Estos son los linajes de Esaú, padre de Edom, en el monte de Seir (Génesis 36:9).
Génesis 36 es un capítulo lleno de nombres que registra a los hombres destacados entre los descendientes de Esaú, padre de Edom, quienes se convirtieron en una nación vecina importante para Israel. Edom y los edomitas son mencionados alrededor de 130 veces en la Biblia.
Cuando los israelitas viajaron por el desierto hacia la tierra prometida en la época de Moisés, los edomitas les negaron el paso a través de su territorio (Números 20:21), lo cual fue una gran fuente de desaliento para Israel (Números 21:4).
Aun así, Dios ordenó que Israel tuviera un respeto especial por los edomitas: No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano (Deuteronomio 23:7).
En los días de Saúl, Israel sometió a Edom (1 Samuel 14:47), y David estableció guarniciones en su territorio (2 Samuel 8:14). Sin embargo, más tarde, en los días de Joram, hijo de Acab, los edomitas se independizaron de Israel (2 Reyes 8:16-22).
Varios profetas hablaron sobre Edom y en su contra, incluyendo a Jeremías (Jeremías 49:17-18) y a Ezequiel (Ezequiel 25:12-14). Desde que el Islam conquistó el Medio Oriente, la región ha estado mayormente desocupada, salvo por algunos beduinos y puestos militares. Ha sido reducida a la nada, tal como profetizó Abdías. Todo el libro de Abdías documenta una extensa profecía contra Edom.
Entonces, ¿qué sucedió con los edomitas? Dios los juzgó, tal como lo predijeron los profetas Abdías y Jeremías. Fueron conquistados por los árabes nabateos, posiblemente desde el año 500 a.C. Muchos de los edomitas que sobrevivieron se trasladaron al sur de Judea (en la región occidental del Mar Muerto), donde fueron conocidos como idumeos y se mezclaron con los habitantes de esa zona.
Para fines de la primavera del año 68 d.C., los romanos habían devastado Idumea, poniendo así fin de manera efectiva al pueblo edomita, que ya llevaba tiempo en declive y mezclándose con pueblos vecinos. Como grupo étnico, los descendientes de Esaú se han perdido en la historia. Si bien su ADN persiste de alguna manera, se han mezclado tanto con otros pueblos que hoy no existe un grupo genético identificable como “edomitas”.
Es un pensamiento extraño y aleccionador. Los edomitas fueron un pueblo tan numeroso y prominente que Dios dedicó un capítulo entero en el primer libro de Moisés a enumerar los nombres de sus jefes y hombres notables.
Sin embargo, a causa de sus numerosos pecados, incluido el de regocijarse y no brindar ayuda cuando su nación hermana, Israel, fue atacada, Dios les impuso un juicio severo, tan severo que ya no existen como pueblo.
Es también significativo que Dios haya preservado al pueblo de Israel, pues ellos también podrían haber terminado como Edom. Esto revela una verdad fundamental: cuán bueno es estar bajo el favor de Dios (por la gracia de Jesucristo) y cuán terrible es ser objeto de su juicio.