Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios (Génesis 43:32).
No cabe duda de que José, uno de los doce hijos de Jacob (Israel), fue víctima de abusos y traiciones por parte de muchas personas. Entre ellos se encontraban sus propios hermanos, los madianitas que lo compraron y vendieron como esclavo, su amo Potifar, la esposa de Potifar, así como el panadero y el carnicero en la prisión. Cada uno de ellos, a su manera, le causó daño, y probablemente hubo muchos más que la Biblia no menciona.
Pero, ¿por qué? ¿Por qué Dios permitió que sucedieran tan terribles injusticias contra José? Aunque podríamos decir que Dios no actuó directamente con Su mano, lo cierto es que Él permitió que todo esto ocurriera. Podríamos suponer que Dios tenía un propósito, pero, ¿cuál era?
Una parte de la respuesta la encontramos en Génesis 43:32, un versículo que nos revela algunas de las costumbres alimentarias de los antiguos egipcios. Cuando José invitó a sus hermanos a cenar, él comió en un lugar aparte. Los egipcios sabían que José era un extranjero, así que se dispusieron tres mesas en ese banquete: una para los egipcios, otra para los hermanos hebreos y una más, separada, para José.
No comían en la misma mesa, ya que para los egipcios esto era una abominación. Según algunas fuentes, en aquella época, Egipto era una de las sociedades más racialmente segregadas del mundo antiguo. Se decía que los egipcios creían que descendían de los dioses, mientras que los demás pueblos provenían de orígenes inferiores. Por eso, había poca interacción social entre ellos y los extranjeros.
Esto se ve claramente en el hecho de que los egipcios también comían… aparte. No se sentaron a la mesa con José, y mucho menos con los extraños provenientes de Canaán (los hijos de Jacob). A pesar de su poder y su estatus, José no podía compartir mesa con los “verdaderos” egipcios.
Aquí es donde podemos vislumbrar la sabiduría de Dios. Antes de que termine el libro de Génesis, Dios llevaría a toda la familia de Jacob a Egipto, donde permanecerían aislados de los pueblos circundantes durante más de 400 años. Durante ese tiempo, se multiplicarían y crecerían hasta convertirse en una gran nación.
Si Dios hubiera permitido que la familia de Israel permaneciera en Canaán, simplemente se habrían asimilado a los pueblos corruptos y paganos de esa región. No solo fue necesario que Dios sacara a la familia de Israel del ambiente corrupto de Canaán, sino que también los colocó entre un pueblo racialmente segregado, que no se mezclaba ni se casaba con los extranjeros. Dios envió a José por adelantado para hacer los arreglos.
Aunque no pudieron verlo en ese momento, Dios tenía una razón muy profunda para enviar a Israel a Egipto. De la misma manera, Dios tiene un gran plan para tu vida, incluso en los momentos difíciles que Él permite. Hay una razón buena y sabia para todo, aunque en ocasiones no puedas verla.