Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. (Hechos 3:22-23)
Una multitud emocionada se reunió en el monte del templo en Jerusalén, porque un mendigo conocido fue sanado milagrosamente de sus piernas paralizadas. Mientras el hombre que antes era cojo caminaba, saltaba y alababa a Dios, la gente corría para ver la razón de la emoción. Pedro aprovechó esta oportunidad para predicar a la multitud, y su sermón tuvo muchas partes notables:
Pedro atrajo su atención:Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? (Hechos 3:12)
Pedro le dio la gloria a Dios:¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? (Hechos 3:12)
Pedro predicó a Jesús: Su hijo Jesús (Hechos 3:13)
Pedro les habló sobre su pecado: A quien vosotros entregasteis y negasteis (Hechos 3:13)
Pedro predicó al Cristo crucificado: Matasteis al Autor de la vida (Hechos 3:14)
Pedro predicó la resurrección: A quien Dios ha resucitado de los muertos (Hechos 3:15)
Pedro predicó sobre la continua obra de Jesús: Su nombre… ha dado a éste esta completa sanidad (Hechos 3:16)
Pedro predicó el cumplimiento en Jesús de la profecía del Antiguo Testamento: Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer (Hechos 3:18)
Pedro predicó arrepentimiento: Así que, arrepentíos y convertíos (Hechos 3:19)
Después de todo eso, Pedro señaló una profecía específica, dicha por Moisés en Deuteronomio 18:15 y 18: 18-19. La profecía era que Dios enviaría un Profeta como Moisés, y si no escuchaban a aquel Profeta, serían desarraigados del pueblo.
Era importante para ellos escuchar que el Profeta predicho por Moisés era de hecho el Mesías, cumplido en Jesucristo. Algunos en aquel entonces pensaban que podría ser alguien diferente al Mesías, pero Pedro dejó en claro que son uno y el mismo.
Pedro también les dio una fuerte advertencia: toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada. Supongo que algunas personas acusarían a Pedro de ser un predicador del “fuego del infierno y condenación”. Pedro les dijo: “Si rechazan al Mesías Jesús, el profeta Moisés predijo: no hay esperanza eterna para ustedes, serán desarraigados”.
En cierto sentido, esto se cumplió en menos de 40 años cuando Jerusalén y el templo fueron destruidos. Pero estas palabras inspiradas de Pedro no se referían principalmente a edificios o ciudades, sino a toda alma.
Es un pensamiento impopular y aleccionador, pero el amor por toda alma nos obliga a decirlo: todos los que rechazan a Jesús, que no quieran escucharlo, serán desarraigados, y por completo. Pedro amaba a sus oyentes lo suficiente como para darles una justa advertencia sobre una verdad desagradable. Que Dios nos dé el mismo amor y valentía.