More Important than Money

Más importante que el dinero

Pero Pedro dijo: —No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. (Hechos 3:6)

“¿Puedes darme algo de cambio?”

“Lo siento, no tengo”.

Al preguntan por monedas, los mendigos están acostumbrados a escuchar: “Lo siento, no tengo”.

More Important than Money

Pedro miró a un mendigo que esperaba que la gente que iba al templo, al ver que era cojo, fuera generoso con él. Con la esperanza de recibir algunas monedas de Pedro, el hombre cojo escuchó las malas noticias: “No tengo dinero”.

Pedro lo dijo de esta manera: No tengo plata ni oro. Pedro no tenía dinero pero tenía la autoridad de Jesús para sanar a los enfermos (pero lo que tengo te doy). Jesús lo había entrenado para sanar a otros (como en Lucas 9:1-6). 

Para algunas personas, decir “No tengo plata ni oro” es lo peor que podrían decir. Piensan que la iglesia está en ruinas si debe decir “No tengo plata ni oro”. Pero es mucho peor si la iglesia nunca tiene el poder espiritual para decir: “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”.

Existe una historia, tal vez cierta, de un monje humilde que caminaba con un cardenal católico romano durante un tiempo de la Edad Media cuando la iglesia católica romana estaba en su apogeo de poder, prestigio y riqueza. El cardinal señaló el opulento entorno y con satisfacción le dijo al monje: “Ya no tenemos que decir, No tengo plata ni oro”. El monje le respondió: “Pero tampoco puedes decir, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”.

Cuando Pedro y Juan no le dieron dinero, es posible que hubiéramos escuchado al hombre cojo quejarse: “No te importo. No me apoyas. Mira el lío en el que estoy”. Pero Pedro y Juan querían algo más que solo apoyar al hombre en su condición actual. Querían transformar su vida por el poder de Jesucristo resucitado.

Pedro tenía algo que dar. Él dijo: lo que tengo te doy. Pedro le dio algo del poder de Jesús al hombre cojo, pero no lo podría dar a menos que lo tuviera en su propia vida. Muchas personas desean poder decir “levántate y anda” sin haber recibido el poder de Jesús para transformar sus propias vidas.

De manera significativa, Pedro hizo esto en el nombre de Jesucristo de Nazaret. Como Nazaret no era de mucha importancia, algunas personas pensaban que era un insulto enfatizar que Jesús vino de ahí. No encajaba con una imagen de éxito. 

A Pedro no le importaba, porque tenía algo más grande que una imagen exitosa. Algo mayor que el dinero. Pedro tenía el poder de Jesús en su vida.

¿Tienes este poder tú?

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Expecting to Receive

Esperando recibir

Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: -Míranos-. Entonces él los miró atento, esperando recibir de ellos algo. (Hechos 3:4-5)

Pedro y Juan subieron al templo pero no para hacer un sacrificio, porque sabían todo lo que se había cumplido en la obra perfecta de Cristo Jesús en la cruz. En cambio, fueron durante la hora de oración (Hechos 3:1). Aparentemente, Pedro y Juan no vieron ningún problema en continuar con su costumbre judía de orar a ciertas horas del día.

Expecting to Receive

Al acercarse Pedro y Juan al templo, se encontraron con una vista familiar: un mendigo sentado en el mismo lugar, pidiendo limosna de quienes llegaban o salían de los patios del templo. Probablemente habían visto este mismo hombre muchas veces, pero esta vez el Espíritu Santo le incitó a Pedro a hacer algo diferente.

Primero, Pedro y Juan miraron al hombre cojo (fijando en él los ojos). El hombre probablemente se alegró cuando vio que lo miraron con tanta atención. La mayoría de la gente que quiere ignorar a los mendigos se asegura de no verlos a los ojos. Cuando los apóstoles miraron al hombre cojo con tanta atención, probablemente pensó que le esperaba un gran regalo.

