Números 36

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Números 36 – Leyes referentes a las mujeres herederas

A. El problema de la heredad de las mujeres y las tribus.

1. (1-2) El trasfondo.

Llegaron los príncipes de los padres de la familia de Galaad hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias de los hijos de José; y hablaron delante de Moisés y de los príncipes, jefes de las casas paternas de los hijos de Israel, y dijeron: Jehová mandó a mi señor que por sorteo diese la tierra a los hijos de Israel en posesión; también ha mandado Jehová a mi señor, que dé la posesión de Zelofehad nuestro hermano a sus hijas.

a. Jehová mandó a mí señor que por sorteo diese la tierra: Este pasaje es una referencia a Números 27:1-11, donde se relata que las hijas de Zelofehad estaban preocupadas porque la herencia de su padre desapareciera debido a que no había hijos en su familia.

b. Ha mandado Jehová a mi señor, que dé la posesión de Zelofehad nuestro hermano a sus hijas: Dios, a través de Moisés, declaró que si un padre no tenía hijos, la herencia debía pasar a las hijas.

2. (3-4) La solución al problema planteado con respecto a las hijas de Zelofehad.

Y si ellas se casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la herencia de ellas será así quitada de la herencia de nuestros padres, y será añadida a la herencia de la tribu a que se unan; y será quitada de la porción de nuestra heredad. Y cuando viniere el jubileo de los hijos de Israel, la heredad de ellas será añadida a la heredad de la tribu de sus maridos; así la heredad de ellas será quitada de la heredad de la tribu de nuestros padres.

a. Si ellas se casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la herencia de ellas será así quitada: Si la tierra era dada a las hijas, entonces, cuando las hijas se casaran, iría a la tribu de su esposo y no permanecería en la tribu original.

i. «No se trata de una queja o un agravio contra las mujeres per se, sino de una preocupación por la continuidad de las líneas de herencia dentro de las tribus». (Allen)

b. Así la heredad de ellas será quitada de la heredad de la tribu de nuestros padres: Resolver el problema de las hijas de Zelofehad había creado otro problema: ¿cómo mantener la propiedad en una tribu a través de las generaciones?

i. Esto ilustra un principio importante: que raramente hay soluciones perfectas a los problemas; usualmente, hay respuestas que son sacrificios en otras áreas. La madurez permite tomar y aceptar las decisiones correctas, aunque no sean soluciones perfectas y «sin costo».

ii. Cole observa que la tierra en cuestión no volvería a las tribus originales en el año del Jubileo (Levítico 25:13-55): «Los estatutos del Jubileo se aplicaban solo a la propiedad comprada y no a la propiedad que había sido heredada, como la que correspondía a las hijas de Zelofehad».

B. La respuesta de Dios al asunto de la heredad de las hijas y de las tribus.

1. (5-9) ¿Cómo mantener la tierra entre las tribus?

Entonces Moisés mandó a los hijos de Israel por mandato de Jehová, diciendo: La tribu de los hijos de José habla rectamente. Esto es lo que ha mandado Jehová acerca de las hijas de Zelofehad, diciendo: Cásense como a ellas les plazca, pero en la familia de la tribu de su padre se casarán, para que la heredad de los hijos de Israel no sea traspasada de tribu en tribu; porque cada uno de los hijos de Israel estará ligado a la heredad de la tribu de sus padres. Y cualquiera hija que tenga heredad en las tribus de los hijos de Israel, con alguno de la familia de la tribu de su padre se casará, para que los hijos de Israel posean cada uno la heredad de sus padres, y no ande la heredad rodando de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus de los hijos de Israel estará ligada a su heredad.

a. Pero en la familia de la tribu de su padre se casarán: La solución es bastante simple: si una hija en una familia recibe una herencia de tierra, debe casarse dentro de la tribu. Dado que las tribus eran lo suficientemente grandes, esto realmente no era una carga.

i. «A las mujeres se les permite casarse con quien ellas elijan, un giro sorprendente, ya que normalmente pensamos que las mujeres eran elegidas en tiempos bíblicos. Tal vez, el hecho de que heredaran tierras las convertía en agentes activos en lugar de pasivos en el matrimonio. Pero deben elegir a sus maridos dentro de sus propios clanes». (Allen)

ii. Los intereses de la mujer no siempre se tenían más en cuenta que los intereses de la tribu; la comunidad más extensa. Este principio tiene muchas aplicaciones en la actualidad, cuando los derechos e intereses de los individuos parecen considerarse mucho más importantes que los derechos de la comunidad en general.

