De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo (1 Corintios 3:1)

Pablo escribió a los cristianos de Corinto, los que formaban parte de la congregación que Pablo fundó cuando pasó allí un año y medio (Hechos 18:1-11). La iglesia de Corinto tenía muchos problemas, y aquí Pablo trata la raíz de esos problemas: que muchos de ellos eran carnales.

Natural, espiritual, carnal

Es importante reconocer que aquellos a quienes Pablo se dirigía eran parte de la familia de Dios; son llamados hermanos. En cierto sentido, ese era el problema. No se estaban comportando como personas espirituales, sino como personas carnales, es decir, personas que actuaban según la carne. Se comportaban como cristianos inmaduros, como niños en Cristo.

Hay quienes piensan que no puede haber cristianos carnales. Algunos dicen que es una contradicción de términos; que lo que Pablo realmente quería decir era que estos carnales en realidad no eran cristianos. Sin embargo, Pablo claramente los llama hermanos, y dice que son niños en Cristo. Difícilmente Pablo podría considerarlos hermanos y llamarlos niños en Cristo si no fueran parte de la familia de Dios y, como niños en Cristo, hubieran tenido un comienzo genuino en la vida cristiana.

Estos cristianos corintios, hasta cierto punto, estaban pensando y actuando según la carne, no según el Espíritu. Por supuesto, la carne no dominaba cada aspecto de su vida, o entonces no habrían tenido evidencia de haber nacido de nuevo. Pero Pablo los confronta sobre aquellas áreas donde claramente estaban pensando y actuando de una manera carnal (según la carne).

Pablo no se refería a que nuestra substancia material -las células y tejidos que componen nuestro cuerpo- sean inherentemente pecaminosos. Existe una debilidad asociada con el hecho de ser “hechos de carne”, pero esta debilidad no es automáticamente pecaminosa (2 Corintios 3:3). Aquí, el problema con los cristianos de Corinto era que eran carnales, estaban siendo caracterizados por la carne. Esto habla del creyente que puede y debe vivir diferente pero no lo hace. Su mente no es espiritual, sino carnal.

Pablo dijo a los cristianos de Galacia que debían “andar en el Espíritu” y no satisfacer “los deseos de la carne” (Gálatas 5:16). Había más de unos pocos entre los cristianos de Corinto que estaban perdiendo esa batalla; eran creyentes, pero al menos en algunos aspectos, su vida estaba marcada más por las ideas y acciones de su carne que por las ideas y acciones del Espíritu de Dios.

Pablo habló de tres categorías.

– El hombre natural (1 Corintios 2:14), sigue el modelo de Adán y rechaza las cosas de Dios.
– El hombre espiritual (1 Corintios 2:15), conoce las cosas de Dios y se esfuerza por pensar y vivir según el Espíritu.
– El hombre carnal conoce las cosas de Dios, pero en algunos aspectos significativos no camina en el Espíritu, sino que se caracteriza por la carne.

¿Cuál eres tú?