Es por eso que el hombre cojo los miró atento, esperando recibir de ellos algo. Desde su lugar en el suelo, el hombre devolvió la mirada a Pedro y Juan; tal vez extendió su mano o una vasija para recibir dinero.

¡Esto estuvo bien! El hombre cojo hizo lo correcto al esperar recibir de ellos algo. Su expectativa era la simple creencia de que recibiría algo.

Muchas personas aún no han llegado al lugar donde realmente esperan recibir algo de Dios. Esta es la fe, simple y llanamente. Por supuesto, nuestra expectativa debe basarse en las promesas de Dios. No podemos esperar que Dios cumpla todos nuestros sueños y deseos.

Sin embargo, cuando nuestras expectativas están basadas en las promesas de Dios, podemos acudir a Él esperando recibir de Él algo.

El hombre cojo de Hechos 3 esperaba recibir algo y hubiera estado satisfecho con unas pocas monedas. Pero ese día Dios tenía algo mucho mejor para este hombre de lo que él esperaba recibir. Él hubiera estado satisfecho con mucho menos de lo que Jesús quería darle. Trabajando a través de Pedro y Juan, Jesús quería sanar al hombre de la causa de su problema y pobreza.

Tu tienes el gran privilegio de comenzar un año nuevo lleno de fe, lleno de expectativa de lo que Dios irá a hacer. Solo presta atención a las promesas de Dios para que puedas esperar las cosas correctas de Él. A menudo nos conformamos con mucho menos de lo que Dios nos quiere dar, y nuestras expectativas bajas nos roban. Prepárate para comenzar un año nuevo lleno de fe.

 

God With Him, God With Us

Dios con Él, Dios con nosotros

cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (Hechos 10:38)

La historia de Navidad está escrita en toda la Biblia. Conocemos los pasajes en las Escrituras que normalmente asociamos con la Navidad, como Lucas 2, Mateo 1 y Isaías 7 y 9. Si abrimos nuestros ojos, podemos ver la Navidad en casi todas partes.

God With Him, God With Us

Creo que podemos ver la Navidad en Hechos 10:38. En Hechos 10, Pedro viajó a Cesarea para responder a la investigación de un romano militar llamado Cornelio. El centurión Cornelio era un gentil, pero honró al Dios de Israel, y fue contado entre un grupo de gentiles conocidos como “Temerosos de Dios”. Dios habló con Cornelio y le dijo que mandara por Pedro para que el apóstol le contara las buenas nuevas, y Pedro vino.

Cuando Pedro explicó la vida y obra de Jesús a Cornelio y sus asociados, usó la frase registrada por Lucas: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él (Hechos 10:38).

Lo que Pedro dijo era cierto: Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús, comenzando (humanamente hablando) cuando por un milagro Jesús fue concebido en el vientre virgen de María. Mateo 1:18 dice que se halló que había concebido del Espíritu Santo. Humanamente hablando, la obra del Espíritu Santo comenzó cuando Jesús fue concebido en María cuando ella estaba en Nazaret.

Pedro también dijo que Jesús fue ungido con poder. Este poder fue evidente en la primera Navidad. Pensamos que no hay nada menos poderoso que un bebé recién nacido, y en este sentido, Jesús eligió venir de una manera que comparta nuestra debilidad. Sin embargo, incluso cuando era un bebé, Jesucristo tuvo el poder suficiente para atraer anuncios angelicales y la proclamación gozosa de los pastores.

Como dijo Pedro, en la vida y ministerio de Jesús, Él anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo. Jesús hizo esto en Su asociación radical con la humanidad enferma y oprimida. Jesús mismo nunca pecó de ninguna manera, pero vino como un hombre entre la humanidad herida, y eso quedó claro por la forma en que vino en todas las circunstancias que rodearon Su nacimiento en Belén.

Pedro también dijo algo maravilloso de Jesús: que Dios estaba con él. En conexión con la Navidad, no podemos escuchar esa frase sin pensar en la promesa de Isaías 7:14, que el Mesías nacería de una virgen y le pondrían por nombre Emanuel –“Dios con nosotros”–. Dios estaba con él y la venida de Jesús comprueba que Dios también está con nosotros.

