Después de esos días, hechos ya los preparativos, subimos a Jerusalén (Hechos 21:15).
Pablo y sus compañeros se dirigían a Jerusalén. Habían recorrido un largo camino, principalmente a través del Mar Mediterráneo. Ahora estaban en la última parte de su viaje, yendo desde Cesarea, en la costa, hacia el interior, a Jerusalén.
Lucas viajaba con Pablo, lo cual se indica con el uso de “subimos” en esta frase. Al escribir sobre esta parte del viaje, Lucas menciona un detalle pequeño, pero, en mi opinión, significativo. Él señaló: “hechos ya los preparativos”. Esto es llamativo porque se trataba del final de un largo viaje, pero Lucas no había mencionado antes que habían hecho preparativos. Navegaron de Mileto a Cos, de Cos a Rodas, de Rodas a Pátara, de Pátara a Tiro, de Tiro a Tolemaida, y finalmente de Tolemaida a Cesarea. Hicieron preparativos en cada paso del camino, pero Lucas nunca lo menciona. Sólo lo hizo aquí, cuando se preparaban para dejar Cesarea e ir a Jerusalén.
Esto me hace pensar que era la primera vez que Lucas visitaba Jerusalén, y como cualquier seguidor de Jesús, estaba emocionado. Sabía que ésta era la famosa Ciudad de David, el lugar del gran templo y el sitio donde Jesús enseñó, hizo milagros, murió, resucitó y ascendió al cielo. Lucas pensó que cada detalle de esta última parte de su largo viaje era emocionante, y como un turista emocionado, incluso mencionó: hicimos los preparativos.
Hay algunas otras cosas que considerar acerca de “hechos ya los preparativos”.
Nos muestra que Dios ama el orden y hacer preparativos es simplemente ordenar lo que tenemos en preparación para el viaje. Dios es un Dios de orden y planificación, y nuestro deseo de tener las cosas en orden refleja su imagen en nosotros. Nunca debemos hacer ídolos del orden y la organización, pero es esencial tenerlos en cuenta porque Dios está lleno de orden y organización.
Nos muestra que es sabio prepararse para el lugar al que nos dirigimos. Pablo, Lucas y los demás que viajaban con ellos sabían que hacer preparativos les ayudaría a estar preparados para su viaje a Jerusalén y su estancia allí. Por lo tanto, tuvieron la previsión de hacer preparativos cuidadosamente. El mismo principio es válido para nosotros. Todos tenemos una cita con el futuro. Esto es cierto para el futuro cercano, y es sabio que nos preparemos para lo que nos espera en esta vida.
Es aún más válido para nuestro futuro eterno. Cada uno de nosotros tiene una cita con la eternidad, de la que nadie escapa. Lo mejor sería que hicieras los preparativos para ese viaje. Dedica tu atención a las cosas eternas desde ahora.
Eso significa:
– Atención a la Palabra de Dios, que es eterna.
– Atención a las personas, que son eternas.
– Atención a la generosidad, el envío de tesoros por adelantado al cielo.
Antes de que vayas a la Nueva Jerusalén, asegúrate de que has empacado y has hecho preparativos para el viaje. ¿Estás preparado?