Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente (Génesis 2:7).

En el último día de la creación, el sexto día, antes de que Dios descansara de su obra como Creador en el séptimo día, Él creó al hombre (Génesis 1:26-31). Génesis 2 nos detalla cómo Dios formó al hombre a partir del polvo de la tierra.

Humanidad humilde pero exaltada

El versículo establece claramente que Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Al crear al hombre, utilizó los elementos más básicos, es decir, el polvo de la tierra. No hay nada “espectacular” en la composición del hombre; la grandeza radica en cómo estos elementos simples están organizados. Dios combinó estas simples sustancias de manera tan ingeniosa que resultó en la maravilla del cuerpo humano (Salmo 139:14), una creación realmente formidable.

Cuando la Biblia usa “polvo” en un sentido figurado o simbólico, usualmente implica algo de poco valor, asociado a la humildad y la insignificancia. En la Biblia, el polvo no es malo, ni tampoco nada; pero es casi nada.

Cuando Abraham se refirió a sí mismo como polvo y ceniza, destacó su humildad (Génesis 18:27). Ana, al agradecer a Dios por haberla levantado, proclamó que Él levanta del polvo al pobre (1 Samuel 2:8). Cuando Dios habló al rey Jehú de Israel sobre sus modestos orígenes, Jehová dijo que lo había levantado del polvo para convertirlo en gobernante (1 Reyes 16:2).

Dios realizó algo maravilloso con aquel humilde polvo. Sopló en Adán el aliento de vida. Con este aliento divino, el hombre se convirtió en un ser viviente, al igual que otras formas de vida animal. En Génesis 1:20-21, los animales son descritos como criaturas vivientes, y la misma frase se aplica a Adán como un ser viviente. Sin embargo, solo el hombre es un ser viviente hecho a imagen de Dios (Génesis 1:26-27).

En hebreo, la palabra utilizada para ‘aliento’ es ‘ruach’, que imita el propio sonido de la respiración. Curiosamente, esta palabra también puede traducirse como ‘espíritu’. Así, Dios creó al hombre infundiendo su aliento, su Espíritu, en él. Al soplar parte de su propio aliento en la humanidad, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza

Estimado amigo, en cierto sentido, eres una colección de sustancias químicas bastante comunes y no muy costosas. Según algunos cálculos, el valor de todos los productos químicos y compuestos presentes en el cuerpo humano (como oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, calcio, fósforo, etc.) es inferior a 600 dólares. Si bien esto es algo, para muchas personas no se consideraría una fortuna.

En un sentido más amplio, tu valor es tan inmenso que resulta difícil de comprender. Eres tan valioso que Jesucristo entregó su vida por ti como demostración de su amor.

¿Qué es lo que hace que la humanidad sea tan valiosa? Es el aliento de Dios que nos da la vida, creándonos a su imagen. Por tanto, hoy debemos apreciar tanto nuestra humildad como nuestro gran valor ante Dios, ¡porque ambas cosas son ciertas!

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