¡Alégrate hoy, pues Aquel con el que Dios estaba también es con nosotros!

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The Perfect Church

La iglesia perfecta

 

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Light, Peace, and Hope for Your Christmas

Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. (Hechos 2:46-47)

En estos dos últimos versículos de Hechos 2, vemos la salud y la vitalidad de la iglesia primitiva. Nunca queremos sobre-romantizar a esos primeros cristianos, pero había algo innegablemente especial acerca de lo que se describe en Hechos 2.

The Perfect Church

– Era una iglesia unificada, perseveraban unánimes cada día.
– Era una iglesia de aprendizaje, conectada, reuniéndose cada día … en el Templo.
– Era una iglesia que honraba a Jesús, partiendo el pan, recordaban juntos la muerte de Jesús en la cruz.
– Era una iglesia conectada a la vida en casa, juntándose en las casas de cada uno.
– Era una iglesia que alegremente comían juntos, comían juntos con alegría.
– Era una iglesia que no se tomaba demasiado en serio, viviendo con sencillez de corazón.
– Era una iglesia que alababa, alabando a Dios
– Era una iglesia que atraía a otros, teniendo favor con todo el pueblo.
– Era una iglesia bendecida y en crecimiento, el Señor añadía cada día a la iglesia.
– Era una iglesia llena de la salvación de Dios, creciendo con los que habían de ser salvos.

No era la iglesia perfecta. Pronto veremos que surgen problemas en el libro de Hechos. Sin embargo, era algo especial. Algo que cada cristiano hoy en día lee y anhela experimentar, aunque sólo sea por un período.

Si has tenido una experiencia maravillosa en la iglesia como esta, alabado sea Dios por ello. No siempre es así de buena nuestra experiencia, pero hay tiempos de avance y vitalidad entre el pueblo de Dios.

¿Será que hay algo que podamos hacer para que suceda? Los tiempos de tan maravillosa vida y progreso son obra de la mano de Dios y son ordenados por Su sabiduría. No son fabricados por nuestro trabajo duro o técnicas inteligentes. Sin embargo, si anhelamos esos tiempos, hay dos áreas definidas que abordar. La primera es la oración. Si esos tiempos vienen del cielo, entonces le pedimos a Dios que envíe el verdadero renacimiento, y le pedimos que comience con nosotros. La segunda es simplemente, lo mejor que podamos, mientras Dios nos ayuda, hacer las cosas de Hechos 2:42-45:

Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.

Fueron estos discípulos fieles y enérgicos los que vieron la vida maravillosa de Hechos 2:46-47. 2 Timoteo 4:2 dice que debemos obrar para Dios “a tiempo y fuera de tiempo”. Seremos fieles pase lo que pase, pero no hay duda: a tiempo se siente mejor. ¡Que Dios lleve a nuestras iglesias a las temporadas como en Hechos 2:46-47!

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Community Not Communism

Comunidad, no comunismo

Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. (Hechos 2:44-45)

Había algo especial acerca de la iglesia primitiva. No eran perfectos, pero existía una vida espiritual, valor y un verdadero sentido de comunidad entre ellos que sirve como un ejemplo para los creyentes desde su tiempo.

Estos dos versículos describen muy bien este punto. Leemos que todos los que habían creído estaban juntos. Había una comunidad y unidad impresionantes entre los creyentes. Leemos en Hechos 2:41 que entre el pueblo judío reunido en ese día de Pentecostés, unos 3,000 respondieron a la predicación de Pedro. Muchos de esos 3,000 creyentes habían viajado desde muy lejos para llegar a Jerusalén para el día de Pentecostés como peregrinos.

Community Not Communism

Estos visitantes se arrepintieron, creyeron y fueron bautizados. Luego, no siguieron sus propios caminos, sino que querían crecer en su fe y seguir a Jesús, así que todos los que habían creído estaban juntos.

