Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias (Filipenses 4:6).

A veces nos cuesta pedir lo que necesitamos. Una vez leí sobre un explorador de la Antártida que un día estaba trabajando en su tienda cuando oyó un grito ahogado que procedía del exterior. La voz le preguntó: “¿Estás muy ocupado?” y el explorador reconoció que era su compañero de trabajo quien le llamaba. “Sí, estoy ocupado”, respondió, “¿qué ocurre?”. El hombre de fuera volvió a preguntar: “¿De verdad estás muy ocupado?”. “¡Sí!”, espetó el hombre de la tienda, “¿qué es lo que quieres?”. Tras un momento de silencio, el hombre de fuera respondió disculpándose: “Bueno, me he caído por una grieta y no creo que pueda aguantar mucho más”.

Sin preocuparse por nada

En ocasiones, al orar, los creyentes dudan en pedir simplemente lo que necesitan. Tal vez nos preocupa estar molestando a Dios, así que en lugar de pedir nos conformamos con menos, hacemos lo mejor que podemos y decidimos esperar hasta que las cosas estén realmente mal antes de orar por ello.

No debería ser así. En Filipenses 4:6, Dios nos dice al menos dos cosas:

– NADA debe llenarnos de ansiedad.
– TODO puede convertirse en una cuestión de oración.

Recuerda: por nada estéis afanosos se presenta como un mandato gentil, no como una opción. La preocupación excesiva transgrede el territorio de Dios para nuestras vidas. La ansiedad elegida nos hace ser el padre de familia en lugar de un hijo. Por supuesto, hay una diferencia entre la ansiedad elegida y una preocupación de acuerdo con los estándares de Dios, pero cada preocupación e inquietud indebida a la que el creyente elige aferrarse es una crítica inconsciente a Dios. Es casi como decir, “bájate del trono, Dios, déjame preocuparme por esto por los dos”.

Pablo nos dice que todo es tema apropiado para oración; no hay ninguna área de nuestras vidas que no le concierna a Dios. Debemos acudir a Dios con oración y ruego. La oración y el ruego son similares, pero distintas; la oración es una palabra amplia que se refiere a toda nuestra comunicación con Dios, pero el ruego es una petición directa de algo a Dios. No está mal pedir cosas a Dios. Le pedimos dejándolo todo en su voluntad (que de todas formas es lo mejor para nosotros), sin embargo, muchas oraciones quedan sin respuesta porque no le pidennada a Dios.

Dios sencillamente nos dice: sean conocidas vuestras peticiones. ¿Acaso Dios no conoce nuestras peticiones antes de que las hagamos? Por supuesto que sí; sin embargo, a menudo espera nuestra participación y colaboración a través de la oración antes de concederlas.

Finalmente, con acción de gracias advierte contra un espíritu quejumbroso y quejoso ante Dios cuando el creyente hace su petición. Dios quiere que:

– No estemos ansiosos por nada.
– Oremos por todo.
– Veamos razones para estar agradecidos por todas las cosas.

Lleva tus necesidades a Dios. No esperes a que ya no puedas aguantar mucho más. Haz de la oración tu primer recurso en lugar del último.

Haz clic aquí para ver el comentario de David sobre Filipenses 4