Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos (Gálatas 3:26-27).

Había falsos maestros entre los cristianos gálatas que enseñaban que sólo se podía llegar a Jesús a través del judaísmo. Esto iba en contra del evangelio de Jesucristo, el evangelio que Pablo predicaba. Las buenas nuevas del evangelio dicen que somos hechos justos ante Dios debido a quién es Jesús y lo que Él hizo por nosotros, especialmente lo que hizo por nosotros en su sacrificio en la cruz y su victoria en la resurrección.

Todos hijos e hijas

Por lo tanto, comparado con lo que algunos enseñaban entre los gálatas, esta era una declaración revolucionaria: todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En el pensamiento judío tradicional, la posición ante Dios se medía por la obediencia a la ley. Para estar verdaderamente cerca de Dios –como hijos suyos– había que ser extremadamente observante de la ley, tal como intentaban los escribas y fariseos (Mateo 23). Los creyentes son considerados hijos de Dios de una manera completamente diferente: por la fe en Cristo Jesús.

La posición es impresionante. Estar entre los hijos (e hijas) de Dios significa que tenemos una relación especial con Dios como Padre amoroso y cuidadoso. Es un lugar de cercanía, afecto, cuidado especial y atención.

El método es impresionante. Llegar a ser hijo (o hija) de Dios por la fe en Cristo Jesús significa mucho más que creer que Él existió o hizo ciertas cosas. Es poner la confianza en Él, tanto para ahora como para la eternidad.

Usando la imagen del bautismo, Pablo ilustró lo que significa tener fe en Cristo. No dijo que los creyentes eran bautizados en agua, sino bautizados en Cristo. En el bautismo en agua uno es sumergido en agua, así que cuando ponemos nuestra fe en Cristo Jesús, somos sumergidos en Jesús.

Algunos cristianos parecen contentarse con sumergirse un poco en Jesús. Dios quiere que estemos completamente sumergidos en Jesús; no rociados, no sólo humedecidos. Cuando uno se sumerge en el agua, ya no se ve mucho de la persona: se ve principalmente el agua. Cuando vivimos como bautizados en Cristo, ya no se ve mucho de “mí”; se ve principalmente a Jesús.

Otra forma de expresar nuestra inmersión en Jesús es decir que nos hemos revestido de Cristo. Esta frase tiene la idea de ponerse un traje de ropa. Así, nos “vestimos” de Jesús como nuestra identidad.

Algunos podrían preguntarse si esto es sólo un juego, como un niño que juega a disfrazarse. La respuesta es sencilla. Es solo una ilusión si no hay una realidad espiritual detrás de ella. En este versículo, Pablo realmente habla de la realidad espiritual: los que fueron bautizados en Cristo realmente se han revestido de Cristo. Ahora son llamados a vivir cada día consistentemente con la realidad espiritual.

Si estás en Jesús por fe, entonces eres hijo de Dios. Estás inmerso en el Salvador. Te has revestido de Cristo. ¡Ahora vive como tal!

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