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Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada (Isaías 7:14-16).

Isaías exhortó a los gobernantes de Judá. No solo trataban mal a las personas, sino que mostraban un desprecio aún mayor hacia el Señor. Para reprender su falta de confianza, Isaías anunció una señal. Esa promesa se convertiría en una de las profecías más conocidas de la Biblia: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Además de ser célebre, este pasaje de Isaías 7 ilustra un principio clave de la profecía: esta puede tener tanto un cumplimiento cercano como uno lejano.

Emanuel

El cumplimiento cercano de esta profecía se centra en Acaz, Jerusalén y el ataque de Israel y Siria. Para Acaz, la señal apuntaba a un lapso: antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada. En términos sencillos, Dios le prometió una señal que aseguraba que, en pocos años, tanto Israel como Siria serían derrotados. Era una garantía de liberación para Acaz.

El cumplimiento lejano o definitivo de esta profecía trasciende la historia de Acaz y anuncia la concepción milagrosa y el nacimiento de Jesucristo.

Sabemos que este pasaje se refiere a Jesús porque el Espíritu Santo lo declara explícitamente en Mateo 1:23.

Sabemos que este pasaje apunta a Jesús porque la profecía no se dirige solo a Acaz, sino a toda la casa de David (Oíd ahora, casa de David).

Sabemos que este pasaje habla de Jesús porque dice: la virgen concebirá, y esa concepción sería una señal para toda la casa de David. Mientras que el cumplimiento cercano se refiere a una joven que daría a luz, el cumplimiento lejano o definitivo alude claramente a una mujer que concebiría y daría a luz de manera milagrosa. Por el poder de Dios, Jesús fue concebido por una virgen.

Sabemos que este pasaje se refiere a Jesús porque dice que será conocido como Emanuel, que significa “Dios con nosotros”. Esto no fue solo un título, sino una realidad en Jesús. Emanuel expresa tanto la deidad de Jesús (Dios con nosotros) como su cercanía e identificación con la humanidad (Dios con nosotros).

Jesús es verdaderamente Emanuel, Dios con nosotros. Este es el gran mensaje de la Navidad: que Dios el Hijo asumió nuestra humanidad y anduvo entre nosotros. Compartió plenamente la experiencia humana porque era completamente humano. Aunque, hasta donde sabemos, Jesús nunca fue llamado “Emanuel”, cumplió a la perfección el significado de ese nombre.

Confiar en Jesucristo te permite descansar en esta maravillosa verdad: Jesús es Dios contigo.

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