Los judíos de ese día tenían una gran costumbre de hospitalidad durante cualquier fiesta importante como la de Pentecostés. Los visitantes eran recibidos en casas particulares y nadie podía cobrar por alojar a un visitante, o por suplir sus necesidades básicas. Los primeros cristianos tomaron esta costumbre de hospitalidad durante las fiestas y la convirtieron en costumbre de todos los días.

No solo compartieron sus vidas; también compartieron sus posesiones materiales. Leemos que tenían en común todas las cosas. Muchos de los 3,000 eran visitantes que no tenían trabajo. Pero los cristianos compartieron y se ayudaron unos a otros. La primera familia de cristianos tuvo que compartir si querían sobrevivir.

Ha habido más de unas pocas personas que afirman que esta fue una expresión temprana del comunismo o “comunismo cristiano”. Yo creo que esta declaración es peligrosa y engañosa. Esta situación era diferente del comunismo en al menos dos formas importantes. Primero, fue voluntario. Nadie forzó a los creyentes a vender sus propiedades y sus bienes y repartirlo a todos. Esto fue voluntario y dirigido por el Espíritu Santo.

El colectivismo forzado, en forma de comunismo o muchas formas de socialismo, ha sido un gran mal en el mundo. El objetivo de un mundo mejor a través del colectivismo forzado fue la pretendida justificación del asesinato de hasta 100 millones de personas en el siglo XX.

La otra diferencia es que esto fue temporal. No tenemos ninguna evidencia que esto haya continuado por mucho tiempo. En cambio, fue la respuesta espontánea a una necesidad inmediata.

Sin embargo, hay algo maravilloso que vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.

El poder de Dios fue evidente entre ellos porque Jesús se volvió mucho más importante para ellos que sus posesiones. Fue una verdadera comunidad.

Todos queremos este tipo de comunidad, ¡suena maravilloso! Hoy, pídele a Dios que comience contigo y te dé un corazón que comparte.

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Evidence of God's Power

Evidencia del poder de Dios

Sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. (Hechos 2:43)

Muchos de nosotros nos preguntamos ¿cómo sería vivir durante algunos de los grandes acontecimientos de la historia? Pensamos en batallas trascendentales, avances, inventos, triunfos y tragedias e imaginamos como pasó todo de primera mano.

La vida de la iglesia antigua es una de esas épocas que desearía poder volver y tener en la vida real. Hay una emoción inexplicable al leer lo que sucedió en Hechos 2; sería increíble tener esa experiencia en la vida diaria, incluso si solo sea por una temporada corta.

Evidence of God's Power

Aquí en Hechos 2:43 menciona dos características importantes de este tiempo emocionante. Primero, leemos que sobrevino temor a toda persona. Me gusta la Nueva Traducción Viviente de esta frase: Un profundo temor reverente vino sobre todos ellos. Esto en sí mismo era evidencia del poder de Dios. Estas personas que una vez rechazaron a Jesús habían cambiado completamente de opinión acerca de Él. Ahora aceptaron a Jesús como Mesías, Salvador y Señor. Por lo tanto, honraron a Jesús y a sus seguidores.

Una de las obras más grandes y poderosas que Dios puede hacer es cambiar el corazón humano hacia un honor reverente de Dios. Este temor que sobrevino a toda persona (o sensación de asombro) significa que no fue un trabajo ligero y superficial. Había alegría, pero no todo era risas y tonterías. La gente entendió que un Dios maravilloso estaba haciendo una obra poderosa.

También leemos que muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Cuando Jesús ascendió al cielo, no había terminado de hacer milagros en la tierra. Creo que aún hoy Dios no ha terminado de hacer milagros. No tenemos ninguna indicación de que esto signifique que incluso los apóstoles podrían “realizar” un milagro en cualquier momento que quisieran, como si el poder del milagro descansara en ellos. En cambio, vemos que Dios dispuso que tales milagros ocurrieran, y los apóstoles fueron los siervos dispuestos a hacer tales milagros.

