Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está:
Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda lengua confesará a Dios.
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí (Romanos 14:10–12).
En Romanos 14, Pablo aborda el problema de los cristianos que se juzgan unos a otros. Había varios temas potenciales que podían dividir a los cristianos de aquel tiempo. Podía ser sobre lo que comían, qué días observar como especiales, o varias otras cosas. No era que no hubiera algo correcto o incorrecto en estos asuntos, pero no había un mandato claro o algo universal correcto o incorrecto que se aplicara a todo creyente. Tal vez algunos cristianos adoraban en el día de reposo judío, mientras que otros lo hacían en domingo. Quizás algunos pensaban que podían comer carne, aunque no fuera kosher; otros estaban convencidos de que no debían comer carne para nada. El Espíritu Santo tenía la libertad de tratar con cada creyente como Él quisiera.
Al cristiano estricto le resultaba fácil juzgar a su hermano, al considerarlo un transigente poco espiritual. Al cristianolibre le resultaba fácil menospreciar a su hermano, al considerarlo un mojigato y legalista que solo se preocupa por cumplir. Esencialmente, la respuesta de Pablo fue: “En estos asuntos, deja de preocuparte por lo que hace tu hermano. Bastante tienes tú que responder ante Jesús
Esto no se aplica a las cosas que están claramente bien o mal según las Escrituras. Lo que la Biblia dice que es pecado es ciertamente pecado. Sin embargo, hay muchas cosas sobre las que el Espíritu Santo trata con los creyentes individualmente. Él puede decir “Sí” a uno y “No” a otro por sus razones y como le plazca.
En este tipo de asuntos, no era correcto que los creyentes juzgaran a su hermano. No era correcto menospreciar a su hermano. Los que hacían esas cosas olvidaban que ellos mismos comparecerían ante el tribunal de Cristo.Todos lo haremos; todo cristiano comparecerá ante Jesús. Pablo utilizó la idea del tribunal de Cristo, a veces llamado el asiento Bema, donde se sentaban los jueces en los antiguos Juegos Olímpicos. Cuando una carrera o competencia terminaba, los ganadores venían al tribunal para recibir su recompensa.
Pablo también les recuerda a los creyentes de este tribunal en 2 Corintios 5:10. Este juicio solo tiene que ver con la recompensa y responsabilidad del creyente en el siglo venidero, no con la salvación. El punto en Romanos 14 se enfatiza citando Isaías 45:23, que explica que todos debemos comparecer ante Dios con humildad, y daremos a Dios cuenta de nuestras vidas. Si este es el caso, debemos dejar que sea Dios quien trate con nuestro hermano.
Saber que compareceremos ante el tribunal de Cristo añade importancia a todo lo que hacemos. Cada día nos da la oportunidad de honrar a Dios y hacer cosas que importen para la eternidad. Al saber que todos daremos cuenta a Dios, debemos vivir cada día para su honor y gloria.