Consuelo mayor que la muerte
Tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová… Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. (2 Reyes 22:19, 20)
El joven rey Josías lideró un avivamiento significativo en los últimos días del reino de Judá. Tuvo el celo de reparar y restaurar el templo, y cuando hicieron ese trabajo descubrieron el libro olvidado de la ley: la palabra de Dios a través de Moisés y otros libros tempranos del Antiguo Testamento.
Cuando Josías escuchó el mensaje de esos libros, sintió inmediatamente la convicción de su pecado. Estaba claro cuán lejos se habían alejado del camino de Dios, y él rasgó su ropa y lloró como si alguien querido hubiera muerto. Josías no se detuvo ante un sentimiento de tristeza, sino que buscó ver lo que la palabra de Dios le diría. Buscaron a la profetisa Huldah, y ella le dijo que el juicio vendría sobre Judá por todos sus grandes pecados contra Dios y el pacto que Israel hizo con Él.
Esa fue una mala noticia; sin embargo, había buenas noticias también. Dios hizo algunas promesas reconfortantes a Josías, porque su corazón era tierno. El corazón de Josías se enterneció de dos maneras. Primero, fue tierno a la palabra de Dios y pudo recibir la voz convincente del Espíritu Santo. Segundo, era sensible al mensaje de juicio de Huldah descrito en los versículos anteriores.
Este fue el consuelo de Dios para Josías: serás llevado a tu sepulcro en paz. Es cierto que Josías murió más tarde en la batalla (2 Reyes 23: 28-30), hay al menos tres formas en que esto fue cierto.
– Josías murió antes que el gran desastre espiritual y el exilio llegó a Judá.
– Josías se reunió con los espíritus de sus padres, que estaban en paz.
– Josías murió a favor de Dios, aunque fue por la mano de un enemigo.
El consuelo de Dios se agregó a Josías cuando dijo: no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Esta fue la misericordia de Dios con Josías. Su propia piedad y su corazón tierno no podían detener el juicio de Dios, pero podrían retrasarlo. El juicio inevitable a veces se retrasa debido a los tiernos corazones del pueblo de Dios.
Supongo que alguien podría decir: “¿Qué consuelo fue todo esto? Josías murió de todos modos, y el juicio todavía vino sobre el reino de Judá”. Esa objeción olvida que nuestro destino común es morir, nadie puede escapar de eso. Sin embargo, Dios puede mostrar misericordia y amabilidad tanto en el tiempo como en las circunstancias de nuestro fallecimiento.
Josías nos muestra que nuestro humilde arrepentimiento nunca es para nada. Dios siempre encuentra una manera de acercarse a quienes se acercan a Él y de bendecir a quienes lo buscan.
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