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Lo veré, mas no ahora;
Lo miraré, mas no de cerca;
Saldrá ESTRELLA de Jacob,
Y se levantará cetro de Israel,
Y herirá las sienes de Moab,
Y destruirá a todos los hijos de Set.
(Números 24:17)
Balaam fue un profeta extraño e inesperado del Dios viviente, y sus palabras registradas en Números 23 y 24 fueron inspiradas por el Espíritu Santo. Al proclamar la palabra de Dios, Balaam declaró: Saldrá ESTRELLA de Jacob, y se levantará cetro de Israel. Con esta profecía, Dios describió a alguien glorioso (como una estrella) que también poseería autoridad para gobernar (simbolizada por un cetro).
En sus profecías anteriores, Balaam habló sobre la belleza, la fuerza y la bendición de Israel. En esta, Dios lo usó para anunciar la culminación de todas esas virtudes: el Mesías, Jesucristo. La bendición suprema de Israel se encuentra en Jesús, su Mesías.
Tanto los antiguos escritores judíos como los primeros cristianos entendieron esta profecía como una referencia al Mesías. Es muy posible que los sabios que llegaron a Belén —quizás un año o más después del nacimiento de Jesús— fueran guiados por una estrella. El anuncio de Balaam sobre una estrella y un cetropudo haberles dado una razón bíblica para seguir esa luz celestial.
Cuando los magos avistaron la estrella, quizá consultaron la profecía de Balaam. Es posible que hayan relacionado la estrella con el cetro: siguieron la estrella en el cielo y buscaron al que había nacido Rey de los judíos (Mateo 2:2). La estrella de Belén recibe mucha atención durante la Navidad, y con justa razón. Sin embargo, esa estrella no solo señaló a Jesucristo, también habló de Él.
El Nuevo Testamento respalda la profecía de Balaam de al menos dos maneras. En primer lugar, por la prominencia de la estrella en el relato del nacimiento y la infancia de Jesús (Mateo 2:1-10). En segundo lugar, al referirse a Jesús como la Estrella Resplandeciente de la Mañana, una alusión probable a la profecía de Balaam (Apocalipsis 2:26-28; 22:16).
Es maravilloso que Jesús sea representado por una estrella. Las estrellas habitan los cielos, como Jesús. Las estrellas irradian luz, como Jesús. Las estrellas despiertan asombro, como Jesús. Las estrellas orientan y guían, y también Jesús. ¿Ves a Jesús como una estrella? ¿Es Él tu estrella?
Asimismo, es magnífico que Jesús sea representado por un cetro. Los cetros son el símbolo de la autoridad de los reyes, el derecho de reinar y gobernar. Como Rey de reyes, Jesús tiene el derecho supremo de sostener cualquier cetro.
Jesús posee este derecho de al menos dos formas. En primer lugar, la mayoría de los monarcas nacen con un título real, y Jesús nació como Rey. En segundo lugar, el cetro de autoridad le pertenece porque lo conquistó mediante una vida sin pecado, una muerte sacrificial y su gloriosa resurrección.
¿Reconoces el cetro real que Jesús sostiene sobre tu vida?
En esta Navidad, piensa en Jesús: Estrella y Cetro.