Estas dos cosas: las vidas cambiadas (sobrevino temor a toda persona) y las obras milagrosas (muchas maravillas y señales) fueron evidencia del poder de Dios.

Cuando miro al mundo cristiano de hoy, veo a muchas personas entusiasmadas con las señales y maravillas y cosas tan obviamente asombrosas. Entiendo porque; cuando se trata de milagros genuinos que verdaderamente dan gloria a Dios, ¡quiero ver más de ellos!

Simplemente desearía que más cristianos quisieran que el temor sobrevino a cada persona, ¡incluso su propia alma! Creamos en Dios por las grandes cosas y dejemos que Él se encargue del departamento de milagros. Sin embargo, cada uno de nosotros puede presentarse humildemente ante Él con asombro y temor reverente. Hagámoslo hoy.

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A Healthy Church

Una iglesia sana

Todos se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles, de compartir lo que tenían, de partir el pan y de participar en la oración.  (Hechos 2:42)

Fue uno de los días más maravillosos de la historia de la iglesia, o de toda la historia: el día de Pentecostés, el día del nacimiento de la iglesia. En ese día se agregaron 3,000 almas a los 120 creyentes originales que existían después de que Jesús ascendió al cielo.

En Pentecostés, el viento recio, las lenguas de fuego, la predicación de Pedro y la conversión de 3,000 almas fueron todos eventos notables. Pero las cosas descritas en Hechos 2:42 fueron el legado permanente de la obra de Dios. Leemos que se mantenían constantes en las cosas que son fundamentales en toda iglesia sana.

A Healthy Church

Primero, se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles. Esto significa que confiaron en los apóstoles para que les enseñaran quién era Jesús y qué había hecho. Acababan de confiar en Jesús; ahora querían saber más y por lo tanto se mantenían constantes en la verdad. No se despegarían de la enseñanza de los apóstoles, porque era la verdad de Dios.

Que bendición que Dios nos deja conocer la enseñanza de los apóstoles hoy, por medio del nuevo testamento. Cada maestro/a de la Biblia debe esforzarse en ser poco original en el sentido de que no tenemos nuestra propia doctrina, sino la doctrina de los apóstoles.

Luego, se mantuvieron constantes en compartir lo que tenían. La palabra griega koinonia (traducida aquí como compartir) lleva la idea de asociación, comunión, compañerismo y participación; significa compartir en algo.

La vida cristiana debe estar llena de compañerismo, de compartir unos con otros.

– Compartimos el mismo Señor Jesús.
– Compartimos la misma verdad que guía nuestra vida.
– Compartimos el mismo amor por Dios.
– Compartimos el mismo deseo de alabar a Jesús.
– Compartimos las mismas luchas.
– Compartimos las mismas victorias.
– Compartimos el mismo deber de vivir para Jesús.
– Compartimos el mismo gozo de compartir el evangelio.

También se mantuvieron constantes en partir el pan. A pesar de que vivieron tan cerca del tiempo en que Jesús fue crucificado, no querían olvidar lo que Él había hecho el la cruz. ¿Cuánto más importante es para nosotros no olvidar?

Finalmente, se mantuvieron constantes en la oración. Siempre que se realiza la obra de Dios, el pueblo de Dios se reúne para orar y adorar. El texto original aquí tiene el sentido de “las oraciones”, hablando de servicios organizados para que el pueblo de Dios adore, ore y escuche la palabra de Dios.

Estas cuatro cosas: la enseñanza de los apóstoles, compartir, partir el pan y la oración fueron una base para la salud de la iglesia primitiva. Todo lo que leemos sobre el poder y la gloria de esos primeros cristianos fluye de esta base sólida.

Que seas lo suficientemente bendecido para pertenecer a una congregación con este fundamento, y que hagas lo que puedas para fortalecer ese fundamento, edificando solo sobre él. Hoy, de cualquier manera que Dios te de la oportunidad, encuentra la manera de buscar de estas cosas.

