No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7).
Cuando leemos la Biblia, es importante tener en cuenta el contexto. Si Gálatas 6:7 se tomara como una afirmación absoluta, y esto es algo siempre cierto en todos los casos, entonces nadie iría al cielo y la Biblia se contradeciría a sí misma. No se trata de una ley del karma ni del principio de la atracción; es una afirmación verdadera en su contexto, considerando lo que viene antes y después del versículo.
En el versículo anterior (Gálatas 6:6), Pablo dijo a los creyentes que apoyaran a quienes les enseñaran en la fe, que los “hicieran partícipes de toda cosa buena”. Este es un principio espiritual básico, aunque a veces descuidado. Aquellos que alimentan y bendicen espiritualmente a los creyentes deben ser apoyados materialmente (1 Corintios 9:11, 9:14, 1 Timoteo 5:17).
Por lo tanto, a los que dudan en “compartir de toda cosa buena” (Gálatas 6:6) con los que les enseñan, Pablo les recuerda el principio divino de sembrar y segar. Su donación no sería como tirar el dinero; sería como plantar semillas, y todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. El punto principal de Pablo no era que el pueblo de Dios debe apoyar a los que les enseñan porque es bueno para el maestro. Más bien, deben recibir apoyo porque es bueno para el que recibe la enseñanza y comparte, lo que se muestra por el principio de cosechar y segar.
Esto queda más claro si consideramos el versículo que sigue a Gálatas 6:7. Allí, Pablo escribió sobre la siembra para la carne y la siembra para el Espíritu, y la cosecha obtenida por cada tipo de siembra. Si los creyentes quieren cosechar para el Espíritu, no deben dudar en sembrar para el Espíritu con cualquier recurso que Dios les dé.
El agricultor cosecha lo mismo que ha sembrado, pero no exactamente. La semilla de manzana no sólo produce más semillas de manzana, sino más manzanas que contienen semillas. Aun así, cuando sembramos para el Espíritu –incluso con cosas materiales– lo que cosechamos no son necesariamente cosas materiales, sino algo mejor: cosechamos vida eterna (Gálatas 6:8). No damos como una burda “inversión” o como un plan para ganar dinero, aunque los creyentes confían en que nunca saldrán perdiendo por dar.
En el contexto, la afirmación de que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará tiene aplicación más allá de dar y apoyar a maestros y ministros. Se aplica en general: lo que obtenemos de la vida es a menudo lo que ponemos. Sin embargo, si sólo las personas buenas recibieran cosas buenas de Dios, todos pereceríamos, porque todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios. Aquí, Pablo simplemente relaciona el principio de la siembra y la cosecha con la forma en que se administran los recursos (como en 1 Corintios 9:11 y 2 Corintios 9:6-10).
Podemos engañarnos a nosotros mismos esperando mucho cuando sembramos poco, pero no podemos engañar a Dios y los resultados de nuestra mala siembra serán evidentes. Cuando administres lo que Dios te da, siembra en abundancia y cosecha en abundancia.
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