Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano (Génesis 39:2-3).
Al pensar en todo lo que José tuvo que soportar antes de cumplir los veinticinco años, resulta evidente que fue más que suficiente para toda una vida. Rechazado y maltratado por su propia familia, sus hermanos lo vendieron como esclavo a un pueblo extranjero. En los mercados de esclavos de Egipto, fue vendido de nuevo y adquirido por el capitán de la guardia del faraón, en cuya casa comenzó a servir.
El calvario de José fue probablemente más arduo que el de cualquiera de nosotros. Sin embargo, Jehová estaba con él. Dios no lo abandonó en ningún momento, ni siquiera en el más mínimo detalle. Los creyentes a menudo le reprochan a Dios haberlos puesto en lugares difíciles o situaciones complejas. No obstante, la voluntad de Dios suele ser que su pueblo confíe en Él para bendecirlos y llevarlos al éxito (según su propia medida de éxito), dondequiera que estén.
Algunos piensan que no pueden ser bendecidos a menos que estén en posiciones de autoridad o al mando. Pero Jesús vivió y enseñó un camino mejor: una vida de servicio.
– Jesús dijo: El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor (Mateo 20:26).
– Jesús vivió y enseñó este principio: el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir (Mateo 20:28).
– Jesús, el Mesías, posee muchos títulos maravillosos, pero uno de los más significativos es el de Siervo del Señor (Mateo 12:18, Isaías 42:1). Sí, es el León de la tribu de Judá y el Rey de reyes, pero también es un siervo, el siervo por excelencia.
Los creyentes pueden —y deben— descubrir la bendición de vivir como siervos; si no se les impone, pueden elegirlo libremente.
Incluso en este momento temprano, cuando parecía que José no tenía control sobre sus circunstancias —y, de hecho, no lo tenía—, Dios anuló las decisiones erróneas e impredecibles de los hombres para cumplir su propósito eterno. El Señor hizo de José un hombre próspero.
Gracias a su confianza en Dios, su labor diligente y la bendición divina, José le mostró a Potifar que Dios era real y que Jehová estaba con él. Los seguidores de Jesús deben vivir bajo este mismo principio hoy: otros deben notar la diferencia que Jesús marca en la vida de los creyentes a través de su manera de trabajar.
Es una gran bendición poder decir de alguien que Jehová está con él. Piensa en el contraste entre José y sus hermanos: ellos no fueron vendidos como esclavos y dormían en sus propias camas, rodeados de su familia. Mientras tanto, José era esclavo, pero libre, porque Jehová estaba con él. Sus hermanos, en cambio, eran libres, pero vivían encadenados a sus secretos, su vergüenza y su culpa.
En Jesucristo, el Siervo de Jehová, se cumple la verdad: Jehová está con vosotros.
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