“Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda… y hablaron con ella. Y ella les dijo: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Decid al varón que os envió a mí:
Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá”. (2 Kings 22:14-16)
En los días del rey Josías, encontraron en el templo el libro de la ley –las Escrituras, los libros de Moisés y quizá algunos más– que había sido descuidado por mucho tiempo. Cuando leyeron el libro, llegaron a una profunda convicción de pecado, entonces confesaron y se arrepintieron. Pero ¿qué hacer después? Los líderes espirituales de Judá necesitaban guía espiritual.
Es fascinante ver que fueron a la profetisa Hulda. Conocemos poco de esta mujer aparte de esta mención aquí (y la cuenta similar registrada en 2 Crónicas 34:22). Con la aparente aprobación del rey Josías, el sacerdote Hilcías consultó a esta mujer para obtener guía espiritual.
Sin embargo, él no fue a Hulda por su propia sabiduría y espiritualidad, sino porque era reconocida como profetisa y podía revelar el corazón y la mente de Dios. Ella sabía la palabra de Dios y podía declararla.
En ese tiempo, había otros profetas en Judá. Jeremías 22:15-16 nos hace saber que Jeremías estaba vivo en este tiempo (Jeremías 22:15-16), pero ellos no fueron a él. El profeta Sofonías también estaba presente (Sofonías 1:1), pero no fueron a llamar a su puerta. Por alguna razón, tal vez espiritual o tal vez práctica, decidieron consultar a la profetisa Hulda.
El mensaje de ella, por lo menos al principio, no fue positivo. Les aseguró a los líderes espirituales de Judá que el juicio seguramente vendría. Hablando como profetisa de Dios, ella les dio este mensaje de Dios: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro.
El rey Josías y los sacerdotes sabían que Judá merecía juicio, y que el juicio seguramente llegaría. Judá y sus líderes habían caminado contra el Señor por mucho tiempo y no se arrepentirían genuinamente para evitar un juicio eventual.
La forma en que Dios usó a Hulda para traer este mensaje nos recuerda que de vez en cuando, Dios usará a un mensajero inusual. Había otros profetas fieles y más establecidos que Dios podría haber usado en este momento (como Jeremías y Sofonías). Sin embargo, Dios usó a una mujer simple, por lo demás desconocida, que estaba llena de su Espíritu Santo.
Puede que nunca sepamos todas las razones por las que Dios usó a Hulda, pero yo sé una gran razón. Hulda es un gran ejemplo para nosotros porque ella sabía todas las palabras del libro. Si quieres ser el mensajero de Dios, lo primero que debes hacer es enfocarte en todas las palabras de este libro. Es por medio de este libro que Dios se revela perfectamente a nosotros y podemos llegar a tener una relación real con Él.
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