b. Cada una de las tribus de los hijos de Israel estará ligada a su heredad: La repetición de esta frase en ambos versículos (7 y 9) es para enfatizar. Si una hija se casaba fuera de la tribu, perdía la herencia. Esto era porque la tribu tenía derechos de herencia, no solo el individuo. El derecho individual de heredad de una hija no era la única ni la mayor consideración.

i. «Y la razón principal por la cual Dios quiso preservar las tribus y familias sin mezclar era que, también, la tribu y la familia de las cuales el Mesías iba a venir, y por las que sería conocido, pudieran ser evidentes e incuestionables». (Poole)

ii. Clarke cita a Ainsworth para comentar un punto de aplicación: «Por este ejemplo, y por la ley de las herencias en la Tierra Santa, el pueblo de Dios es enseñado a retener firmemente su herencia y su derecho en Cristo por fe; para que así como el Padre lo ha hecho apto para ser partícipe de la herencia entre los santos en luz (Colosenses 1:12), así el pueblo pueda retener la fe y la gracia que ha recibido hasta el fin».

2. (10-12) La aplicación del principio a las hijas de Zelofehad.

Como Jehová mandó a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad. Y así Maala, Tirsa, Hogla, Milca y Noa, hijas de Zelofehad, se casaron con hijos de sus tíos paternos. Se casaron en la familia de los hijos de Manasés, hijo de José; y la heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre.

a. La heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre: En su caso, no solo se casaron dentro de la tribu, sino que se casaron con hijos de sus tíos paternos, sus primos. Esto, obviamente, mantuvo la heredad de la tierra dentro de la tribu e, incluso, dentro de la unidad familiar más grande.

3. (13) Conclusión del libro: En los campos de Moab, junto al Jordán.

Estos son los mandamientos y los estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.

a. Por medio de Moisés […] en los campos de Moab, junto al Jordán: El libro de Números comenzó «en el desierto» (Números 1:1). Ahora, termina en el umbral de la tierra de Canaán.

i. «En todo el libro se manifiesta el avance del propósito de Dios a lo largo del camino. Este avance no es del hombre, sino de Jehová. El libro es una revelación del procedimiento seguro de Dios hacia la realización final en la historia humana de la regeneración de la humanidad, cuyos primeros movimientos se registraron al final del libro del Génesis, cuyas fuerzas centrales se produjeron en la encarnación del Hijo de Dios, y cuyas victorias finales aún no se han producido». (Morgan)

b. Frente a Jericó: Mientras los hijos de Israel se encontraban frente a la ciudad de Jericó, debemos considerar lo que se necesitó para llevarlos de Egipto a este lugar frente a Jericó.

i. Desde su campamento en el monte Sinaí, Dios le dio a Israel la oportunidad de pasar de ser un pueblo esclavo a ser un pueblo de la Tierra Prometida. Les enseñó cómo organizarse, cómo vivir en santidad, cómo dar y cómo recibir las herramientas para avanzar hacia la Tierra Prometida. Los bendijo, les recordó su liberación y les dio su propia presencia.

ii. Luego, cuando la nación partió del monte Sinaí hacia la Tierra Prometida, se encontraron luchando con la carne; murmuraron, se quejaron, y se rebelaron; sobre todo, fallaron en entrar por fe en lo que Dios había puesto delante de ellos y una generación de incredulidad fue condenada a perecer en el desierto.

iii. Después de eso, Dios guio a la nación por unos 38 años en el desierto, con mucho movimiento pero sin progreso, soportando más episodios de rebelión y murmuración; pero, esencialmente, esperando hasta que la generación de incredulidad hubiera muerto y una generación dispuesta a confiar en Dios para hacer grandes cosas hubiera llegado a la madurez.

iv. Así que partieron hacia la Tierra Prometida nuevamente y enfrentaron los mismos desafíos de la carne; pero esta vez los enfrentaron mejor, hasta que llegaron al umbral de la Tierra Prometida.

v. Por analogía espiritual, muchos cristianos mueren en el desierto porque no confían en Dios y no entran en lo que Él les ha prometido. Tristemente, muchos cristianos viven más en el desierto que en el umbral de la Tierra Prometida.

vi. Se necesitaría una fe valiente para mover a los hijos de Israel del otro lado de Jericó hasta la Tierra Prometida. Quedarse a orillas del río Jordán es mejor que estar en medio del desierto; pero aún no es la Tierra Prometida. Llegaron hasta aquí por fe y necesitarían fe para recorrer el resto del camino, bajo el liderazgo de Josué.

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