golpeados e incluso asesinados por causa de Jesús. Él y otros huyeron de la destrucción y el peligro.
El gran gozo en aquella ciudad provenía de un gran dolor y pena en Jerusalén. Provenía de la realidad del poder espiritual (las señales que hacía). Pero ocurría especialmente cuando Felipe les predicaba a Cristo.
Incluso hoy, Dios puede usar el dolor de su pueblo, el poder del Espíritu y la predicación de Cristo.