Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo (2 Corintios 12:9).
Pablo era atribulado por una aflicción –un aguijón en la carne– que no se le quitaba con oración. Sin embargo, Dios tenía una respuesta para Pablo. Dios le dijo a Pablo: Bástate mi gracia. En vez de quitar el aguijón de la vida de Pablo, Dios le dio y le seguiría dando su gracia. La gracia que Dios le dio a Pablo era suficiente para satisfacer todas sus necesidades.
Para recibir esto, Pablo tuvo que creer que la gracia de Dios es suficiente. Usualmente no creemos que la gracia de Dios es suficiente hasta que creemos que nosotros somos insuficientes. Para muchos de nosotros, especialmente en la cultura americana, este es un gran obstáculo. Somos las personas que idolatramos al “hombre hecho a sí mismo” y queremos depender de nosotros mismos. Pero no podemos recibir la fuerza de Dios hasta que no conozcamos nuestra debilidad. No podemos vivir en la verdad de que la gracia de Dios es suficiente hasta que sepamos que nosotros, por nosotros mismos, no somos suficientes.
Bástate mi gracia es una gran declaración, y puedes enfatizar cualquier aspecto de esta frase.
“Bástate mi gracia”. La gracia es el favor y el amor de Dios en acción. Significa que Él nos ama y se complace en nosotros. ¿Puedes oírlo de Dios? “Mi amor es suficiente”. ¿Acaso no es verdad?
“Bástate mi gracia” ¿De quién es la gracia? Es la gracia de Jesús. ¿No basta su amor, su favor? ¿En qué fallará Jesús? Recuerda además que Jesús también sufrió aguijones; a Él le importa, y Él sabe.
“Bástate mi gracia” Te basta ahora mismo. No es que lo será algún día, sino que ahora mismo, en este momento, su gracia es suficiente. Tú pensabas que algo tenía que cambiar para que su gracia fuera suficiente. Pensaste: “Su gracia fue suficiente una vez, su gracia podría ser suficiente otra vez, pero no ahora, no con lo que estoy pasando”. A pesar de ese sentimiento, la palabra de Dios sigue en pie. “Bástate mi gracia”.
“Bástate mi gracia”. Es bastante modesto por parte de Dios describir su gracia como suficiente. Esa palabra puede usarse de algo que apenas satisface la necesidad, pero la provisión de Dios es mucho más que suficiente. La gracia de Jesús triunfante y resucitado es suficiente, ¡y más que suficiente!
“Bástate mi gracia” Me alegro de que Dios no dijera: “Mi gracia le basta al apóstol Pablo”. Me habría sentido excluido. Pero Dios lo hizo suficientemente amplio. ¡La gracia de Dios es suficiente para ti! ¿Estás más allá de ella? ¿Eres tan diferente? ¿Es tu aguijón peor que el de Pablo o peor que el de muchos otros que han conocido el triunfo de Jesús? Por supuesto que no.
Hermano, hermana: esta gracia suficiente es para ti. Por fe, recíbela en el nombre de Jesús.