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To All Who Are Afar Off

Para todos los que están lejos

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. (Hechos 2:38-39)

Mientras predicaba a la multitud, Pedro les dijo todo lo que debían hacer: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros. Después de decirles que se arrepintieran y se bautizaran, Pedro les dijo lo que podían esperar: recibiréis el don del Espíritu Santo.

En otras palabras, el mismo derramamiento maravilloso del Espíritu Santo que se había visto entre los 120 discípulos de Jesús también podría ser de ellos. Habían visto la obra gloriosa del Espíritu Santo entre los discípulos, y Pedro les dijo que era algo en lo que ellos también podían participar; no tenían que ser simple observadores. Esto era parte del nuevo pacto, prometido en pasajes como Ezequiel 36:27: Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu. Esto era realmente el don del Espíritu Santo.

To All Who Are Afar Off

Es una promesa extraordinaria, pero ¿fue solo para aquellos que escucharon a Pedro predicar ese día? No cada promesa en la biblia es para nosotros. Debemos tener cuidado de no volvernos arrogantes o presuntuosos, pensando que las promesas son para nosotros cuando no lo son.

La buena noticia es que Pedro, hablando por inspiración del Espíritu Santo, nos dijo específicamente que esta promesa es para nosotros también. Para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos. Cuando Pedro habló de esta promesa, tu estabas lejos. Estabas lejos geográficamente, lejos culturalmente y lejos en el tiempo. Dado que la promesa es para todos los que están lejos, puede incluir a personas hasta el día presente.

Puede ser cierto para ti. Si vienes a Dios a través de Cristo Jesús, en arrepentimiento y fe (fe verdadera que se expresará en acciones como el bautismo), serás parte del nuevo pacto de Dios.

Pedro no les dijo a sus oyentes que sus hijos incrédulos debían ser bautizados. Simplemente dijo que la promesa del perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo era para todos los que se arrepintieran y creyeran con fe activa, incluso para las generaciones por venir y para todos los que están lejos.

¿Cuántos están lejos que recibirán esta promesa de salvación y el Espíritu Santo? Todos los que el Señor nuestro Dios llamare. No nos da un número especifico, pero Juan vio una multitud incontable alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 7:9). Cualquiera que responda al llamado de Dios puede recibir esta promesa, y ya no estará lejos, sino que ahora estará cerca (Efesios 2:13).

Hoy, dale gracias a Dios que aunque una vez estuviste lejos, ¡te ha traído cerca!

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Baptism in the Name of Jesus

Bautismo en el nombre de Jesús

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:38)

Con audacia asombrosa, Pedro predicó a una multitud reunida durante la fiesta de Pentecostés. Primero, les explicó que los eventos inusuales de ese día eran evidencia del derramamiento del Espíritu Santo. Pedro les dijo que el Espíritu había sido derramado porque Jesús el Mesías había venido y completado Su obra, pero también había sido rechazado por la mayoría de su pueblo. Pedro llamó a sus compañeros judíos a rendir cuentas por la forma en que rechazaron a su Mesías, y su respuesta fue notable. Le preguntaron a Pedro: ¿Qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. Su primera palabra a ellos fue arrepentíos, pero sus siguientes palabras también fueron importantes, diciéndoles bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo.

Baptism in the Name of Jesus

Para estos judíos, el que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo sería una expresión de su fe y completa confianza en Jesús. El pueblo judío estaba completamente familiarizado con los lavados ceremoniales. El área del templo tenía varios mikveh, estanques de agua que se usaban para la inmersión ritual. Estos lavados ceremoniales eran una parte habitual de la vida religiosa judía.

En este día, Pedro les dijo que hicieran un mikvah diferente, bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. Ve al agua para una limpieza ceremonial de tu pecado, pero hazlo en el nombre de Jesús el Mesías. Reconoce que Él es quien verdaderamente te limpia de tus pecados, y lo hace porque Él tomó la culpa y el juicio que merecías. Pedro ya había explicado a la multitud sobre la crucifixión de Jesús; ahora necesitaban confiar en ese trabajo para ser limpios.

