No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mateo 6:31-33).

En esta sección del Sermón del Monte, Jesús concluyó una enseñanza sobre cómo debemos relacionarnos con lo material. Resumió su mensaje con una afirmación sencilla: No os afanéis, pues. Con estas palabras, invitó a sus discípulos a vivir libres de la ansiedad y el afán que surgen de una preocupación excesiva por lo terrenal.

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El reconocido comentarista bíblico Matthew Henry entendía esta libertad. Tras ser asaltado y despojado de su dinero, reflexionó y encontró cuatro razones para agradecer a Dios:

Señor, te doy gracias:
Porque nunca antes me habían robado.
Porque, aunque se llevaron mi dinero, me perdonaron la vida.
Porque, aunque se llevaron todo, no era mucho.
Porque fui yo quien fue robado y no quien robó.

Para quienes conocen a Dios, esta es la prioridad: buscad primeramente el reino de Dios. No se trata simplemente de colocarlo en la cima de una lista de prioridades, sino de hacer que el reino de Dios sea el principio que guíe cada aspecto de la vida. Como discípulos de Jesús, en todo lo que hacemos, debemos buscar primeramente el reino de Dios.

Los creyentes deben atender su bienestar físico, pero sin convertirlo en la meta principal de su vida. Como cualquier persona, necesitan comer, beber y vestirse, pero también son ciudadanos del cielo y deben fijar su mirada en realidades más elevadas. Vivir enfocados solo en lo material es reducir la existencia al nivel de los animales. Dios tiene algo más elevado y mejor para su pueblo.

Jesús no solo nos llamó a dejar de preocuparnos; nos enseñó a reemplazar la preocupación con un enfoque en el reino de Dios. Un hábito o una pasión solo pueden ser reemplazados por otro mayor.

Para quienes hacen esto, hay una gran promesa: y todas estas cosas os serán añadidas. Si ponemos el reino de Dios en primer lugar y dejamos de considerar el bienestar físico como la razón de nuestra existencia, Él nos concederá todas estas cosas. Dios promete tesoro en el cielo, descanso en su provisión y el cumplimiento del propósito supremo de la humanidad: la comunión con Él y la participación en su reino.

Sin embargo, esta sigue siendo una decisión personal: buscar primeramente el reino de Dios. Es la elección fundamental cuando alguien cree, se arrepiente y es transformado. Pero cada día después de eso, nuestra vida cristiana confirmará esa decisión o la negará. ¿Qué elegirás hoy?

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