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Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:17-19).
Esto era parte de una maravillosa oración que Pablo hizo por los efesios. Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo nos dio más que una oración elocuente; esta oración revela de manera especial lo que Dios quiere para su pueblo.
He aquí un pequeño fragmento de esta gloriosa oración. En el versículo 18, Pablo oró para que los creyentes conocieran las dimensiones del amor de Cristo (la anchura, la longitud, la profundidad y la altura). Esto significa que el amor de Jesús tiene dimensiones y que puede ser medido. Es algo sólido, sustancial; no meramente una bella ficción, una creencia sentimental o una teoría filosófica. El amor de Jesús es un hecho mensurable.
El amor de Jesús tiene anchura. Puedes ver cuán ancho es un río observando cuánto cubre. El río del amor de Dios es tan ancho que cubre mi pecado, y cada circunstancia de mi vida, para que todas las cosas obren juntas para bien. Cuando dudo de su perdón o de su providencia, estoy estrechando el poderoso río del amor de Dios. Su amor es tan ancho como el mundo (Juan 3:16).
El amor de Jesús tiene longitud. Cuando consideres la longitud del amor de Dios, pregúntate: “¿Cuándo comenzó el amor de Dios hacia mí? ¿Hasta cuándo continuará?”. Estas verdades miden la duración del amor de Dios. Con amor eterno te he amado (Jeremías 31:3).
El amor de Jesús tiene profundidad. Filipenses 2:8 nos dice cuán profundo es el amor de Jesús: se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. No se puede caer más bajo que la muerte de cruz, y así de profundo es el amor de Jesús por nosotros.
El amor de Jesús tiene altura. Para ver la altura del amor de Dios, pregúntate: “¿A qué altura nos eleva?”. El amor de Jesús eleva al creyente a los lugares celestiales donde está sentado con Cristo. Él nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús (Efesios 2:6).
¿Podemos realmente comprender la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Dios? Para llegar a comprender las dimensiones del amor de Dios, debemos acudir a la cruz. La cruz apuntaba en cuatro direcciones, esencialmente en todas las direcciones, porque:
El amor de Dios es lo suficientemente ancho como para incluir al mundo entero.
El amor de Dios es lo suficientemente largo como para durar toda la eternidad.
El amor de Dios es lo suficientemente profundo como para alcanzar al peor pecador.
El amor de Dios es lo suficientemente alto como para llevar a su pueblo al cielo.
Pongamos los ojos en Jesucristo y en su cruz y vivamos en todas las dimensiones del amor de Dios.
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