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Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin (Lucas 1:32).

Nazaret era un pequeño poblado situado a 70 millas (113 km) al norte de Jerusalén. Era un lugar hostil, una ciudad conocida por su corrupción y su baja moral. Sin embargo, en este oscuro entorno brillaba una joya: una joven llamada María, que estaba comprometida con un hombre llamado José. Ella estaba comprometida, pero aún no se había casado; la Biblia dice claramente que era virgen. Un día, María recibió la espectacular visita de un ángel. Él habló elogiosamente de María, pero su mensaje no se centró en ella, sino en un Hijo que se llamaría Jesús, a quien se identificó inequívocamente como el Mesías predicho por el Antiguo Testamento.

Él será grande

No es raro que alguien compre un libro de recuerdos del bebé cuando se entera de que va a tener un hijo. A menudo se empiezan a anotar los pensamientos y sentimientos durante el embarazo, y a escribir las esperanzas y sueños para el niño que está por nacer. Pero nadie, ni siquiera el padre más orgulloso, escribiría sobre su hijo lo que el ángel dijo de Jesús antes de nacer: Este será grande.

Y era verdad: Él sería grande. En pocas palabras, nadie ha influido más en la historia que Jesucristo. Hace años, Fred Bock lo expresó con fuerza en un artículo titulado “Una vida solitaria”:

Nació en un pueblo anónimo, hijo de una campesina. Trabajó en una carpintería hasta los treinta años, y luego, durante tres años, viajó por todo el país, deteniéndose el tiempo suficiente para hablar y escuchar a la gente, y ayudar en lo que podía.

Nunca escribió un libro, nunca grabó un gran éxito, nunca fue a la universidad, nunca se postuló para un cargo público, nunca tuvo una familia ni poseyó una casa. Nunca hizo ninguna de las cosas que suelen acompañar a la grandeza. No tuvo más credenciales que Él mismo. Pero cuando sólo tenía treinta y tres años, la opinión pública se volvió en su contra y sus amigos lo rechazaron. Cuando fue arrestado, muy pocos quisieron tener algo que ver con Él. Después del juicio, fue ejecutado por el Estado junto con ladrones confesos. Sólo gracias a que un amigo generoso ofreció su propia sepultura, hubo lugar para enterrarle.

Todo esto sucedió hace diecinueve siglos y, sin embargo, hoy es la figura principal de la raza humana y el máximo ejemplo de amor. Ahora bien, no es exagerado decir que todos los ejércitos que han marchado, todas las embarcaciones que han zarpado, todos los gobernantes que han gobernado, todos los reyes que han reinado en esta tierra, todos juntos no han afectado la vida del hombre en la tierra como Una Vida Solitaria.

La pregunta sigue siendo: ¿Ha afectado Jesús tu vida? El ángel dijo: Este será grande. ¿Ha tocado la grandeza de Jesús tu vida?

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