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Y habiéndole tomado preso [Herodes], le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen… Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él… estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas… (Hechos 12:4-6).
El primero de los apóstoles acababa de ser martirizado – Santiago, que era uno de los discípulos más cercanos a Jesús; uno de los tres: Pedro, Santiago y Juan. Sin embargo, aún después de matar a Santiago, Herodes no estaba satisfecho. Vio que sus índices de aprobación subieron en las encuestas de opinión, y pensó que podrían subir aún más si mataba a Pedro. Así que, Pedro siguió custodiado en la cárcel.
Herodes no era tonto – sabía que los apóstoles eran famosos por sus misteriosas fugas de la cárcel. Hechos 5:17-21 es un buen ejemplo de una: Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él… se llenaron de celos; y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública… Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos… Así que Herodes no se arriesgó – les dio a cuatro escuadrones de soldados el trabajo de proteger a Pedro. También lo encadenó entre dos soldados. Normalmente, un prisionero de máxima seguridad estaría encadenado a un soldado.
Así, Herodes tenía sus soldados y sus prisiones; pero la iglesia tenía el poder de la oración. El resultado se decidiría fácilmente. La prisión estaba cerrada con seguridad. Pero cuando todas las demás puertas están cerradas y bloqueadas, la puerta del cielo está abierta de par en par. La iglesia se aprovechó de esa puerta abierta a través de sus fervientes oraciones.
Lo más notable es que Pedro no mostró signos de ansiedad; pudo dormir profundamente en lo que parecía ser la última noche antes de su ejecución. Pedro pudo hacer esto porque tenía algo más fuerte que las mejores puertas, guardias y cadenas: Pedro tenía la promesa de Dios. En Juan 21:18, Jesús le había hablado a Pedro acerca de su muerte: Cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
Pedro podía razonar así: “Jesús me prometió que no moriría por Él hasta que fuera viejo. Solo han pasado unos pocos años desde que Él dijo eso, y todavía no soy viejo. Así que este no es mi momento. Bien me puedo tomar una buena noche de sueño”. El poder del Dios en el que confiaba era mayor que todo el poder de Herodes.
Cuando tenemos una confianza genuina en las promesas de Dios, esto trae una paz que sobrepasa el entendimiento en nuestras vidas. ¿Está usted estresado? ¿Preocupado? ¿Lleno de ansiedad por las cosas?
Entonces quite sus ojos de las circunstancias y fije sus ojos en las promesas que Dios ha hecho. Entonces podrá estar lo suficientemente tranquilo como para dormir incluso en los momentos más desesperados.
Recuerde que Dios da el sueño a sus amados (Salmos 127:2).