E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio este la copa en mano de Faraón. Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José. Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó (Génesis 40:21-23).

Por actuar con rectitud, José fue encarcelado. Cualquier otra persona acusada de abuso por la esposa de Potifar habría sido ejecutada de inmediato. Pero Potifar conocía tanto a José como a su esposa, y, en lugar de condenarlo a muerte, lo envió a prisión.

Rescatados por el hombre inocente

En prisión, habría sido comprensible que José se centrara en su propio dolor, dado todo el mal que había soportado. Sin embargo, la mano invisible de la gracia de Dios lo movió a preocuparse por los demás. Así, cuando dos de sus compañeros de prisión —el copero y el panadero del Faraón— se vieron perturbados por sueños inquietantes, José, con un interés genuino, se ofreció a ayudarlos.

José le interpretó al copero que su sueño anunciaba su vindicación y su restauración al servicio del Faraón, una noticia llena de esperanza. Por otro lado, explicó al panadero que su sueño presagiaba su condena y ejecución, una revelación desoladora. Tres días más tarde, ambas interpretaciones se cumplieron exactamente como José había dicho, confirmando que era un verdadero mensajero de Dios.

Lamentablemente, aunque José le brindó una ayuda invaluable al copero, este no se acordó de José, sino que le olvidó. Una vez más, José fue víctima de una injusticia. Creyó que la gratitud del copero podría abrirle la puerta de la libertad, pero no fue así. Dios, sin embargo, tenía un propósito diferente.

Dios prepara de manera profunda a todos aquellos a quienes usará de forma extraordinaria. Sin embargo, pocos están dispuestos a soportar la dureza de esa preparación. Dios estuvo presente tanto en los avances como en las paradas de la vida de José, y este relato nos muestra cómo Él sigue obrando en la vida de los creyentes hoy en día.

Cuando leemos la Biblia, es común identificarnos con sus personajes. Al leer Génesis 40, es fácil pensar: “Soy como José: aunque he sido tratado injustamente, Dios puede usarme para revelar su palabra y sus misterios a otros”. Aunque hay espacio para esa reflexión, no es la forma más profunda de entender este pasaje. Aquí les presento una manera más profunda de leer Génesis 40.

Más que parecernos a José, en realidad nos asemejamos más al copero y al panadero. En esta historia, Jesús es quien representa a José para nosotros.

– Jesús es el Hombre inocente que entró en nuestra prisión y compartió nuestra condición.
– Durante su tiempo entre nosotros, Jesús nos reveló el mensaje de Dios.
– Al igual que José, Jesús fue comprobado como verdadero al tercer día.
– José anticipa a Jesús, cuyo mensaje de parte de Dios trae vida o muerte.
– Si buscas un mensaje de Dios, dirige tu mirada a Jesús.

Sin embargo, existe una diferencia maravillosa entre José y Jesús: las palabras de José solo rescataron al prisionero inocente, pero no al culpable. La buena noticia —la mejor noticia— es que el mensaje y el rescate de Jesús también son para el culpable que se arrepiente y pone su fe en Él.

Jesús compartió nuestra condición y trajo el mensaje de vida. Responde a Él con fe, gratitud y memoria.

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