Y se enriqueció el varón muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos. (Génesis 30:43)
El varón en cuestión era Jacob, quien, al abandonar su hogar sin recursos, emprendió un largo viaje hacia el este, a la tierra de la familia de su madre. Con gran esfuerzo, logró acumular una doble dote para poder casarse. Sin embargo, tras engañar a su hermano y a su padre, Jacob encontró a su vez el engaño en su tío.
A pesar de todo, Jacob se enriqueció muchísimo. Según Leupold, el original hebreo de esta frase es: “El hombre prosperó en extremo”. Jacob era tan próspero, tan bendecido por Dios, que su abundancia era desbordante. Esto se hacía evidente en la manera en que se medía la riqueza en su época y lugar: tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos. Todo esto demostraba que Jacob, quien había salido de su hogar sin dinero, se convirtió en un hombre de gran riqueza.
Esta riqueza era una manifestación de la bendición de Dios en la vida de Jacob. Dios prosperó a Jacob, no porque él fuera particularmente virtuoso, sino en cumplimiento de las promesas que Dios le había hecho (Génesis 28:13-15) y del pacto establecido con Abraham.
De manera similar, la bendición del Señor se derrama sobre su pueblo no por su grandeza o bondad, sino por el pacto que Dios ha establecido con ellos a través de Jesús y las promesas reveladas en su palabra.
A pesar de esto, podemos extraer de la vida de Jacob algunos principios sobre la prosperidad.
No hagas de la riqueza tu objetivo principal. Génesis 30:25-26 revela que Jacob estaba dispuesto a contentarse con simplemente dejar a Labán y regresar a su hogar en Canaán con su familia. Su meta original no era enriquecerse; de hecho, evitó la tentación y la trampa que acecha a aquellos que buscan la riqueza (1 Timoteo 6:9).
No temas trabajar para otros y contribuir a su prosperidad, incluso mientras buscas aumentar tu propia riqueza. En Génesis 30:27, el patrón de Jacob, su suegro Labán, reconoció que Dios lo había bendecido debido a la fidelidad y el arduo trabajo de Jacob.
Trabaja con dedicación, enfocado en el éxito de tu patrón. Génesis 30:26 y 31:38-42 nos muestran que el camino de Jacob hacia la riqueza comenzó con su labor fiel para su suegro. Jacob podría haber optado por la deshonestidad y centrarse únicamente en su propio éxito. Sin embargo, eligió trabajar para ser una bendición para su patrón, incluso cuando esto no era fácil.
Confía en Dios. Génesis 30:31-33 describe un plan inusual que Jacob propuso para distinguir los rebaños y la descendencia que le correspondían a él de los de Labán. No está claro si este plan fue idea de Jacob o si fue inspirado por Dios, pero, en cualquier caso, Jacob tuvo que confiar plenamente en el Señor. Y Dios bendijo a Jacob con una gran prosperidad.
Dios nunca promete que su pueblo será rico en bienes materiales en todas las etapas de la vida. Sin embargo, estos principios son buenos y eternos: no hagas de la riqueza tu objetivo principal, no temas beneficiar a los demás, trabaja con diligencia y confía en Dios. Practicar estos principios honra a Dios y nos coloca en la posición adecuada para recibir todo lo que Él desea darnos.
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