¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén (Romanos 11:33-36).

Esta es la conclusión triunfante de Pablo a la consideración de Israel en el lugar del plan eterno de Dios. Al pensar en el gran plan de Dios para las edades, Pablo prorrumpe en alabanzas. Pablo se da cuenta de que los caminos de Dios son inescrutables, y la sabiduría y el conocimiento de Dios nos sobrepasan.

De Él, por Él, y para Él

Sólo Dios posee esta profundidad de las riquezas. La sabiduría y la ciencia de Dios nos sobrepasan, y siempre debemos hablar con humildad de nuestro conocimiento de su consejo y sus decretos. Las citas de Isaías 40:13 y Job 41:11 ponen de relieve la sabiduría y la conducta soberana de Dios; nadie puede poner a Dios en deuda con ellos. Puedes intentarlo todo lo que quieras, pero no puedes superar lo que Dios te da. Él nunca necesitará pagar una deuda a nadie.

Aunque no podemos llegar a la profundidad de la sabiduría y la ciencia de Dios, descansamos sabiendo que Él tiene todas las cosas bajo su cuidado. Es dicho con palabras tan sencillas, que podemos perder el poder de la verdad que de él, y por él, y para él, son todas las cosas.

El gran plan de Dios es completamente de Él. Este plan vino de Dios. No fue idea del hombre. Nosotros no dijimos, “He ofendido a Dios y debo encontrar un camino de regreso a Él. Trabajemos en un plan para volver a Dios”. En nuestra apatía espiritual y muerte, no nos importó un plan, e incluso si nos importara no somos lo suficientemente inteligentes o sabios para hacer uno. Todo es de Él.

El gran plan de Dios es todo por Él. Aunque tuviéramos el plan, no podríamos hacerlo realidad. No podríamos liberarnos de nuestra propia prisión de pecado y ego. Sólo podría suceder por Él. La gran obra de Jesús a nuestro favor es el por Él que trae salvación.

El gran plan de Dios es todo para Él. En última instancia, no es para mí, no es para ti, es todo para Él. Todo es para alabanza de la gloria de su gracia (Efesios 1:6). Hemos sido creados para agradarle a Él, y nuestra realización consiste en darle gloria y honor.

Al final de todo, sólo podemos decir esto de Dios: A él sea la gloria por los siglos. El hecho de que no podamos comprender a Dios nos hace glorificarlo aún más. Cuando entendemos un poco de la grandeza de Dios, lo adoramos aún más apasionadamente.

Si te encuentras atrapado en las arenas movedizas de una vida egocéntrica, recibe con alegría la verdad liberadora: todas las cosas son de Él, por Él y para Él.