Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual esta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo (Génesis 21:9-10).
Dios cumplió milagrosamente su promesa a Abraham y Sara, quienes, en su vejez, tuvieron un hijo al que llamaron Isaac. El nombre Isaac significa “risa”, y originalmente fue una reprimenda a la risa de incredulidad de Abraham y Sara ante la promesa de Dios (Génesis 17:17-19 y 18:12-15). Sin embargo, Dios transformó esa amable reprimenda en motivo de alegría.
A medida que Isaac crecía, su hermanastro mayor, Ismael, lo trataba con dureza. Aunque compartían a Abraham como padre, Isaac era hijo de Sara, mientras que Ismael era hijo de Agar, una sierva egipcia. Ismael, siendo considerablemente mayor que Isaac —probablemente unos 13 años mayor—, se burlaba de su hermanastro menor.
A Sara, la madre de Isaac, eso no le gustó nada. Como era de esperar de una madre, defendió a su hijo y exigió a Abraham que expulsara a Agar y a su hijo Ismael de la casa. Lo que para otros podría parecer cruel o excesivo, tenía sentido desde la perspectiva de una madre que protege a su hijo.
Más aún, Dios tenía un plan en todo esto. Siguiendo la insistencia de Sara y la dirección divina, Abraham despidió a Agar y a Ismael. Así, los dos medios hermanos no crecieron juntos. Sin embargo, Dios preservó, protegió e incluso prosperó a Ismael y a su descendencia. Dios tiene un propósito específico para los descendientes de Abraham a través de Ismael.
Esto es más que una historia de persecución, obediencia y fidelidad de Dios. En Gálatas 4:22-29, el apóstol Pablo utilizó este conflicto como ilustración del conflicto entre los nacidos de la promesa y los nacidos de la carne.
En Gálatas 4, los legalistas judíos que molestaban a los cristianos gálatas argumentaban que ellos eran hijos de Abraham y, por lo tanto, merecían bendiciones. Pablo reconoció que sí eran hijos de Abraham, pero los comparó más con Ismael que con Isaac. Los legalistas afirmaban tener a Abraham como padre, pero Pablo cuestionó quién era su madre: ¿Agar o Sara?
Ismael nació de una esclava, resultado de los esfuerzos humanos y fuera de la promesa de Dios. En cambio, Isaac nació de una mujer libre y según la generosa promesa de Dios.
Pablo utilizó esta analogía porque los legalistas entre los cristianos de Galacia promovían una relación con Dios basada en la esclavitud y en los esfuerzos humanos, en lugar de confiar en la promesa de Dios. El verdadero evangelio de la gracia ofrece libertad en Jesucristo y se recibe por fe.
La lección aquí no es que Dios odiaba a Ismael. Dios lo bendijo, e Ismael tenía un propósito importante en el plan divino. La verdadera lección es que la promesa de Dios siempre prevalece sobre los esfuerzos humanos. Vive hoy confiando en el poder de Su promesa.
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