Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor. Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo (Génesis 33:8-9).

La última vez que Jacob estuvo frente a su hermano Esaú, escuchó a su gemelo jurar que lo mataría en cuanto tuviera la oportunidad. Aquello fue suficiente para que huyera lo más lejos posible hacia el este, hasta llegar con la familia de su madre, donde finalmente tomó esposa.

El don de tener suficiente

Ahora, después de 20 años, Jacob regresaba a Canaán, consciente de que se reencontraría con Esaú. Estaba aterrorizado; no solo recordaba las amenazas de su hermano, sino que sabía que Esaú era un hombre rudo, capaz de cumplir cualquier promesa violenta.

Jacob esperaba apaciguar el temperamento de Esaú con obsequios. Según Génesis 32:13-20, su ofrenda incluía 220 cabras, 60 camellos, 40 vacas, 10 toros y 30 asnos. Después de recibirlos, Esaú finalmente se encontró con Jacob, y lo primero que le preguntó fue: “¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado?”. Los generosos regalos desconcertaron a Esaú. No los esperaba, lo que demuestra que no albergaba ningún sentimiento de superioridad sobre Jacob, ni sentía que su hermano tuviera una deuda con él.

La verdadera belleza del carácter de Esaú se revela en la frase que usó para responder a Jacob: “Suficiente tengo yo”. En un principio, rechazó el generoso regalo de su hermano, satisfecho con lo que poseía. Esaú no estaba dominado por la inquietud de acumular más y más; sabía que lo que tenía era suficiente.

Para todo creyente, es maravilloso poder decir: Suficiente tengo yo. Esta simple frase refleja el corazón de lo que Pablo describe en 1 Timoteo 6:6:  Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. Ese contentamiento piadoso es esencial, aunque difícil de alcanzar por muchas razones.

– Decir “suficiente tengo yo” solo es posible cuando el corazón está arraigado en las cosas eternas. El contentamiento es esencial, pues demuestra que vivimos con una perspectiva eterna, en lugar de estar enfocados únicamente en alimentar un nido terrenal.

– Decir “suficiente tengo yo” es difícil en nuestra cultura consumista, que alimenta la falta de contentamiento al recompensarnos por estar insatisfechos. La publicidad constantemente busca hacernos sentir incompletos si no adquirimos cierto producto o experiencia.

– Decir “suficiente tengo yo” es difícil, pues casi siempre deseamos mucho más de lo que realmente necesitamos.

Es fácil para muchos cristianos afirmar que poseen este contentamiento; sin embargo, a menudo se puede discernir con más precisión observando sus hábitos de gasto y compra. ¿Qué lugar ocupan las compras en tu vida? ¿Cómo afecta tu felicidad la pérdida de cosas materiales? ¿Hasta qué punto te brinda felicidad poseer ciertos objetos?

La paz y el contentamiento de Esaú demostraron que era un hombre notablemente bendecido, a pesar de no haber recibido la promesa de la alianza abrahámica como había esperado.

Que tengas el gran don de poder decir: “suficiente tengo yo”.

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