Orar por problemas
Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús (Hechos 4:29-30).
La oración es mucho más que pedirle cosas a Dios. A veces tenemos el mal hábito de pensar que si no le pedimos a Dios que haga algo, en realidad no estamos orando. Pero la oración puede y debe ser rica en alabanza, acción de gracias, declarar la gloria de Dios, escuchar a Dios, disfrutar de su presencia, adoración humilde y más.
Si bien la oración es más que pedirle cosas a Dios ¡no está mal pedirle a nuestro Padre que está en el cielo por Su ayuda, guía, empoderamiento y bendición! En Hechos 4, los discípulos de Jesús tuvieron una reunión de oración después de que Pedro y Juan fueron amenazados y liberados cuando aparecieron ante el concilio religioso. En su oración, ellos honraron a Dios, le dieron gloria y oraron las Escrituras. Hechos 4: 29-30 nos dice lo que finalmente pidieron.
Los discípulos le pidieron a Dios que mirara sus amenazas. “Señor, mira a los hombres poderosos que se nos oponen. Parecen tener todas las ventajas, pero estamos a salvo en ti, siempre y cuando mires sus amenazas.
Los discípulos le pidieron a Dios denuedo. “Señor, queremos ser más audaces ¡no menos! El concilio quiere que tengamos tanto miedo de sus amenazas que no hablemos de Jesús. No queremos tenerles miedo, así que, por favor, danos denuedo“.
Los discípulos pidieron denuedo para hablar la palabra de Dios. “Señor, nuestro mensaje no somos nosotros mismos, ni siquiera nuestra historia. Danos valor para proclamar el mejor mensaje que podemos – Tu palabra”.
Los discípulos pidieron que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. “Señor, todo este problema comenzó con un milagro en el templo. ¡Haz más milagros de ese tipo!”.
Todas estas peticiones eran consumidas por la causa y la gloria de Dios, no por la comodidad y el avance de los discípulos. Los discípulos oraron por cosas que pudieran conducir a más confrontación y problemas, no a menos.
No sé si realmente he orado alguna vez: “Dios, por favor, envíame más problemas”. ¡Por lo general oro para que Dios me quite mis problemas! Pero quiero tener el corazón que tuvieron estos primeros discípulos de Jesús. Se preocupaban más por la gloria de Dios y las almas de los hombres que por su propia comodidad y alivio. Si Dios podía obrar a través de sus problemas para Su gloria y para traer más hombres y mujeres al reino ¡ellos querían que Dios les enviara más problemas!
No espero que usted ore: “Señor, envía más problemas”. Pero hoy, usted puede orar esto: “Señor, necesito tu denuedo para hablar tu palabra y quiero verte hacer grandes cosas. Si eso significa más problemas, ¡que así sea!”. Oremos como estos primeros discípulos.
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