Y volvió a abrir Isaac los pozos de agua que habían abierto en los días de Abraham su padre, y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham; y los llamó por los nombres que su padre los había llamado. Pero cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle, y hallaron allí un pozo de aguas vivas (Génesis 26:18-19).
En Génesis 26, Abraham ha dejado la escena y su hijo Isaac ha tomado su lugar. Así es como la obra de Dios siempre ha avanzado a lo largo del tiempo: una generación pasa, otra ocupa su lugar, y Dios sigue adelante con su plan. La manera en que esas generaciones se conectan entre sí es significativa, y las acciones de Isaac en Génesis 26 ofrecen un ejemplo tanto práctico como espiritual de cómo una generación más joven puede relacionarse con una anterior.
Leemos que Isaac volvió a abrir los pozos de agua que habían abierto en los días de Abraham. En otras palabras, regresó a los mismos recursos que habían sustentado a su padre y todo lo que poseía (Génesis 21:25-31). Hizo falta fe, trabajo y compromiso para volver a desenterrar esos pozos, pero Dios proveyó gracias a la diligencia de Isaac.
Para los pastores nómadas, el agua representaba la vida misma. En ciertas épocas del año, ni los humanos ni los animales podían sobrevivir sin el agua de los pozos. Estos pozos no eran un lujo, sino una necesidad.
Esta es una poderosa ilustración de la vida en el espíritu. Los recursos espirituales que sostuvieron a las generaciones pasadas siguen estando disponibles hoy, si los buscamos con fe, esfuerzo y compromiso. Si consideramos esta imagen como una metáfora espiritual, podríamos decir que los pozos de paz, poder, gracia, sabiduría y transformación están al alcance del creyente actual, tal como lo estuvieron para las generaciones anteriores. La verdadera cuestión es si la generación presente tendrá la fe, el esfuerzo y la determinación de volver a cavar esos pozos.
Especialmente en nuestra era moderna, es fácil caer en la creencia de que poseemos o necesitamos recursos distintos y superiores a los de nuestros antepasados espirituales. Nos dejamos seducir con facilidad por lo último y supuestamente mejor, por lo que es nuevo y resplandeciente. Sin embargo, esas ideas son peligrosas y contraproducentes. Hay antiguos caminos por los que debemos transitar, viejos pozos que necesitamos volver a cavar.
Querido hermano o hermana, reflexiona en esto: la fe que sostuvo a Atanasio, Hus, Wycliffe, Wesley y Graham está disponible para ti hoy. Es como un antiguo pozo sellado, capaz de proveer si lo buscamos y lo excavamos. En esta analogía espiritual, debemos seguir el ejemplo de Isaac y volver a cavar esos pozos.
Luego, vemos una bendición especial: Isaac descubrió un pozo de aguas vivas. Al parecer, Isaac encontró algo que Abraham no había hallado. Se trataba de la mejor clase de pozo: uno con aguas vivas. Esta era la provisión más extraordinaria, y le llegó a Isaac al acceder a los mismos recursos que una vez disfrutó su padre Abraham.
A medida que vuelvas a cavar los antiguos pozos y recorras los viejos senderos, Dios te guiará hacia fuentes frescas de provisión espiritual, ¡un regalo adicional de su gracia!
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