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Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efesios 2:5-7).

Dios vive en la gloria de la eternidad eterna, pero su obra toca la vida de usted en el aquí y ahora, en el día presente. En este breve y glorioso pasaje de Efesios, el apóstol Pablo se refiere a la obra de Dios en nuestra vida – en el pasado, en el presente y en el futuro.

Pasado, presente y futuro

En el PASADO, hemos recibido vida juntamente con Cristo. Jesús participó de nuestra muerte para que pudiéramos compartir su vida de resurrección. El viejo yo fue crucificado con Jesús en la cruz, y ahora somos nuevas creaciones en Jesús, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17). Pero Pablo se ve obligado a recordarnos algo más: que esta es la obra de la gracia de Dios (por gracia sois salvos), de ninguna manera relacionada con lo que podamos ganar o merecer. Nuestra salvación (rescate) de la muerte espiritual es la obra de Dios hecha para los que no la merecen.

En el PRESENTE, nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Tenemos un nuevo lugar para vivir, una nueva arena de existencia – no somos moradores de la tierra” (como el libro de Apocalipsis a menudo llama a los que están separados de Dios), sino que nuestra “ciudadanía está en los cielos” (como en Filipenses 3:20). Note que Pablo dijo que nos sentamos en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Dado que nuestra vida e identidad están en Jesucristo, así como Él se sienta en los lugares celestiales, nosotros también.

En el FUTURO, Dios continuará mostrándonos las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros. Dios nunca dejará de tratar con nosotros sobre la base de su gracia, pero continuará por siempre revelándonos sus riquezas por la eternidad. Este no es un deseo loco y esperanzador; es la promesa segura de un Dios fiel. Usted puede contar con Él.

Todo esto es una herencia a la que pueden aferrarse los que están en Cristo Jesús. Esta es la obra de Dios hecha por su pueblo creyente, y en Jesús debemos reclamarla. Esto es para usted en su Mesías y Salvador, Jesucristo:

– En Jesús, podemos vivir libres de la culpa y el dolor del pasado.

– En Jesús, podemos vivir con incomparable poder para el presente.

– En Jesús, podemos vivir con una esperanza segura para el futuro.

¿Cuántas de las ansiedades de su día simplemente desaparecerían si usted, ahora mismo, se aferrara a lo que Dios ha prometido para su pasado, presente y futuro?