Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta (Hechos 9:23-25).
Saulo de Tarso, más conocido por su nombre “romano”, Pablo, fue cambiado radicalmente por Jesucristo cuando Jesús se reveló a Saulo en el camino a Damasco. Los cambios fueron dramáticos, pero no todos agradables o emocionantes. Algunos de ellos fueron aleccionadores.
Los muchos días mencionados, realmente fueron muchos días, probablemente un período de unos tres años, en los que Pablo también pasó algún tiempo en la oscuridad, fuera del centro de atención, en Arabia. Después del tiempo en Arabia volvió a Damasco (esto se describe en Gálatas 1:13-18).
En este período de tiempo, los judíos resolvieron en consejo matarle. Esencialmente, esto dio inicio al cuánto le es necesario padecer por mi nombre, del que habló el Señor en Hechos 9:16. Saulo fue a Damasco como perseguidor, pero salió de esa ciudad como perseguido.
Para escapar del peligro de muerte, los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta. Pablo hizo una interesante referencia a este evento en 2 Corintios 11:32-33: en Damasco… fui descolgado del muro en un canasto por una ventana. Pablo escribió sobre esto en 2 Corintios 11 para describir uno de los primeros peligros o dificultades reales que enfrentó por causa de Jesús. Unos 20 años después de su escape de Damasco, Pablo recuerda el evento de la canasta como su “formación” en la persecución. Fue como si dijera: “Así comenzó mi ministerio y así continúa”.
En otras palabras, hubo un sentido en el cual – humanamente hablando – el ministerio de Pablo comenzó en debilidad y continuó en debilidad. ¿Hay algo más descriptivo de la debilidad que ser bajado en una canasta sobre un muro?
Este fue un poderoso contraste entre Saulo de Tarso y Pablo el Apóstol.
– Saulo de Tarso viajó a Damasco lleno del poder y la autoridad del hombre, dirigido contra el pueblo de Dios.
– El Apóstol Pablo escapó humildemente de Damasco – escondiéndose en una canasta.
La canasta sobre los muros de Damasco le enseñó a Pablo que Dios lo protegería cuando sufriera persecución. Pero también aprendió que la liberación de Dios a menudo llega de manera humilde. No hay nada triunfante en escabullirse de una ciudad de noche escondiéndose en una canasta.
En cierto modo, supongo que Pablo llegó a amar esa canasta. Le trajo liberación de una manera que la mayoría de la gente pensaría que era humilde o ridícula. De esta manera, fue una pequeña imagen de la gran liberación que Jesús ganó para su pueblo en una humilde cruz, crucificado como la máxima demostración del amor de Dios.
La liberación de Dios te ha llegado de una manera humilde – ¡nunca la desprecies!