Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: -Míranos-. Entonces él los miró atento, esperando recibir de ellos algo. (Hechos 3:4-5)
Pedro y Juan subieron al templo pero no para hacer un sacrificio, porque sabían todo lo que se había cumplido en la obra perfecta de Cristo Jesús en la cruz. En cambio, fueron durante la hora de oración (Hechos 3:1). Aparentemente, Pedro y Juan no vieron ningún problema en continuar con su costumbre judía de orar a ciertas horas del día.
Al acercarse Pedro y Juan al templo, se encontraron con una vista familiar: un mendigo sentado en el mismo lugar, pidiendo limosna de quienes llegaban o salían de los patios del templo. Probablemente habían visto este mismo hombre muchas veces, pero esta vez el Espíritu Santo le incitó a Pedro a hacer algo diferente.
Primero, Pedro y Juan miraron al hombre cojo (fijando en él los ojos). El hombre probablemente se alegró cuando vio que lo miraron con tanta atención. La mayoría de la gente que quiere ignorar a los mendigos se asegura de no verlos a los ojos. Cuando los apóstoles miraron al hombre cojo con tanta atención, probablemente pensó que le esperaba un gran regalo.
Es por eso que el hombre cojo los miró atento, esperando recibir de ellos algo. Desde su lugar en el suelo, el hombre devolvió la mirada a Pedro y Juan; tal vez extendió su mano o una vasija para recibir dinero.
¡Esto estuvo bien! El hombre cojo hizo lo correcto al esperar recibir de ellos algo. Su expectativa era la simple creencia de que recibiría algo.
Muchas personas aún no han llegado al lugar donde realmente esperan recibir algo de Dios. Esta es la fe, simple y llanamente. Por supuesto, nuestra expectativa debe basarse en las promesas de Dios. No podemos esperar que Dios cumpla todos nuestros sueños y deseos.
Sin embargo, cuando nuestras expectativas están basadas en las promesas de Dios, podemos acudir a Él esperando recibir de Él algo.
El hombre cojo de Hechos 3 esperaba recibir algo y hubiera estado satisfecho con unas pocas monedas. Pero ese día Dios tenía algo mucho mejor para este hombre de lo que él esperaba recibir. Él hubiera estado satisfecho con mucho menos de lo que Jesús quería darle. Trabajando a través de Pedro y Juan, Jesús quería sanar al hombre de la causa de su problema y pobreza.
Tu tienes el gran privilegio de comenzar un año nuevo lleno de fe, lleno de expectativa de lo que Dios irá a hacer. Solo presta atención a las promesas de Dios para que puedas esperar las cosas correctas de Él. A menudo nos conformamos con mucho menos de lo que Dios nos quiere dar, y nuestras expectativas bajas nos roban. Prepárate para comenzar un año nuevo lleno de fe.