Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente (Génesis 37:3-4).
La historia de José comienza con una descripción de su familia conflictiva y disfuncional. Jacob (Israel) era el padre de un hogar lleno de rivalidades y competencia. Para empeorar las cosas, él tenía un claro favorito: José, el hijo que había tenido en su vejez.
Todos tenemos ideas y sueños sobre cómo debería ser una familia perfecta; sin embargo, bajo cualquier medida, la familia de José tenía muchos problemas.
Cuando era joven, su padre Jacob intentó engañar a su propio padre, Isaac, para quedarse con la herencia familiar en lugar de su hermano gemelo mayor. El plan fracasó, y Jacob tuvo que huir para salvar su vida cuando su hermano juró matarlo.
Jacob recorrió más de 320 km a pie y no volvió a ver a su padre durante más de veinte años; solo se reencontraron cuando Isaac estaba a punto de morir. No hay registro de que Jacob haya vuelto a ver a su madre.
Entre los parientes de su madre, su tío lo engañó y lo trató como a un esclavo. Jacob se casó con dos de sus primas y tomó a dos concubinas adicionales (algo así como amantes reconocidas formalmente).
Entre todas sus esposas y concubinas, tuvo doce hijos y una hija. Había constantes rivalidades y conflictos entre los muchos hijos y las cuatro madres, especialmente entre las hermanas Raquel y Lea.
Era, en resumen, una familia problemática; aun así, de ella nació José, y Dios pudo avanzar su gran plan a través de esa familia.
Es útil recordar que, como hombre, Jesús también vivió en circunstancias familiares complejas. Por milagro de Dios, su madre quedó embarazada mucho antes de casarse.
Sus padres se casaron de inmediato, mucho antes de la fecha planeada para la boda. Cuando Jesús era solo un niño, tuvieron que huir como refugiados para salvar sus vidas.
Al regresar y establecerse en Nazaret, todos conocían el extraño embarazo y el matrimonio apresurado. Jesús mismo nunca se casó, algo considerado inusual y quizá escandaloso para un rabino de 30 años.
No sabemos qué ocurrió con su padre adoptivo, José, y su madre María parecía a veces un tanto insistente. Sus propios hermanos no creían en Él y lo llamaban loco. Jesús afirmó que estar en la familia de Dios era más importante para Él que su familia biológica. Puso a su madre bajo el cuidado de uno de sus discípulos, no de sus hermanos.
El mensaje de Dios para todos es este: tu familia problemática –del pasado, presente o futuro– no significa que Dios te haya abandonado ni que una nube te cubra para siempre. Podemos confiar en que Dios trabaja en medio de familias difíciles y desordenadas. ¡No pierdas la esperanza!