Pedro no presentó el bautismo como una opción, o como algo de lo que pudieran esperar a realizar en unos años. Necesitaban ceder de depender en las ceremonias del templo para la limpieza del pecado y comenzar a recibirla en el nombre de Jesucristo.

Algunos cristianos piensan que el bautismo es algo que hacemos por Dios, y otros piensan que es algo que Dios hace por nosotros. En verdad, es algo de ambos. Ciertamente, el bautismo es algo que hacemos, Pedro les tuvo que decir: bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo. Al mismo tiempo, el bautismo representa lo que Dios hace en nosotros cuando ponemos nuestra confianza en la persona y obra de Jesús: nuestros pecados son perdonados, limpiados.

La Biblia nos dice que los seguidores de Jesús deben bautizarse en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados.

¿Has obedecido? Si lo has hecho, ¡dale gracias a Dios por enviar a Jesús para lavarte de tus pecados!

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The Preacher's First Word - Repent

La primera palabra del predicador

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:38)

Cuando una multitud le pregunta a un evangelista “¿Qué haremos?”, un buen evangelista no perderá la oportunidad de decirles que respondan a Jesucristo. Eso es exactamente lo que sucedió en Hechos 2 cuando Pedro predicó a la multitud durante la fiesta de Pentecostés.

Pedro debió haber estado gratamente asombrado al ver lo que Dios había hecho en esta situación. En lugar que la gente quisiera crucificarlo por causa de Jesús, miles de personas querían confiar en Jesús como su Señor y Mesías.

The Preacher's First Word - Repent

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros. Respondiendo a la pregunta que le habían hecho, ¿qué haremos? (Hechos 2:37) Pedro les dio algo que hacer. Esto significa que debemos hacer algo para recibir la salvación, debemos hacer algo para seguir a Jesús; no es algo que simplemente sucede.

Pedro no le dijo a la multitud: “No hay nada que puedan hacer ustedes. Si Dios te salva, eres salvo. Si Dios no te salva, nunca serás salvo”. Aunque es cierto que solo Dios puede salvar, la gente tenía que recibir a través del arrepentimiento y la fe, la fe que resultaba en acción, como el bautismo.

Lo primero que Pedro les dijo que hicieran fue arrepentíos. Arrepentirse no significa sentir pena, sino cambiar de dirección o de opinión. Ellos habían pensado de cierta manera acerca de Jesús, considerándolo digno de morir en una cruz. Ahora debían cambiar su forma de pensar, aceptando a Jesús como Señor y Mesías.

Arrepentíos suena como una palabra tan dura en la boca de muchos predicadores y en los oídos de muchos oyentes, pero es un aspecto esencial del evangelio. Arrepentíos ha sido llamada “la primera palabra del predicador”.

Cuando Juan el bautista predicó, dijo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 3:2). Cuando Jesús comenzó a predicar, dijo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Ahora, cuando Pedro comenzó a predicar, comenzó con arrepentíos.

El arrepentimiento nunca se debe pensar como algo que debemos hacer antes de poder regresar a Dios. El arrepentimiento describe lo que es venir a Dios. No puedes volverte hacia Dios sin apartarte de las cosas contra las que Él está.

No nos podemos arrepentir a menos que Dios obre en nosotros (2 Timoteo 2:25), pero Dios no se arrepentirá pornosotros. Dios obra en y a través de la voluntad humana, y una persona debe responder a la invitación de Dios (a menudo a través de un predicador) y decir: “Ahora me arrepentiré”.

El arrepentimiento debe estar presente al empiezo de nuestro caminar con Dios, pero no termina ahí. Debemos seguir arrepintiéndonos, mientras Dios nos enseña más y más como estar bien con Él. Hoy, piensa en cómo el arrepentimiento puede ser un trabajo continuo en tu vida.

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