Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí (Romanos 9:13).

El apóstol Pablo quería explicar por qué podía parecer que Dios había abandonado a Israel. En esta parte de Romanos 9, muestra que todo era conforme al cuidadoso plan de Dios. El aparente rechazo del pueblo judío hacia su Mesías, Jesucristo, no sorprendió a Dios. Su sabio plan se estaba llevando a cabo a través de la historia.

Amado y aborrecido

En el pasado, este plan no siempre ha sido fácil de entender desde una perspectiva humana. No queda claro a primera vista por qué Dios eligió a Jacob para ser el heredero del pacto de salvación de Dios en lugar de Esaú. Dios eligió a Jacob en lugar de a su hermano mayor Esaú antes de que nacieran los gemelos, y no fue porque Dios conociera sus obras de antemano. En Romanos 9:11 Pablo explica que no fue por obras. En cambio, el motivo de la elección se encontraba en Dios, quien llama y planifica. Fue Dios quien decidió que el hermano mayor, Esaú, sirviera al hermano menor, Jacob

En tiempos del profeta Malaquías, Dios repitió su elección, diciendo: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí (Malaquías 1:2-3). Suena duro, ¿verdad? Es duro tener a Dios en contra, y mucho más que Dios te aborrezca.

Extrañamente, parece que Esaú fue un hombre bendecido. Tuvo una bendición de su padre Isaac (Génesis 27:39-40). Con el tiempo tuvo una familia bendecida y todas las bendiciones materiales que pudiera desear (Génesis 33:4-9). Engendró una nación y muchos descendientes (Génesis 36). Cualquiera que fuera la forma en que Dios aborreció a Esaú, no fue una maldición que ensombreciera toda su vida.

La idea en Malaquías 1 y Romanos 9 se parece mucho más a “aceptado” y “rechazado” que a nuestra comprensión normal de los términos “amado” y “aborrecido”. Dios no aborreció a Esaú en el sentido de maldecirlo a una vida condenada en este mundo o en el otro. Sin embargo, con respecto a la heredad del pacto, podría decirse acertadamente que Dios aborreció a Esaú y amó a Jacob. Uno llegaría a ser heredero del pacto de Abraham, el otro no.

Nuestro mayor error al considerar las elecciones de Dios es pensar que Dios elige por razones arbitrarias, como si sus elecciones fueran aleatorias y sin sentido. Dios elige según su sabiduría divina, su amor y su bondad. Puede que no seamos capaces de entender las razones de Dios para sus elecciones, y son razones que sólo Él conoce y a las que responde, pero las elecciones de Dios no son aleatorias ni impulsivas.

Dios tiene un plan que se va desarrollando a través de los siglos, y Él guía todas las cosas hacia el glorioso cumplimiento de ese plan. Él elige a quien y a lo que quiere según su genio y sabiduría. Aunque Dios puede elegir a uno y rechazar a otro para un papel específico en su plan, todos están invitados a recibir lo que Dios da gratuitamente en Jesucristo. El día de hoy puedes descansar en la sabiduría y el amor de Dios.